Es casi imposible haber crecido en México en los años 90 y no haber tenido un pepsilindro (suma de las palabras Pepsi y cilindro). Este objeto de deseo era una especie de bidón de bicicleta que la marca de refrescos Pepsi puso a la venta en México: envases de plástico con una pajita (popote, en México) y decorados con imágenes de dibujos animados. Por eso, el anuncio de que la compañía vuelve a lanzar los pepsilindros ha hecho más ilusión a aquellos niños noventeros - ahora rondando la treintena - que a los actuales.
Tener uno era muy fácil: era necesario reunir 10 tapones del refresco y pagar una cantidad simbólica (menos de 1 euro) para que te lo dieran en los establecimientos. Se vivieron escenas como familias persiguiendo a los camiones que repartían los refrescos para cambiar las tapas por su pepsilindro. En los colegios, aquel que no lo tuviera era un extraño y, aunque la idea era que los rellenaran con Pepsi, se convirtieron en un complemento más de los pequeños, haciendo las veces de cantimplora.
La marca ha vuelto a lanzar los pepsilindros con una campaña nostálgica directa a aquellos que vivieron los 90 para celebrar el 25 aniversario de los originales. Los nuevos tienen cinco diseños vintage de Pepsi, claramente dirigidos al público en que su infancia sorbió del popote (pajita) hasta la última gota de agua en la hora del recreo y solo se podrán conseguir durante este mes de marzo por dos tapones de Pepsi y 10 pesos (0,60 euros, aproximadamente).
El anuncio con el que se promocionan es todo un regreso al pasado, aunque parecen más de los 80: hombreras, jeans de tiro alto, mallas y peinados cardados mientras suena Pump Up The Jam, de Technotronic, una canción de 1989. Pero la baza de la nostalgia no falla. Y a juzgar por la repercusión que ha tenido en redes sociales, les está funcionando.
El valor de los pepsilindros era más sentimental que otra cosa: el plástico de los envases era de muy baja calidad y conservaban el sabor de la bebida que había sido servida antes. Tampoco cerraban bien y el líquido a veces se derramaba. Pero eso daba igual. El objetivo era tener el último modelo. Muchos todavía los conservan aunque hayan pasado dos décadas y consumir cualquier tipo de líquido de su interior pueda ser dudoso para la salud. Incluso existe un mercado de segunda mano para los nostálgicos. Entre los dibujos que los decoraban estaban los Looney Tunes, los Picapiedras, Batman y hasta existió una versión especial de Michael Jackson.