Hoy es juernes y estamos en pleno primerano, así que toca hablar de otro término que se ha puesto de moda: los fofisanos. O gordiflacos. O lorzalameros. No me mires así: tú podrías ser uno de ellos. O tu amigovio.
El término 'dad bod', cuerpo de padre (o de papá), describe el físico de un tipo que va al gimnasio de vez en cuando, pero que tiene la tripita del que no se corta con las cañas y las croquetas.
La expresión fue acuñada hace apenas un mes y medio por Mackenzie Pearson, una estudiante de la Universidad de Clemson: “Aunque a todos nos gusta un cuerpo escultural -escribió-, hay algo acerca del dad bod que hace que los chicos parezcan más humanos, naturales y atractivos”.
El término se ha extendido en los medios estadounidenses en menos de lo que tarda un tipo con 'dad bod' en beberse tres cervezas. Se ha definido como una la tendencia de este verano, pero también como una nueva muestra de los privilegios masculinos: los hombres podemos lucir orgullosos nuestra tripita, pero las mujeres han de mantener un cuerpo perfecto. Lo que viene a ser la clásica foto de Leonardo DiCaprio (ídolo del movimiento) acompañado de una modelo. A esto se ha respondido con la reivindicación del 'mom bod', el cuerpo de madre y, en España, de las gordibuenas, que de hecho, es un término anterior.
En todo caso, la moda ha llegado a España. Y se ha topado con un problema. El de la traducción. ¿Cómo traducir 'dad bod'? Curiosamente, nadie ha optado por “cuerpo de padre”, excepto como parte de la explicación y quizás porque una frase como “los cuerpos de padre están de moda” no suena como una tendencia, sino una triste descripción. De hecho, así sería más evidente que esta moda sólo es una excusa para pedir otra pizza.
La traducción que de momento ha tenido más éxito es 'fofisano', si hacemos caso a Topsy.
Es la traducción que hemos leído también en la mayoría de medios de comunicación. Y este, también según Topsy, es el primer tuit que menciona la palabra.
Parece que la moda, más que de los fofisanos, es de las palabras compuestas, como las ya mencionadas amigovio y gordibuena, además de veroño. Da la impresión de que "no puedes decir que alguien está fofo, pero bueno, o que hace calor en otoño", explica a Verne el traductor Javier Pérez Alarcón, que añade la posible influencia de Twitter "y sus juegos de palabras".
A la hora de traducir, hay que tener en cuenta las ventajas y desventajas de las diferentes opciones: ¿uso el término más ajustado aunque tenga menos sonoridad? Según Pérez Alarcón, depende del contexto, de si es imprescindible usar el significado literal o de si podemos utilizar la palabra como recurso cómico, por ejemplo. "La traducción literal rara vez es la mejor -explica Pérez Alarcón-, no suena natural. Acuñar un término que signifique lo mismo, pero lo diga de otra forma puede ser una buena idea". En este caso, a Pérez Alarcón no le parece mal traducir por 'cuerpo de padre', aunque su apuesta personal es fofibueno.
Hay más opciones en liza: 'gordiflaco' también tiene sus seguidores, aunque la mayoría de artículos sobre el tema apuestan por ofrecerla como segunda opción tras 'fofisano'. En realidad, gordiflaco es una traducción más adecuada para otro término, 'skinny-fat', que se popularizó en 2013: la gente de la que no se puede decir que estén gordos, pero que no tienen ni definición ni masa muscular.
La tercera traducción en preferencia es 'lorzalamero', una apuesta casi en solitario de la revista GQ en España. Con independencia de su mayor o menor éxito, Pérez Alarcón recuerda que tanto este término como fofisano incluyen conceptos (sano y zalamero) que no están en el original.
Otros intentos de adaptar el término, como sanigordo, han muerto por el camino. En Portaltic sugerían alternativas como musculorzas, gordinmortal y melofofo. Graciosas, pero un poco pochiflojas (perdón, no he podido evitarlo). En todo caso, todas son una muestra de que nadie está contento con el término que se está imponiendo. De todas formas, difícilmente tendremos tiempo para corregirlo: a esta moda la sustituirá en seguida otra nueva que tendrá un nombre igualmente ridículo.
El problema es que con estas alternativas perdemos una referencia importante, la de los padres, que tiene sus propias connotaciones. Pensemos en esos chistes tan malos que contaba tu padre cuando eras niño y que parecía que los dijera sólo para avergonzarte delante de tus amigos. O en las gracietas con los camareros (“el café no lo quiero solo, póngame también una cucharilla y azúcar”). Por no hablar de la música anticuada en los viajes en coche y del mejor sitio reservado en el sofá, además de, y aquí llegamos al tema del 'dad bod', no tener tiempo ni ganas para ir al gimnasio “porque alguien tiene que trabajar en esta casa”, frase que se repetía aunque trabajara todo el mundo.
En definitiva, con la traducción hemos perdido todas estas referencias que tenemos presentes con cariño y que nos remiten a un mundo de experiencia y sabiduría cotidianas que creíamos que algún día seríamos capaces de alcanzar. Porque, al fin y al cabo, “cuando seas padre comerás huevos”. Con patatas y jamón. Que así estás.