“Cuadernillos de verano a la basura”. Así de tajante se muestra el maestro jubilado Domingo Socorro. No es, desde luego, el único. Si algo demostró el post viral del profesor italiano Cesare Catà –también conocido como “el profesor más enrollado del mundo” – es que pueden cerrar las escuelas, pero la controversia sobre los deberes se extiende durante los largos meses de verano.
“Nos empeñamos en convertir a los alumnos en adultos en miniatura”, señala Laura Bermúdez, maestra y educadora social. “Nuestras agendas meticulosamente planeadas nos permiten organizar nuestra vida y nos dan seguridad. Y en este intento de facilitar la vida a nuestros hijos, muchas veces nos olvidamos de lo más esencial: dejar que sean niños”. Igual que la mayoría de los expertos consultados para este artículo, Bermúdez cree que se habla de los deberes para el verano desde una perspectiva reduccionista del aprendizaje, de la escuela y de la propia naturaleza del niño, como si aprender sólo sucediera dentro de las cuatro paredes del colegio.
En esta línea transcurre la argumentación del maestro y profesor en la Universidad de Murcia José Blas García Pérez. “El niño no necesita desconectar en el sentido que damos los adultos. La escuela no es un trabajo, o no debería”. Sin embargo, en opinión de este experto lo que sí necesitan los niños es separarse del aprendizaje basado en el libro de texto. “Es necesario evitarles más tareas sistemáticas, convencionales. Ni siquiera es recomendable un libro de texto maravilloso de vacaciones creado a base de realizar crucigramas, descubrir y dibujar. Es decir, no necesitan un cuaderno de vacaciones, ni de repaso o ampliación. Tampoco necesitan ir a clases de refuerzo o de idioma si lo que van a hacer es más de lo mismo. En esta cuestión soy tajante: no a los deberes del verano”.
Jaume Trilla Bernet, catedrático de Teoría e Historia de la educación de la Universidad de Barcelona, sostiene que las diferencias entre el tiempo escolar y el tiempo de vacaciones no han de plantearse como excluyentes, sino como diferencias de énfasis. “En la escuela se aprende y en las vacaciones también se aprende pero otras cosas y de otra manera”. Trilla Bernet cree que este es un buen momento para que los niños se vayan haciendo responsables de su tiempo y para que participen más en la organización de la vida familiar.
Todo esto suena muy bien, pero el verano es largo, mucho más largo que las vacaciones de cualquier mortal, el aburrimiento acecha y la tentación de encasquetar cuadernillos a tutiplén es alta entre muchas madres y padres que ya no saben cómo entretener a sus retoños. Así pues, ¿cuáles son las recomendaciones de los expertos?
Comenzamos por el decálogo de Joaquín Macipe, profesor de plástica en un instituto de Teruel:
Y además:
- Aprender a cocinar. Una tarea perfecta porque requiere el uso de las matemáticas, la compra de ingredientes, lectura comprensiva o escritura funcional para registrar la propia receta. En esta misma línea, el verano puede aprovecharse para compartir más tareas domésticas y ser más solidarios en casa (Domingo Socorro).
- Jugar. Cuando planificamos sus vidas al milímetro, ¿dónde queda espacio para el juego? Son importantes los juegos no dirigidos por el adulto, en solitario o entre iguales, espontáneos y que surgen de la manera más natural. Muchos recordamos largos días de verano jugando sin parar; no nos hacía falta más que una pelota, una cuerda, amigos y todo el tiempo del mundo (o el que nos dejaran nuestros padres porque llegaba la hora de la cena). El aburrimiento es parte del propio juego y del propio proceso creativo (Laura Bermúdez).
- Trabajar las emociones. El mundo interior es el campo de batalla que nos queda por potenciar. Si el crío está en equilibrio, en lo que se refiere a los afectos, no tendrá la necesidad de ir a ningún lugar concreto porque él sólo llenará los espacios vacíos que pueda tener en vacaciones con su propia creatividad. Sí a los campamentos de verano, pero si él lo decide y quiere (Domingo Socorro).
- Cultivar los intereses personales. Las vacaciones son un momento privilegiado para dedicarse a aficiones que durante el curso escolar tienen un encaje más difícil. Si un chico se pasa la semana entera no haciendo otra cosa que leer a Harry Potter, no hay por qué preocuparse: quizá haya sido para él una vivencia más intensa y llena de sentido que si hubiera hecho un montón de cosas diferentes (Jaume Trilla).
- Vivir nuevas experiencias. Visitar lugares nuevos, conocer otras realidades, leer lo que les apetece solo por disfrutar de la lectura, dibujar si les viene en gana, hacer matemáticas si es que les apetece, etc. Las bicicletas son para el verano, pero no las obligaciones, ni los deberes, ni los horarios. La formación del carácter es tan importante para su futuro éxito académico y vital como lo que puedan aprender de las diferentes asignaturas (Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo)
Cerramos con los consejos de García Pérez:
1. No vayas a clases de refuerzo o ampliación, ni cumplimentes tediosos y convencionales libros de vacaciones. A cambio utiliza, algún tiempo vacacional para hacer algo por los demás.
2. Bucea en tus gustos y aficiones. Puedes encontrar talleres muy gratificantes. Pero si quieres explorar por tu cuenta, monta el taller en tu propia casa. Diseñar, realizar y disfrutar de objetos realizados por uno mismo es placentero y constructivo.
3. Aprovecha la playa y los parques para charlar con tus amigos. Cualquier tema será una oportunidad de reflexionar y pensar.
4. Hazte una casa con tus amigos en un árbol o en tu jardín. También puedes ir a un escondite secreto y leer un libro con ellos.
5. No te pongas horarios. No planifiques demasiado (ni permitas que lo hagan tus padres). Deja que ocurra la magia de aventura y vívela.
6. Los recuerdos pasan rápido. Lleva siempre una cámara de fotos y capta cada uno de los momentos en los que te sientas feliz. Crea un diario fotográfico y guárdalo hasta septiembre. Luego compártelo con los amigos o guárdalo entre tus tesoros.
7. Inscríbete en algún encuentro deportivo, o de baile, o de juegos. El baile, el deporte y los juegos refrescan el cerebro las noches veraniegas y te permiten dormir más relajada y placenteramente.
8. Ve al cine de verano o monta un cine en casa. Compártelo con tus padres. Si te gusta el cine atrévete y haz una película. Inventa con tus amigos y enrédalos. Medio minuto es suficiente para contar historias bellas, emotivas y memorables.
9. En la playa, haz castillos de arena. Es hermoso crear belleza efímera y observar cómo el mar la deshace en su vaivén inagotable. Deja que la calma que supone mirar el ir y venir de las olas invada tu mente.
10. Conoce personas de otros lugares. Si tienes edad suficiente, intenta hablar su idioma.