Los matemáticos siempre hemos tenido fama de excéntricos, cuando no directamente de 'locos'. Para muchos, el simple hecho de que te gusten las matemáticas ya es sospechoso. No negaré que nos gustan los juegos de palabras –yo mismo, alguna vez hablo raro– y que cuando nos desinhibimos nos comportamos de formas curiosas, pero no más que el resto de humanos. ¿O sí?
Hay diversos estudios (por ejemplo este o este otro) que muestran una mayor prevalencia de la enfermedad mental en matemáticos (sobre todo con enfermedades del espectro autista) e igualando las cifras de otras profesiones creativas como artistas plásticos o poetas.
1. John Nash
En Verne ya vimos lo maravillosa que fue la mente del señor Nash y el otro día leímos un perfil más psicológico en el que además de poner a caldo la película -lo justo- se hace hincapié en varios sucesos estresantes para la salud mental del protagonista: la muerte de un amigo durante un experimento de ciencias, los devaneos homosexuales por los que fue expulsado de la RAND Corporation, las culpas que su madre le endosó por la muerte de su padre... Es seguro que todos contribuyeron en mayor o menor medida a su enfermedad. El éxito del libro de Silvia Nasar -que sí retrata una foto menos amable del genio- y el posterior de la película (galardonada con 4 premios Oscar) subió al olimpo hollywoodiano al Nóbel de Economía.
2. Kurt Gödel
Kurt Gödel es considerado uno de los más importantes lógicos matemáticos. Su trabajo llevó a abandonar la vía que pretendía axiomatizar las matemáticas y construirlas de forma "mecánica". Después de Gödel sabemos que cualquier sistema formal (que parta de unos axiomas y utilice solamente las reglas de la lógica para llegar a las conclusiones) es forzosamente incompleto. O sea, contiene afirmaciones que no se puede saber si son verdaderas o falsas. Pero hoy no está aquí por eso. Gödel padecía diversos brotes psicóticos que le hacían vestir abrigado en verano u obligar a su esposa a probar todo lo que ingería por miedo a ser envenenado. En 1978, durante un ingreso hospitalario de su mujer, Gödel murió por inanición. Tenía 71 años.
3. Georg Cantor
Gödel había dado carpetazo al trabajo de formalizar todas las matemáticas utilizando las leyes de la lógica y la teoría de conjuntos que había puesto en marcha unos años antes Georg Cantor, otro famoso maniaco-depresivo. Cantor sufrió ingresos recurrentes en sanatorios a la vez que trabajaba en la que hoy se llama "hipótesis de continuo". Aunque se acepta, está aún sin demostrar, pretende tomarle la medida a los distintos infinitos que hay. Un trabajo que su maestro, Kronecker, llamó una "locura matemática". Pero ya se sabe, a fuerza de medir tamaños de infinitos, Cantor acabó tratando de demostrar la existencia de Dios. Hace unos años se atribuyó a Gödel una presunta prueba de la existencia de Dios, lo cuál es meritorio porque llevaba 35 años muerto. Meritorio y falso.
4. Grigori Perelman
Al último matemático al que se le atribuye estar trabajando en una demostración de la existencia del Ser Supremo es al ruso Grigori Perelman único vivo en este artículo. Perelman es famoso por su demostración del Teorema (antes conjetura) de Poincaré. También por haber rechazado los premios que le correspondieron tras su hazaña (la medalla Fields, el mayor reconocimiento que puede recibir un matemático y lo que es peor, el millón de dolares con el que el Instituto Clay tiene reservados para cualquiera que resuelva alguno de los problemas del milenio. Hoy vive con su anciana madre.
5. Girolamo Cardano
Girolamo Cardano fue médico, matemático y muchas más cosas. En matemáticas publicó las soluciones a las ecuaciones polinómicas de tercer y cuarto grado (la historia de cómo las obtuvo te la cuento otro día). También escribió una de las primeras autobiografías que se conservan: "...investigador y satírico, cultivo las artes ocultas [...], sufro mil contradicciones. Lascivo, misántropo, dotado de facultades adivinatorias, celoso, calumniador e inconstante...", dice de sí mismo. Le gustaba la astrología y en 1554 escribió el horóscopo de Jesucristo. Cardano pensaba que su cumpleaños era crucial en la historia y afirmó que podía predecir su propia muerte, que sería el 21 de setiembre de 1576. Sabemos que acertó, aunque debido al tabú que siempre tuvo el suicidio no podemos estar seguros de cómo lo hizo.
6. Evariste Galois
Evariste Galois está conectado con Cardano por su investigación más recordada, la resolución de ecuaciones. Casi 300 años después de que el italiano publicase las soluciones al tercer y cuarto grado Galois sentó las bases para la demostración de que a partir de grado cinco no habría ninguna fórmula general que nos diera la solución, ya no hacía falta seguir buscando. Evariste no consiguió entrar en la prestigiosa École Normal, al parecer porque los examinadores no lograron entenderle. Se cuenta que trató de hacer más convincente su relato lanzándoles un borrador, no ayudó. El joven Galois murió en 1832 en un romántico duelo con espada contra un militar que era campeón nacional de esgrima. No había cumplido los 21.
7. Pitágoras
La antigüedad nos da testimonio de matemáticos que escandalizaron con su comportamiento y que pagaron con su vida pereciendo en circunstancias violentas. Tal es el caso de Pitágoras (s. V antes de Cristo), que fundó una secta vegetariana y hermética. Algunos dicen que se dejó morir de hambre (¡vaya!) pero poco se sabe a ciencia cierta.
8. Arquímedes
Mil años más tarde Hipatia escandalizó a la ciudad de Alejandría –no osaré calificarla de loca, la mataron una horda de cristianos por preferir seguir siendo pagana–. De Arquímedes (s. III a de C.) se cuenta que salió a la calle desnudo gritando ¡Eureka! En lo que parece a todas luces una historia apócrifa, como esta.
Se sabe que cuando los romanos rompieron por fin el cerco de Siracusa tenían orden de su general, Marcelo, de no matar al matemático que les había puesto en jaque con sus máquinas de guerra. Un soldado lo encontró dibujando en la arena, le dio orden de parar, Arquímedes no le hizo caso y le respondió con un "no toques mis círculos". Mira, como Pablo Iglesias.