Snapchat no es solo una aplicación de mensajería. Si grandes empresas como Primark o McDonalds, Audi o Amazon lo utilizan para mostrar sus tiendas, sus eventos, sus nuevas aperturas... ¿Por qué no enseñar un museo? El Thyssen-Bornemisza nos ha ofrecido la oportunidad (y, si estás rápido, todavía puedes verlo en Vernesnap).
A diferencia de la mayoría de pinacotecas europeas, la colección del Museo Thyssen abarca desde pintura clásica a arte moderno. Está organizada –exposiciones temporales aparte– en orden descendente: comienza por la segunda planta (de los primitivos italianos del s. XII a la pintura holandesa del s. XVII), sigue por la primera (de la pintura holandesa a las primeras vanguardias del s.XX) y concluye en la planta baja (cubismo, abstracto, dadaísmo, surrealismo, arte pop...).
Comenzamos por la segunda planta para establecer cierto orden cronólogico y, para seleccionar algunas de las obras que mostrar, nos valemos de dos guías: el espacio de obras maestras de la página web del museo y la Guía breve de la colección, una suerte de Thyssen básico que recoge las obras imprescindibles y su historia, significado...
Estas son algunas de las trastadas que hicimos, planta por planta, aprovechando los filtros de Snapchat: la aplicación permite añadir comentarios, intercambiar caras y añadir máscaras, entre otras posibilidades. Haz clic en las imágenes del snap para disfrutar del cuadro original y su historia:
Planta 1
Planta 2
Planta 3
Algunas lecciones de la visita
1. No es fácil hacer Faceswap con cuadros
No, a la Santa Catalina de Caravaggio no puedes decirle "ponte de lado" o "acércate un poco". Y no, tampoco puedes moverte con libre albedrío: tanto por respeto al cuadro como al resto de visitantes, hay que mantener una distancia prudencial con las obras. Algunas pinturas, sencillamente, no quedan reconocidas por la aplicación como rostro, por lo que trastear con ellas es imposible. ¡Picasso no admite filtros!
2. Cuando lo consigues, te sientes idiota
Sinceramente, no es muy inteligente ir a un museo para ver cuadros y, una vez estás frente a ellos, darles la espalda. Es inevitable sentir mucha vergüenza cuando otro visitante pasa a tu lado en ese momento. Piensas: "¿Acabaré siendo un viral sobre el apocalipsis tecnológico como aquellos niños que miraban sus móviles en vez de un Rembrandt?"
3. Es más difícil de lo que parece decir "pinacoteca"
Cuando tienes que repetir un snap por cuarta vez porque la palabra "pinacoteca" se te atraganta, tienes dos opciones: o te resignas a repetirlo 15 veces más (probablemente con el mismo resultado) o acabas diciendo "museo". Mañana paso por el logopeda.
4. Solo en museos foto-friendly
Antes de plantear una visita formal al Thyssen, en Verne estuvimos haciendo experimentos en otros museos de Madrid. Descubrimos que en El Prado no se podían hacer fotos el pasado marzo cuando, jugueteando con el teléfono móvil, nos llamaron la atención. Lección aprendida: vale la pena ahorrarse el bochorno y mirar con antelación dónde podrás tomar imágenes. ¡Y siempre sin flash!
5. Por cada minuto que tengas el móvil en la mano, guárdalo 10
No existe ni existirá filtro de Snapchat –ni fotografía, ni vídeo...– que equipare la sensación que produce estar delante de un Caravaggio, un Greco o un Picasso. Estás en un museo: ¡sumérgete en los cuadros, no en el móvil!