Wallapop es una aplicación que acerca al teléfono móvil el mercado de productos de segunda mano. Tantas son sus posibilidades, que en su amplia oferta y demanda se cobijan intentos de timo, ligones incansables y bastantes patadas al diccionario. Desde el pasado verano, una versión paródica llamada Wallapuff selecciona los anuncios reales más surrealistas que se encuentran en este servicio. Sus 90.000 seguidores en Facebook hacen que sea casi tan exitosa como la cuenta original, de la que solo le separan 15.000 personas.
Emilio Narváez, Manu Pradas y Miriam Romero son tres catalanes que, sorprendidos por las cosas que encontraban en los clasificados de Wallapop, decidieron recopilarlos en una página web con su correspondiente perfil de Facebook. "Hay de todo, conversaciones surrealistas, productos disparatados y mucho pillo", cuenta a Verne uno de sus fundadores, Emilio Narváez, quien asegura que suelen recibir entre 30 y 50 mensajes cada día con hallazgos de los usuarios de la aplicación.
"Son tantas las sugerencias que no nos da tiempo a gestionarlas en nuestro tiempo libre, ya que Wallapuff es solo un pasatiempo para nosotros", comenta. Cuenta que, desde que algunos tuiteros estrella han compartido varias de sus publicaciones, el seguimiento de su página paródica ha crecido hasta llegar a las cifras actuales.
A los usuarios, comenta Narváez, les encanta cotillear las conversaciones entre anunciante y posible comprador, que una vez que se envían a un teléfono se pueden hacer públicas con el consentimiento de una de las dos partes. Algunas son disparatas y gustan tanto como las faltas garrafales de ortografía. Son las dos secciones estrella de la web, comenta su fundador.
Están tan acostumbrados a recibir sugerencias, que son "capaces de detectar aquellas que no son espontáneas y se han creado para aparecer en Wallapuff", afirma Emilio Narváez. "De hecho, en algunas de las conversaciones se puede leer a algún usuario preguntar si le están 'haciendo un Wallapuff', como quien se pregunta si es víctima de una broma con cámara oculta".
Dicen no haber recibido ningún tipo de reacción por parte de la aplicación original, aunque son conscientes de que Wallapop sí que ha denunciado a otros productos que los imitan para proteger su marca. "Quizá es porque nosotros no somos competencia. De hecho, les somos muy útiles: limpiamos sus anuncios de timadores y acosadores y encima les hacemos promoción. Deberían ficharnos o por lo menos patrocinarnos", reclama el impulsor de Wallapuff.
Otros usuarios, en cambio, usan un falso anuncio de segunda mano como vehículo de expresión, para hacer una broma como harían con un mensaje de Twitter o a través de un meme. Uno de ellas subastaba las gafas rotas de Rajoy, tras ser agredido en Galicia días antes de las elecciones del 20-D, y otro vende la presidencia de la Generalitat después de la CUP.