El ser humano es un animal de costumbres. Normalmente, salimos con la misma gente, acudimos a los mismos bares de nuestra confianza y terminamos en las mismas discotecas. O afters. Y, al volver a casa, hacemos las mismas cosas: de madrugada, todos hemos automatizado unos gestos que, según la hora y el estado que nos encontremos, haremos casi con toda probabilidad. Aquí van 11 de ellas y algunos consejos sobre cómo gestionarlas.
1. Asaltar la nevera
Las dos puertas que primero se abren cuando uno regresa de fiesta son siempre las mismas. Primero, la de casa; después, la del frigorífico. A altas horas de la madrugada, nuestras prioridades respecto a lo que refleja la pirámide alimenticia se dan completamente la vuelta: lo más acuciante es meterse en el cuerpo snacks, dulces, pizza, refrescos o sobras de la cena. La honrosa excepción sería la pasta, pero como hay que cocinarla, la dejamos para el punto 2.
2. Creerse Adriá
Hay ocasiones en las que el asalto a la nevera no tiene los resultados que esperábamos: Alguien ha acabado con el embutido antes que tú, al bote de paté que pensabas terminarte le ha salido un pelazo que ni Donald Trump o has llegado con antojo de algo caliente. La solución pasa por ponerse a cocinar y, a altas horas de la madrugada, la creatividad se dispara. ¿Por qué no preparar espirales de pasta a la carbonara pero cambiando el beicon –que no queda– por jamón de york, la nata –que tampoco– por leche y la cebolla por piña? Puede que la mezcla acabe siendo horripilante, pero al regresado le sabrá a ambrosía pura.
3. Aplicar remedios preventivos (y poco efectivos, reconozcámoslo) para la resaca
A los remedios antes de dormir para evitar la resaca les ocurre como al parchís, en cada casa se juega de una forma. Desde los espartanos que no toman absolutamente nada a los que deciden que, por si no hubiéramos maltratado suficiente al hígado durante la noche, un ibuprofeno les va a sentar de maravilla. Entremedias, los devotos de la isotónica y los del agua, en sus dos formatos: por fuera, en forma de ducha, o por dentro, en forma de botella de dos litros de agua al lado de la cama. Otro remedio posible es leer este tema, que no va a curarte, pero al menos va a servir para compartir tu sufrimiento.
4. Hacer el ninja
Llegar a casa a horas intempestivas implica que, por lo general, el resto de las personas con las que convives llevan horas durmiendo. Y al abrir la puerta, se nos infunde un enorme sentido de la responsabilidad: no podemos despertarlos de ninguna de las maneras. La oscuridad y el sigilo se convierten en nuestros mayores aliados, y las patas de los muebles y las esquinas de las sillas en los peores enemigos. El modo ninja suele terminar cuando uno de estos dos enemigos ataca tu punto débil, el dedo meñique del pie descalzo.
5. Enviar mensajes inapropiados
Un clásico entre los clásicos, aunque hay que diferenciar entre distintas tipologías, según dónde esté el error. Ordenados de menos a más problemático, son:
Error en el mensaje
Error en el contenido
Error en el destinatario
6. Quedarse dormido antes de tiempo
A altas horas de la madrugada, y en un sitio tan tranquilo como el hogar, Morfeo puede pegarnos una patada karateca y dejarnos K.O. en cualquier momento. A veces, en sitios inapropiados: la silla del ordenador, el sofá en el que íbamos a sentarnos un momentito o en la cama, pero sin los deberes hechos. A la mañana siguiente te despertarás desorientado y preguntándote por qué no te quitaste los pantalones vaqueros.
7. Pasarte YouTube
Uno de los mayores errores que puede cometerse al llegar a casa después de una buena parranda es encender el ordenador. Todo son trampas: escribir mensajes inapropiados (ver punto 5) está demasiado al alcance de la mano, y entrar a YouTube supone un bucle casi infinito. ¿Sabes la típica peli de terror en la que el protagonista ve un monstruo por la ventana y, cuando va a enseñárselo a sus amigos, ha desaparecido? Pues con YouTube pasa algo parecido: al día siguiente intentarás enseñar a tus conocidos aquel vídeo tan divertido de rusos bailando que viste 15 veces, pero nunca lo encontrarás.
8. Contar la calderilla
En el libro Sobre la muerte y los moribundos, la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross habla de las cinco fases del duelo por las que pasa la gente que ha vivido una tragedia. Tal vez te suenen porque, como todo, sale en Los Simpson. Al abrir la cartera y volver a casa también las sufrimos:
- Negación: "¿Cómo van a quedarme solo 75 céntimos?" "¡Es imposible que me haya gastado tanto dinero!".
- Ira: "¡Seguro que me han robado!" "¡Han sido los del guardarropa, malditos!".
- Negociación: "Si al menos recordara cuánto dinero tenía antes de entrar a la discoteca...".
- Depresión: "No vuelvo a salir. No porque no quiera, ¡es que no puedo! ¡Estoy en la ruina!".
- Aceptación: "Bueno, si salí de casa con 20 euros, cené, me tomé tres cañas, saqué otros 20 euros, pagué una entrada con dos consumiciones y al salir me compre una lata (¿o tres latas?)... A lo mejor sí es normal que tenga 75 céntimos".
9. Buscar ubicación al souvenir que has traído de la calle
Hay que reconocerlo: el camino hasta casa llevando en la cabeza el cono reflectante que has encontrado en una zanja ha sido divertidísimo, pero ahora es difícil buscarle sitio. ¿El baño? ¿A los pies de la cama? Tal vez empieces a plantearte que en la obra, señalizando posibles accidentes, estaba mejor. Míralo por el lado bueno: peor lo va a tener tu amigo, que se ha llevado una valla amarilla.
10. Ir al trabajo o a clase de empalmada
Las probabilidades de que esto ocurra son, por lo general, inversamente proporcionales a la edad del fiestero. Pongámonos en situación: has llegado a casa a las 6:30 de la madrugada y tienes que levantarte a las 7:30. Y surge el dilema: ¿nos echamos una siesta o nos tomamos dos cafés bien cargados? La segunda opción te asegura pasar un día regular, pero la primera... También. En cualquier caso, no te vendría mal leer esto y esto (en orden) para la próxima vez que vayas a salir.
11. Combinar varias de las anteriores
Hacer todas estas tareas de una en una es lo mejor para ti y tu salud, pero... la verdad, no supone diversión ninguna. ¡Lo emocionante es hacer varias a la vez! Algunas de las combinaciones más frecuentes son:
- Ir a mandar un mensaje inapropiado y quedarse dormido antes de tiempo. Te despertarás con el móvil clavado en la espalda después de haberte dormido con él en la mano. Pero y el placer de ver el mensaje a medio escribir y sin enviar, ¿qué?
- Creerte Adriá Ninja. Y el eterno dilema: ¿qué hace más ruido, abrir una bolsa muy, muy despacio o abrirla muy rápido?
- Empalmar y aplicar remedios para la resaca: aunque, en este caso, más que para la resaca, son para que no se te note demasiado que no has dormido (o que todavía te queda un poco de alcohol en sangre, o sangre en alcohol). Por un rato, tu estómago se convierte en un remake cutre de Breaking Bad: ahí se está "cocinado" una mezcla explosiva de todos los productos con cafeína que has podido reunir, un ibuprofeno, algún suplemento vitamínico, una bebida isotónica...