Las candidaturas de los Oscar generan de forma periódica un debate en torno a la discriminación racial en la industria de Hollywood. Los premios dedicados a la interpretación, en cambio, garantizan paridad entre hombres y mujeres al contar con categorías separadas. En los últimos años, surgen voces en contra a esta medida. Defienden que división no equivale a igualdad.
En España, en los Goya existen seis categorías de actuación en vez de tres (principal, secundario y revelación). Una de las razones de esta división es meramente promocional. Duplicar candidaturas y premios, como ocurre en los Globos de Oro al dividir los dramas de las comedias y musicales, garantiza exposición a más producciones cinematográficas.
Kim Elsesser, profesora de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) especializada en psicología y asuntos de género, cuestionó en un artículo de opinión publicado en 2010 en The New York Times que los Oscar dividieran sus premios, aunque su queja se puede extender a otros tantos galardones.
"Supongamos que se separaran los galardones entre mejor actor blanco y mejor actor no blanco y que se prohibiera a Morgan Freeman competir contra George Clooney. La Academia sería ridiculizada por ser intolerante y no tener los pies en la tierra. ¿Por qué entonces se considera aceptable segregar las nominaciones por sexos?", se preguntaba.
Han pasado siete años desde que firmó este texto, aunque pocas cosas han cambiado al respecto. Elsesser apunta en respuesta a Verne, a través del correo electrónico, la razón para tal inmovilismo en la industria estadounidense: "Un premio que unifique géneros destacaría el hecho de que las actrices gozan de menos papeles en la industria. Separando las categorías se puede maquillar esa desigualdad".
Las estadísticas confirman una clara hegemonía masculina entre los proyectos de perfil alto en Hollywood, lo que reduciría las posibilidades del resto de intérpretes para obtener candidaturas o galardones en el caso de competir por el mismo premio.
De las 61 cintas de acción real que han sido candidatas al Oscar a mejor película desde 2010 hasta 2016, solo 17 cuentan con una protagonista femenina. Son menos del 28% de las favoritas de los académicos.
La presencia de mujeres en los proyectos destinados a ser un éxito en taquilla no es mucho mejor. Si nos fijamos en las 20 películas que no pertenecen al género de animación con mayores ingresos en Estados Unidos durante 2016, solo en seis ocasiones encontramos a mujeres encabezando el cartel: Rogue One, Cazafantasmas, Malas madres, Expediente Warren 2, Arrival y Passengers. La cifra es muy similar a la del año anterior, con 7 de 20.
¿Merece la pena entonces perder esa ventana de exposición que las categorías femeninas aseguran a las actrices? Para Elsseser es incluso obligado. "No es razón para mantenerlas. Cuando se compruebe que apenas hay actrices candidatas a premios se pondrá en evidencia la desigualdad que enfrentan en la industria, como ocurre en las categorías a mejor dirección".
Hasta ahora, la disparidad de sueldos que han denunciado actrices como Jennifer Lawrence y la polémica por la calidad de las preguntas que las mujeres enfrentan en las alfombras rojas han evidenciado esa desigualdad.
Los Grammy, que destacan a los mejores de la industria musical, decidieron en 2012 no hacer distinción entre hombres y mujeres, para así disminuir el número de galardones a entregar. Desde entonces, las mujeres han dominado en las categorías de R&B y Pop y han perdido presencia en la de Country.
Puerta abierta al resto de identidades sexuales
Lo cierto es que el cambio, aunque de forma lenta, llega a la institución cinematográfica estadounidense. La actual 89ª edición de los Oscar ha sido la primera en la que una película presentaba a la misma persona como precandidata a las categorías a mejor actor de reparto y mejor actriz de reparto a la vez.
Confessions of a Womanizer, de Miguel Ali, logró postular a su protagonista a ambos premios con la aprobación de la academia estadounidense. Su interprete principal, Kelly Mantle, se identifica como género fluido, el llamado tercer género que oscila entre varias identidades sexuales. La producción independiente no ha logrado ninguna nominación, pero ha abierto el debate.
Kelly Mantle en Confessions of a Womanizer
"Aunque no ganemos ningún premio, habrá merecido la pena nuestra campaña", cuenta a Verne el director debutante, quien se opone a la unificación por género. En su opinión, debería incluso existir un tercer apartado, para intérpretes transexuales y gender fluid. "Si las mujeres ya lo tienen duro para encontrar buenos papeles, para ellos es casi imposible", argumenta a través del correo electrónico.
"Los pocos papeles que representan a la comunidad suelen interpretarlos hombres blancos heterosexuales", comenta, quizá en referencia a Jeffrey Tambor, merecedor de varios premios relevantes por su papel como mujer transexual en la serie Transparent. "Los productores tienen miedo de incluir en sus repartos a intérpretes transgénero por miedo al rechazo de parte de la audiencia estadounidense", argumenta el director.
Kelley Mantle ve un enorme avance en el visto bueno de los Oscar a su doble postulación: "Son una gran plataforma para dar visibilidad a esta comunidad. Cada oportunidad para impulsar la conversación y educar sobre diversidad e identidad de género es muy necesaria en estos tiempos Trump-ultuosos", cuenta en la web oficial de la cinta.
Para Kim Elsesser (investigadora de UCLA), la comunidad transgénero y de género fluido no actúa como beneficiaria sino como activista en el debate sobre la unificación de candidaturas interpretativas: "Son los que ayudan a que llegue el cambio. Cada vez es más evidente que hay gente que no se identifica solamente con el género masculino o femenino; que la sociedad se mueve en un código menos binario en ese aspecto. Nos hacen ver que premiar a hombres y mujeres por separado tiene muy poco sentido".