“¡Guapa!”, fue el grito que Tamara de Anda escuchó mientras caminaba por una calle de la delegación Cuauhtémoc en la Ciudad de México. La bloguera notó que había sido un taxista quien lanzó el piropo. “Nadie te pidió tu opinión”, le respondió. El hombre dijo que el comentario no era para ella, con tono burlón, según cuenta la escritora en su columna en el medio Maspormás. De Anda pidió el apoyo de un policía de tránsito quien llevó el caso a un Juzgado Cívico, donde el hombre fue procesado por una falta administrativa. Él, al rehusarse a pagar una multa, pasó una noche en el centro de detención, conocido como el torito.
De Anda, conocida como Plaqueta, relató lo ocurrido tanto en su cuenta de Twitter como en sus columnas en Maspormás y El Universal. Su apodo se convirtió en trending topic la semana pasada y su caso despertó un debate en redes sobre la posibilidad de denunciar un piropo como una forma de acoso callejero.
“Es importante que los acosadores empiecen a enterarse de que los piropos no son tal cosa, y que está de la verga hacer sentir inseguras y vulnerables a las mujeres”, comenta De Anda a Verne vía telefónica. “Eso se llama acoso. A ver si son tan valientes a la hora de enfrentar las consecuencias, porque es una falta administrativa”. La bloguera basó su acusación en el artículo 23 de la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México:
Artículo 23.-Son infracciones contra la dignidad de las personas; I.Vejar o maltratar física o verbalmente a cualquier persona.
La sanción por esta falta son 11 a 20 veces la unidad de cuenta de la Ciudad de México (75 pesos) o el arresto de 13 a 24 horas.
“Si hay un policía cerca (en el transporte público por ejemplo), hay que denunciar a acosador”, apunta De Anda. “Y si hay tiempo de proceder, hacerlo. Es de hueva, pero no tan de hueva como una denuncia en el Ministerio Público. Es ir al juzgado cívico más cercano, esperar turno, enfrentarse a la burocracia, pero es relativamente sencillo”. El Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, confirmó a Verne que la columnista realizó este proceso para denunciar el acoso y la dependencia la auxilió en su denuncia.
Andrés Gómez Espinosa, psicólogo del Instituto Mexicano de Psicooncología, dijo a Verne en una entrevista que en México el piropo callejero es más celebrado que criticado. “El piropo se considera admisible, incluso como si fuera una creación literaria o artística, pero es un acto invasivo”, comentó. “Se asume una condición de superioridad y el derecho a juzgar el cuerpo del otro”, dice. Él y sus estudiantes lanzaron una campaña con una veintena de sitios de construcción para colocar mensajes en los que se asegura que los trabajadores no harán este tipo de comentarios a las mujeres que pasan cerca del lugar.
“Si la situación es relativamente segura, si hay más gente en la calle o en el transporte y no es un lugar aislado y oscuro, no hay que quedarse callada”, comenta De Anda. “Los acosadores no esperan que contestes. Están acostumbrados a que bajemos la cabeza y no hagamos nada. Verlos a los ojos y responder lo que sea, incluso Gracias, los saca de pedo. Mi respuesta estándar es: Nadie te preguntó tu opinión o Cállate el hocico, esa última es cuando voy en la bici y se los grito de lejos”.
Aunque la escritora obtuvo decenas de felicitaciones y mensajes de apoyo en su cuenta de Twitter, también recibió numerosas críticas e insultos por su decisión y la apodaron #LadyPlaqueta. “La primera mujer fea que consigue sus diez minutos de fama gracias a la debilidad visual de un taxista”, se leía en un tuit. “El acosador merece un castigo, no por gritarle guapa sino por tener mal gusto”, fue otro de los comentarios.
“Ya me lo esperaba”, dice De Anda. “Le pasó lo mismo a Las Morras y a Andrea Noel. Me dan mucho oso los que no son trolls-trolls sino humanos en el tren del mame, me da mucha pena que su chiste más recurrente sea El taxista estaba ciego, estás bien culera y que crean que son muy graciosos”.
Una de las imágenes más compartidas con el hashtag #LadyPlaqueta es una donde se comparan dos tuits de De Anda. En uno cuenta que el dueño del bar Covadonga la saludó con un ¡Hola, guapa!, en el otro denuncia al taxista que le gritó ¡Guapa! “Aprendí que si un piropo viene de alguien que es moreno, feo y pobre es una falta administrativa”, se lee en el tuit que acompaña la imagen.
En su columna en El Universal, De Anda argumenta que el punto de la denuncia no es el contenido del grito sino la circunstancia. “No importa cuánto citan a Foucault y Sabines para justificar lo injustificable: gritarle chingaderas a las mujeres en la calle”.
Catalina Ruiz, cocreadora de la plataforma sobre feminismo (E)stereotipas, escribió en su blog que el troleo hacia De Anda podría inhibir a otras mujeres a denunciar. “Culpabilizar a Tamara no solo es inoficioso sino nocivo, porque el mensaje que envía es que este es el lío en que te vas a meter si osas atreverte a denunciar”, apunta. “Primero te van a hacer responsable por el destino de tu agresor, y este chantaje es mucho más poderoso cuando el agresor es alguien cercano”. De Anda añade: “Estoy tranquila, fuera de nuestra burbuja la banda está cabrona de misógina, nomás no es bonito recordarlo así de golpe”, comenta.