Ahorita te contamos por qué los mexicanos respondemos a todo con ‘ahorita’

Esta palabra que alarga el tiempo puede significar ahora mismo, más tarde o nunca

Supongamos que eres un extranjero en México y quieres averiguar el significado de la palabra ahorita, pues la escuchas todo el tiempo a donde quiera que vas. Lo primero que encuentras es que el término no está registrado en el diccionario de la Real Academia Española, igual que ocurre con la práctica totalidad de diminutivos. Entonces decides acudir a un foro en internet: la página Así Hablamos, por ejemplo, donde se explican las acepciones de esta palabra en diez países latinoamericanos. Al llegar a México encuentras que ahorita puede significar tres cosas muy distintas: Uno: Ahora mismo. Dos: Más tarde. Tres: Nunca.

Del uso de ahorita pueden encontrarse ejemplos en cuentas de tuiteros mexicanos y latinoamericanos:

Esta confusión la vivió Laura García Arroyo cuando llegó a vivir a México desde España, hace más de 17 años. Ella es traductora, lexicógrafa y una de las presentadoras del programa La dichosa palabra, que se transmite en la televisión pública. “Yo llegué aquí pensando que hablábamos el mismo idioma, pero con las semanas y los meses me di cuenta de la cantidad de matices que no entendía, o que entendía mal, y entré en una especie de pánico”, cuenta a Verne vía telefónica.

Ahora se autodefine como mexiñola, pero cuando recién llegó a vivir a la Ciudad de México se sorprendió -entre otras cosas- con el uso tan extendido de los diminutivos en el español mexicano. Y en particular, del ahorita. “Para mí, ahora es lo que pone el diccionario, que es el tiempo actual, este mismo momento”, dice. “Pero el ahorita o el ahoritita resulta que tiene una duración muy variable: puede ser desde un segundo hasta meses, y eso para alguien que no está acostumbrado a esos matices puede ser muy desconcertante”.

A la presentadora le gusta llamarlo “futuro inconcreto”, un tiempo verbal único que los mexicanos utilizamos para decir: “Sí lo voy a hacer, pero no te aseguro cuándo”. En la experiencia de García Arroyo, existe un código que permite a los hablantes de este país saber si la duración será más extensa o más inmediata. “El ahorita es un síntoma cultural brutal; es una manera de ser, de reflexionar y de manejarse en la vida que es fascinante, y que alguien de fuera puede tardar en entenderlo”, comenta esta amante de las palabras.

En lo anterior está de acuerdo Pablo Fernández Christlieb, profesor de Psicología Social en la UNAM y autor de varios libros de ensayo. “El ahorita me parece que es maravilloso: si hay un poema en el español de México, es esa palabra”, dice el académico en entrevista telefónica con Verne. En su libro Lo que se siente pensar o la cultura como psicología (Taurus, 2011), Fernández Christlieb dedica un capítulo a la percepción, donde también reflexiona sobre el uso de los diminutivos en el habla cotidiana.

"Por alguna razón, seguramente tropical, en el castellano de América hay una vocación imperiosa por convertir todas las palabras en chiquitas", escribe Fernández Christlieb, quien sugiere que de esta manera se vuelven menos obligatorias y más tratables. "Los diminutivos le quitan al lenguaje el tono duro de la orden (...) y le otorgan más bien el matiz amigable del consejo", que siempre puede ser desoído. "Decir que uno de veritas va a hacer los deberes al ratito significa que ya Dios dirá si se hacen o no. Entre prometer cumplir algo ahora, y prometer cumplirlo ahorita, da tiempo de olvidar las promesas".

Este psicólogo social afirma que, al ser el castellano una lengua impuesta en América Latina, sus hablantes lo contemplan como “algo colosal” a lo que hay que obedecer. Y que el uso de adverbios indefinidos, como ahorita, puede ser una manera de domesticar el lenguaje, e incluso de desobedecerlo. “Frente al jefe o patrón, uno nunca dice que no hace las cosas, sino que las va a hacer ahorita. No se enfrenta", añade Fernández Christlieb. “Pero esto de dar largas diciendo que sí y no haciéndolo, también es una manera de enfrentarse, lo cual me parece francamente bonito”.

Las herencias culturales del lenguaje

Utilizar el diminutivo de ahora no es exclusivo de tierras mexicanas. Este palabra que alarga el tiempo se utiliza en otros países latinoamericanos e incluso tiene algunas variantes. En Colombia, se utiliza el diminutivo con c, es decir: ahoritica. Carlos Joaquín Córdova en su diccionario de ecuatorianismos indica que en una provincia de ese país se utiliza, además, en plural:

-¿A qué hora llegó el paquete?

-¡Ahoritas!

Laura García Arroyo explica que en algunas lenguas prehispánicas ya se utilizaban los diminutivos. En el náhuatl se usa el sufijo tzin después de los nombres propios, como una manera de expresar cortesía o cariño. Por ejemplo, Malintzin. Eso podría significar, según la lexicógrafa, que el uso del diminutivo evolucionó y se acomodó a la lengua impuesta. “Una lengua, según donde se habla, trae herencias culturales que tiende a mostrar en sus palabras, su gramática y su forma de expresar realidades”.