La voz de María del Mar Terrón es una de las más escuchadas de la Ciudad de México. Ella es la autora de la grabación utilizada por los comerciantes de residuos electrodomésticos para anunciar su llegada: “Se cooompraan colchooonees, tambooores, refrigeradooores… o algo de fierro viejo que vendaaaa”. Los llamados carreros son la peor pesadilla de los que quieren dormir hasta tarde en un fin de semana, pero su sintonía ya es parte de la cultura popular de la ciudad.
Esto podría cambiar con las reformas aprobadas recientemente a la Ley de Residuos Sólidos. La nueva norma de separación y recolección de basura establece que el Gobierno de la Ciudad se encargará de gestionar los desechos electrodomésticos y el cascajo de los hogares. Los ciudadanos ya no tendrán que depender de las camionetas que circulan por las calles al ritmo de la famosa grabación.
A partir del 8 de julio, los hogares de la Ciudad de México deberán separar su basura en cuatro categorías. En un contenedor se colocarán los desechos orgánicos, en otro los inorgánicos reciclables (como papel, latas o vidrio) y en otro los inorgánicos no reciclables (unicel, colillas de cigarro o pañales). Los desechos “de manejo especial o voluminosos”, es decir los colchones, refrigeradores y fierros viejos, serán recolectados por un camión oficial todos los domingos.
Es una novedad que el Gobierno de la Ciudad se encargue de recoger los desechos electrodomésticos y el cascajo de los hogares. “Lo que hicimos fue permitir algo que antes estaba prohibido para el servicio de limpia”, explicó a Verne el diputado del Partido Verde Ecologista Xavier López Adame, presidente de la comisión ambiental de la Asamblea Legislativa. López Adame aseguró que el vehículo que ofrezca este servicio llevará un sello distintivo “para poder identificar quién lo hace de manera legal y quién de manera ilegal”.
Los carreros han recorrido las calles de la Ciudad desde hace décadas, pero siempre han operado en un área legal gris. “Es ilegal, pero lo permitimos porque hay un mercado de reciclaje”, aseguró López Adame. El problema, en su opinión, es que no hay forma de saber cuál es el destino final de los residuos que recogen estos vehículos, y que muchas veces se depositan en sitios irregulares causando daños al medio ambiente.
Hasta ahora, dijo el diputado, "la única sanción que se ha aprobado en la reforma de la ley es para los dueños de los terrenos que se utilizan como tiraderos a cielo abierto donde se depositan este tipo de desechos".
Aunque el negocio de los carreros es informal -como la economía de 57% de la población activa en México- existe un gremio que representa sus intereses. La nueva norma ambiental preocupa a Francisco Uriostegui Pineda, presidente de la Confederación Nacional de Industriales de Metales y Recicladores, quien habló con Verne en representación de cerca de 50 mil carreros que trabajan en la Ciudad. “Mis agremiados se autoemplean perifoneando por las calles. El Gobierno no se molesta en darles ese empleo y ahora se los quiere quitar”, expresó.
El empresario se pregunta por qué la gente querría “regalarle” sus desechos a las autoridades locales -“que los van a vender a empresas”- en lugar de obtener una remuneración con los comerciantes de perifoneo. Por un refrigerador, por ejemplo, los carreros pueden pagar al dueño original una cantidad que va de 150 a 300 pesos (7,3 a 14,5 euros).
Uriostegui defendió la actividad económica que, según sus cálculos, realizan cerca de 6 millones de personas en todo el país. Ahí incluyó a todos los participantes de la cadena productiva: desde los pepenadores -“esas personas invisibles”- hasta las grandes empresas que transforman los materiales reciclables en subproductos o productos que vuelven a integrarse al ciclo de consumo.
El destino de la grabación de los fierros viejos todavía es incierto, ya que el proyecto ambiental de la Ciudad no está completamente definido. El diputado López Adame confirmó que aún no está claro en qué condiciones se podrían incorporar los comerciantes informales al sector formal. Sin embargo, aseguró que la intención del Gobierno de la Ciudad es hacer un sistema de reciclaje inclusivo. “No estamos en contra del negocio de recolectores de fierros viejos, pero hay que ordenarlo y sanearlo”, afirmó.