Dice un chiste recurrente que cuando los chilangos viajan a un lugar donde el aire es limpio y puro, tienen que pegarse al escape del coche para sentir que están vivos. En Verne nos propusimos explorar si hay algo de cierto en este mito urbano, hoy que es el cuarto día consecutivo en el que se activa la fase I de contingencia ambiental por los altos niveles de ozono en la atmósfera. Preguntamos a dos expertos si los habitantes de la Ciudad de México pueden haber desarrollado algún tipo de inmunidad o mayor resistencia a la contaminación del aire por ser un problema tan cotidiano en la ciudad.
Según Carlos Falcón, experto en toxicología ambiental y daño respiratorio, la contaminación “no nos ha matado, pero sí nos ha hecho más fuertes”. Él cree que algunas personas se inmunizan a la mala calidad del aire, pero esto depende de otros factores como la alimentación y la susceptibilidad genética. Una dieta rica en antioxidantes puede incrementar las defensas del organismo, mientras que una mala alimentación produce el efecto contrario.
Cada persona es diferente a nivel genético, añade el investigador de la UNAM, pero tendemos a adaptarnos al ambiente. “A mi no me arden los ojos, ni me escurre la nariz, ni me duele la cabeza, mientras que alguien de provincia que viene unos días sí puede presentar estos síntomas”, dice Falcón. Esto no es una regla, aclara, pues también hay chilangos más susceptibles y habitantes de otros Estados que son más resistentes.
Lo que es un hecho, comenta el experto, es que el ozono es un gas altamente reactivo: “En el aparato respiratorio incrementa las crisis asmáticas ya que está relacionado a la inflamación causada por alergias”. Falcón afirma que se ha logrado correlacionar los altos índices de ozono con los ingresos hospitalarios o consultas por asma, y está comprobado que puede aumentar las crisis de pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica en el mundo provoca tres millones de muertes prematuras cada año.
En opinión de Guillermo Guidos Fogelbach, académico del Instituto Politécnico Nacional y especialista en alergología, los chilangos son tan susceptibles como cualquier persona a las malas condiciones del aire. La exposición constante al ozono puede generar problemas respiratorios y cardiovasculares, explica, especialmente en quienes ya presentan alguna condición crónica, como alergia o asma.
“Todo depende del tipo de exposición, el tiempo y la sustancia a la que nos exponemos”, apunta Guidos Fogelbach. Colocarse unos minutos detrás del escape de un camión puede resultar mortal, pero casi nunca inhalamos los gases contaminantes de forma tan directa. El también colaborador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM explica que la Ciudad de México tiene una dinámica de dispersión de vientos de norte a sur. Esto provoca que la contaminación se concentre en el norte de la ciudad por las mañanas, y por las tardes lo haga en el sur.
Por otro lado, recuerda el académico, la capital del país no es la urbe más contaminada de México. Un informe de la OMS de 2016 informó que hay seis ciudades que concentran más partículas contaminantes en el aire: Monterrey, Toluca, Salamanca, León, Irapuato y Silao.
Los expertos recomiendan no hacer ejercicio al aire libre durante estos días de contingencia. Falcón hace énfasis en evitar el uso de la bicicleta, “ya que el ciclista es la persona que presenta mayores síntomas respiratorios por la contaminación ambiental”. Guidos Fogelbach añade algunos consejos: no tener las ventanas de casa abiertas, manejar con las ventanas del coche cerradas y evitar que las poblaciones vulnerables, como los niños y los adultos mayores, pasen mucho tiempo en el exterior.
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