Acaba de arrancar la temporada de alergias al polen de las gramíneas y de los olivos. Los cuatro síntomas más habituales en esta época y que nos deberían llevar al alergólogo, si no hemos ido ya antes, son el picor de nariz, los estornudos, la mucosidad y la congestión nasal. Es muy probable que nos receten antihistáminicos, quizás acompañados de un spray nasal con corticoides para la congestión. También es posible que los antihistáminicos nos den sueño.
Estos medicamentos actúan sobre la histamina, una hormona y neurotransmisor que, entre otras funciones, interviene en las respuestas del sistema inmunológico (recordemos que una alergia es una reacción de este sistema frente a una sustancia inofensiva). La histamina también regula el ritmo del sueño, por lo que estos medicamentos pueden provocar somnolencia. Pero no tienen por qué.
La mayoría de los recetados en la actualidad son los llamados de “segunda generación”, explica a Verne el doctor Darío Antolín, alergólogo y Secretario de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Los de primera generación “tenían más efecto sedante y provocaban más somnolencia y aletargamiento”, pero los nuevos “tienen menos efectos secundarios, son más eficaces, solo es necesario tomarlos una vez al día y además no pierden eficacia por su uso prolongado”.
Entonces, ¿por qué hay gente que aún se queja del sueño que le entra por culpa de esta medicación? “Producen menos somnolencia, pero aun así pueden provocarla. Depende de cada persona y también de cada medicamento”.
El café apenas puede aliviar este aletargamiento y desde luego no hay que dejar de tomar la medicación: una rinitis no tratada puede acabar convirtiéndose en asma alérgica y “además es una causa frecuente de bajas laborales”. La solución pasa por volver al médico.
Hay tres grandes grupos de antihistamínicos de segunda generación: las fenotiazinas, las piperazinas y las piperidinas. En caso de que nuestro antihistamínico nos siga produciendo este efecto secundario, podemos recurrir a nuestro alergólogo. “A menudo el paciente llega a la consulta con el antihistamínico que se le ha recetado anteriormente. El alergólogo puede continuar con ese o modificarlo según sus necesidades”.
El doctor Antolín recuerda además que la Seguridad Social cubre estos tratamientos, a excepción de “algunos de los que se anuncian por televisión, que además del antihistamínico llevan vasoconstrictor para la congestión”. Estos medicamentos están pensados solo para un uso ocasional y, aunque se vendan sin receta, no deberían tomarse sin control médico. Si se toman de forma continuada “pueden causar rinitis medicamentosa o de rebote, que es más compleja de tratar y más resistente”.
Un 33% de los españoles tiene alguna alergia y muchos de ellos están ya atentos a cómo se presentarán las próximas semanas. “En Madrid el 4 de mayo ya subieron los niveles de gramíneas -apunta Antolín-, aunque aún no son tan altos como para que todos los alérgicos presenten síntomas”.
La intensidad prevista depende de cada región. En el caso de Madrid, “parece que será moderada, algo más leve que el año pasado”. Eso sí, se prevé una nueva subida en los próximos días, al igual que en el caso de los olivos: “En Andalucía ya hubo picos el fin de semana pasado, pero se espera que en la meseta esto ocurra en torno al día 15”.
Consejos para sobrevivir a la temporada de alergias
Estas son algunas de las recomendaciones para hacer frente a los efectos de las alergias.
- Se pueden usar mascarillas solo si están homologadas, no bastan las quirúrgicas. Y hay que usarlas correctamente. Como nos explicaba el doctor Manuel Alcántara, del Complejo Hospitalario de Jaén, “si con el calor o con la sensación de agobio, los alérgicos se la quitan, el polen puede acumularse en el interior de la mascarilla”. Esto significa que al volver a colocársela, pueden pasarlo peor. Es decir, son útiles para personas “muy disciplinadas” o que, simplemente, se sientan mejor con ellas. “Como norma, no las recomendamos”, añade, ya que “si un paciente está bien tratado, se siente bien lleve o no mascarilla”.
- Usar gafas, que actúan como pantalla.
- Utilizar filtros antipolen en el coche y cambiarlos cada cierto tiempo (también hay que cambiar los filtros de las mascarillas).
- Viajar en el coche con las ventanillas subidas.
- Informarse sobre los niveles de polen de cada ciudad.
- Tener en cuenta que estos niveles varían dependiendo de la hora del día: cuando hace más calor (entre las 12 y las 5 de la tarde) suele haber más polen.
- A estas horas hay que evitar la actividad física y no es recomendable ventilar la casa.
- Tampoco es buena idea tender la ropa en el exterior.
- Al volver a casa, deberíamos cambiarnos de ropa y ducharnos.
- Antes de dormir, podemos pulverizar la habitación con agua, que hará que el polen pese más y caiga al suelo. También serviría un humidificador, aunque sólo para alérgicos al polen: para los alérgicos a los ácaros la humedad es contraproducente.
- Seguir los tratamientos prescritos por los especialistas incluyendo, en los casos necesarios, las vacunas.
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