"Toda la esencia de la gran Barcelona está en esta calle": el homenaje de Lorca a La Rambla en 1935

"La única calle de la Tierra que yo desearía que no se acabara nunca"

Federico García Lorca visitó Barcelona por primera vez por invitación de Dalí, en 1925

El poeta y dramaturgo Federico García Lorca visitó Barcelona frecuentemente. Tuvo tiempo de pasear por La Rambla de la capital catalana. Quedó fascinado por estas simbólicas calles de Barcelona, donde se produjo el atentado del 17 de agosto que, de momento, se ha saldado con 13 muertos y más de un centenar de heridos. Las palabras del granadino sobre La Rambla han resucitado en Twitter tras el atentado.

Los tres párrafos del tuit son un fragmento de A las floristas de La Rambla de Barcelona [Puedes leer el texto íntegro al final del artículo]. Se trata de un discurso que Lorca leyó en una cena en el hotel Majestic a la que fue invitado el 22 de diciembre de 1935 y que antes pronunció ante la audiencia del teatro Principal Palace. Según explica Ideal, el poeta se encontraba en la ciudad por la representación de su obra Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores junto a la compañía de Margarita Xirgú.

"El éxito fue total. El autor y los actores de la compañía vivían el triunfo de manera muy especial. De ello se habían encargado las floristas de La Rambla, enviando un ramo de flores de manera anónima tras cada una de las representaciones de Doña Rosita. Emocionados por el detalle, Lorca y Xirgú protagonizaron una sesión especial para las admiradoras y el granadino les dedicó una de sus alocuciones. La escribió (...) horas antes de aquella excepcional representación", indica el artículo de Ideal.

El fragmento que se ha movido por Twitter deja fuera algunas de las partes que también merecen ser destacadas: "La rosa mudable, encerrada en la melancolía del carmen granadino, ha querido agitarse en su rama al borde del estanque para que la vean las flores de la calle más alegre del mundo. La calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la Tierra que yo desearía que no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante de brisas, hermosa de encuentros, antigua de sangre: La Rambla de Barcelona". El poeta Luis García Montero ha recuperado parte de este párrafo en Facebook y lleva más de 1.200 compartidos.

El texto que Lorca dedicó a La Rambla se recoge en Obras, VI, el sexto volumen de sus Obras completas. Este libro, publicado por la editorial Akal bajo la edición de Miguel García-Posada en 1994, recoge conferencias, homenajes, entrevistas y alocuciones como la que escribió sobre La Rambla de Barcelona.

Este 19 de agosto se cumplen 81 años del asesinato de García Lorca en la provincia de Granada, fusilado por soldados nacionales. El autor de Bodas de sangre, Romancero gitano o Poeta en Nueva York acudió a su Granada natal cuando estalló la Guerra Civil, pensando que estaría más seguro que en otras zonas de España. Sin embargo, esa zona de Andalucía fue una de las primeras que tomaron las tropas sublevadas.

La relación de Lorca con Cataluña está documentada en el libro de Antonina Rodrigo García Lorca, el amigo de Cataluña (1984). "Descubrí algunos textos inéditos relativos a su relación  con Cataluña, sobre todo, un poema dedicado a La Rambla que me pareció delicioso", dijo la autora a EL PAÍS tras la publicación de su estudio.

Según explica este libro, García Lorca visitó por primera vez Cataluña en 1925, invitado por Dalí. Entonces tenía 27 años. Estuvo en Cadaqués, Figueras y ofreció una lectura de sus poemas en el Ateneo de Barcelona. "Dos años después, regresó para preparar el montaje de Mariana Pineda que Margarita Xirgú se atrevió a llevar a los escenarios con decorados pintados por Dalí", añade el comentario de EL PAÍS sobre el libro.

"Durante sus estancias en Barcelona, Federico comunicó perfectamente con el espíritu vanguardista que se respiraba en la ciudad y trasladó esa influencia a algunos de sus poemas y dibujos. Según decía, fueron sus amigos catalanes los que le ayudaron a descubrir sus aptitudes como dibujante pues le organizaron una exposición de dibujos. Como todo el mundo sabe, Federico era además un excelente pianista", añade Rodrigo.

A las floristas de La Rambla de Barcelona

Federico García Lorca

Señoras y señores:

Esta noche, mi hija más pequeña y querida, Rosita la soltera, señorita Rosita, doña Rosita, sobre el mármol y entre cipreses doña Rosa, ha querido trabajar para las simpáticas floristas de la Rambla, y soy yo quien tiene el honor de dedicar la fiesta a estas mujeres de risa franca y manos mojadas, donde tiembla de cuando en cuando el diminuto rubí causado por la espina.

La rosa mudable, encerrada en la melancolía del Carmen granadino, ha querido agitarse en su rama al borde del estanque para que la vean las flores de la calle más alegre del mundo, la calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía que no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante de brisas, hermosa de encuentros, antigua de sangre: Rambla de Barcelona.

Como una balanza, la Rambla tiene su fiel y su equilibrio en el mercado de las flores donde la ciudad acude para cantar bautizos y bodas sobre ramos frescos de esperanza y donde acude agitando lágrimas y cintas en las coronas para sus muertos. Estos puestos de alegría entre los árboles ciudadanos son el regalo del ramblista y su recreo y aunque de noche aparezcan solos, casi como catafalcos de hierro, tienen un aire señor y delicado que parece decir al noctámbulo: "Levántate mañana para vernos, nosotros somos el día". Nadie que visite Barcelona puede olvidar esta calle que las flores convierten en insospechado invernadero, ni dejarse de sorprender por la locura mozartiana de estos pájaros, que, si bien se vengan a veces del transeúnte de modo un poquito incorrecto, dan en cambio a la Rambla un aire acribillado de plata y hacen caer sobre sus amigos una lluvia adormecedora de invisibles lentejuelas que colman nuestro corazón.

Se dice, y es verdad, que ningún barcelonés puede dormir tranquilo si no ha paseado por la Rambla por lo menos una vez, y a mí me ocurre otro tanto estos días que vivo en vuestra hermosísima ciudad.

Toda la esencia de la gran Barcelona, de la perenne, la insobornable, está en esta calle que tiene un ala gótica donde se oyen fuentes romanas y laúdes del quince y otra ala abigarrada, cruel, increíble, donde se oyen los acordeones de todos los marineros del mundo y hay un vuelo nocturno de labios pintados y carcajadas al amanecer.

Yo también tengo que pasar todos los días por esta calle para aprender de ella cómo puede persistir el espíritu propio de una ciudad.

Amigas floristas, [con] el cariño con que os saludo bajo los árboles, como transeúnte desconocido, os saludo esta noche aquí como poeta, y os ofrezco, con franco ademán andaluz, esta rosa de pena y palabras: es la granadina Rosita la soltera.

Salud.