El tradicional refrán mexicano dice El muerto al pozo y el vivo al gozo. El pan de muerto es una pieza culinaria tradicional de la temporada de fin de año en México que los vivos saborean como parte de la celebración del Día de Muertos, y que también se usa como ofrenda para los muertos en los altares.
Pero el pan de muerto no se reduce únicamente a ser una pieza de pan de temporada o una golosina, pues la relación que los mexicanos tienen con él va desde el culto a los muertos, la glotonería y la variedad de recetas para prepararlo. Estas son algunas de las extrañas maneras cómo nos relacionamos con el pan de muerto.
1. Celebras la muerte con pan. La forma del bollo es literalmente mortuoria, ya que las canillas que se colocan encima son referencia a los huesos de un difunto y la pequeña esfera en la parte superior simboliza el cráneo. Y que no nos vean con malos ojos, pues México no es el único lugar que crea postres con referencias a partes del cuerpo humano. Los tradicionales pedos de monja de España hacían, en un inicio, referencia al peto de una religiosa.
¿Quién quiere comerse la representación de un hueso?
2. Te causa adicción. Cuando compras un pan de muerto para toda la familia empiezas comiendo un trocito y si nadie se aparece pronto para reclamar su parte, puedes terminar comiendo la porción de toda la familia.
Y eso que empezaste por un pequeño trozo.
3. Con el primer bocado, marcas el inicio de la glotonería de aquí a enero. Cuando empezamos a ver los anuncios en panaderías y pastelerías, sabemos de antemano que nuestro buen propósito de comer saludablemente se termina en cuando comenzamos a probarlo. Aunque falta un mes para el maratón Guadalupe-Reyes, tus planes de hacer ejercicio comienzan a irse por la borda.
Por si pensabas comer sin culpa...
4. Lo empiezas a comprar desde junio en secreto. Hay quienes aman tanto el sabor de esta pieza que quisieran degustarla todo el año. Otros más ortodoxos con las tradiciones opinan que solo se debe comer en los meses de octubre y noviembre como parte de las celebraciones del Día de Muertos. La mayoría empieza a comerlo desde junio aunque no digan nada al respecto. No tenemos la culpa de que el supermercado lo coloque en los estantes desde el verano.
Algunos no aprueban su consumo 'anticipado'.
5. Juzgas severamente a quien lo desprecia. Mientras unos discuten si se debe vender o no todo el año, algunos simplemente no disfrutan su sabor, ya que el pan tradicional no es muy dulce. Lo que es cierto es que no hay un punto medio entre los que aman y los que desprecian esta pieza. A la mayoría le encanta el pan de muerto, por lo que la minoría que lo desprecia es relegada a las fiestas decembrinas.
Nadie se mete con el pan de muerto.
6. Proteges las canillas y la esfera como si fuera joyería de Tiffany. En general, una pieza de pan de muerto es deliciosa, pero hay quienes prefieren las canillas y la esfera del centro, que es donde normalmente se concentra el azúcar y es crujiente. Si tú has sido el que compró la pieza de pan, seguramente estarás cuidando que nadie se robe tu parte favorita.
¡Esa es mi parte favorita!
7. Lo rellenas de nata porque yolo. La tradicional receta de repostería incluye esencia de azahar y únicamente se le espolvorea algo de azúcar. Su sabor no es agradable para para muchos, por lo que diversos establecimientos lo rellenan de nata, crema pastelera y hasta nutella. Porque si ya rompiste la dieta, que valga la pena.
Nunca es suficientemente dulce.
8. Lo sumerges en chocolate aunque conoces las consecuencias. No importa que al momento de sopear un trozo de pan de muerto en una humeante taza de chocolate, este termine haciéndose una masa aguada y finalice en un batidero. En México nos encanta este tipo de combinaciones.
Es probable que necesites una cuchara.