Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales el pasado noviembre, cientos de mexicanos canalizaron su frustración y enojo con iniciativas en redes para boicotear la economía estadounidense. A través de publicaciones en Facebook y Twitter, los usuarios hacían un llamado a abandonar las franquicias como Starbucks o McDonalds y optar por negocios 100% mexicanos. Muchas de estos mensajes registraron decenas de miles de compartidos, pero no existe evidencia de que hayan tenido un efecto notorio en la economía local, al menos no al largo plazo.
“No existe tanta distinción, tal vez al principio la hubo, pero como que este tipo de campañas han venido en detrimento”, dice a Verne Irma Cruz, presidente de la Cámara Nacional de las Pequeñas y Medianas Empresas (Canacope). “El nacionalismo mexicano, siempre ha estado muy arraigado y eso lo que induce a comprar lo mexicano, pero hay productos extranjeros que por su reputación y calidad siguen siendo preferidos”.
Starbucks fue uno de los principales blancos de las protestas en redes, pero su operadora en México, Alsea, no ha mencionado bajas en ventas de esta cadena de cafeterías en sus reportes financieros. La empresa mexicana, dueña de varias franquicias de origen estadounidense como Burger King, Domino’s Pizza y Cheesecake Factory, indica en su reporte del primer trimestre del 2017, que aunque se había enfrentado a un inicio de año complicado, logró un incremento en sus ventas. En ninguno de sus documentos a inversionistas de este año menciona los boicots económicos como un factor problemático para sus negocios.
Los mensajes anti-Trump en cadena también satanizaban a la cadena de comida rápida McDonald’s. Arcos Dorados, la operadora del restaurante en América Latina, tampoco reportó alguna consecuencia de estas campañas en sus informes económicos. Los frenos u obstáculos de su crecimiento los adjudica a causas de mayor escala, como la devaluación de las monedas de los países de la región. Los representantes de la empresa no respondieron a las solicitudes de información de Verne.
La ola nacionalista, sin embargo, pudo haber tenido un efecto positivo para los negocios mexicanos. “Creo que ayudó a los consumidores a ser más críticos y darse cuenta que lo hecho en México, también está bien hecho”, dice Alejandro Chaparro, director de las cafeterías mexicanas Tierra Garat, a Verne vía telefónica.
En el último año, el empresario ha notado un incremento en su número de clientes en sus ocho sucursales de la Ciudad de México. “Hay negocios que pueden dar lo mismo a mejor precio y con mucha mejor calidad”, dice. “No necesitamos importar fórmulas extranjeras, este país tiene demasiado de dónde sacar conceptos de negocio”.
El aspecto positivo para los establecimientos mexicanos por el aumento de ventas, no implica que haya funcionado un boicot, según indica Florencia Sabato, propietaria de la boutique Viejo Amor, en la Ciudad de México. “No creo que eso minimice la compra de marcas extranjeras, simplemente aumentaron las ventas de producto mexicano, pero una cosa no quita a la otra”, dice a Verne vía telefónica.
Que las protestas no hayan tenido un efecto sostenido fue una buena señal según Cruz, sobre todo por la estrecha relación que tienen las empresas de ambas naciones. “Peleamos porque se evitara caer en las posiciones extremas ya que negar consumos de un supuesto origen extranjero y sobre todo norteamericano podría ser contraproducente”, precisa.
“Existe una mezcla de productos y servicios norteamericanos con cierto componente nacional, como materia prima, mano de obra o inversión y seguir esta campaña de forma maniquea habría terminado por afectar el empleo, el consumo y las inversiones nacionales”, dice la líder empresarial.
Las empresas norteamericanas han tenido un fuerte impacto en la economía mexicana derivado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que se encuentra actualmente en proceso de negociación entre los tres países firmantes.
Según cifras de la Secretaría de Economía al primer semestre de 2017, México registró 15,645 millones de dólares por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED), siendo Estados Unidos responsable del 52,1% del total y seguido muy por detrás por España, quien invierte el 10,6% del total de la IED. “Es bueno consumir los productos mexicanos, pero no que se satanicen los productos que también tienen este componente nacional”, dice Cruz.