La floración de los frutales de Cieza (Murcia) es un espectáculo visual que se ha convertido en atractivo turístico para la zona. La explosión de color que se puede ver en sus campos entre mediados de febrero y mediados de marzo protagoniza imágenes en redes sociales. Muchas de ellas se recopilan bajo etiquetas como #cieza y #floraciondecieza. El clima es el que marca los tiempos en este proceso natural y el invierno tardío de este año ha hecho que su momento álgido se haya retrasado unos días.
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Almendros, albaricoqueros, ciruelos y, en especial, melocotoneros, florecen en Cieza cada año. Ocurre días antes de que llegue la primavera, pero a veces el esperado momento se adelanta o se retrasa.
Esta vez, se espera que sus paisajes luzcan al máximo a partir del 3 de marzo, cuentan desde la Concejalía de Turismo, Cultura y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Cieza, aunque las actividades en torno a este fenómeno ya comenzaron a mediados de febrero.
"Las plantas necesitan para florecer un tiempo determinado de frío, entre 500 y 700 horas a temperaturas de 7 grados centígrados. Si el frío ha llegado tarde a la zona, como ha ocurrido este año, es esperable que se retrase el momento", explica a Verne Mariano Sánchez, técnico conservador de la Unidad de Horticultura del Jardín Botánico de Madrid.
Que los cambios en el clima adelanten o se retrasen este proceso tiene consecuencias y no solo entre aquellos que han reservado un hotel con vistas esperando disfrutar de los campos llenos de color. "Se necesitan a las abejas para la polinización y, si la floración no llega en su momento, puede que no estén allí", comenta Sánchez por teléfono.
Otro de los peligros de la floración de frutales son las heladas de última hora, que pueden "quemar el fruto", advierten desde el Jardín Botánico. Es justo lo que ha pasado este año en Cieza.
Desde su ayuntamiento explican a Verne que las heladas ocurridas durante las madrugadas del domingo 25 de febrero y lunes 26 de febrero han afectado al 20% de la floración de la fruta extratemprana. "A los dueños de las fincas no les afecta, porque tienen seguro, pero sí a los trabajadores, ya que tienen trabajo en función de la cantidad de fruta a recoger. Además, al llegar menos piezas al mercado, el precio del producto sube", cuentan.
¿Puede la afluencia de turismo afectar a este proceso natural? "Solo en algunas especies de plantas en concreto. Por ejemplo ocurre con los almendros de la Quinta de los Molinos, en Madrid", explica por teléfono Mariano Sánchez, del Jardín Botánico de Madrid. "Si hay mucha gente pisoteando en torno a la floración, se pierde el oxígeno en el suelo que necesitan las raíces. Tanta gente quiere pasear por la zona que cada año y que escavar el terreno para oxigenar el suelo de nuevo".