Los bosques tropicales se caracterizan por su frondosidad. Los árboles crecen muy pegados los unos a los otros. En algunos casos, las copas hacen que la luz apenas llegue al suelo. En otros, lo hace a través de rendijas que parecen creadas por un artista. No hay un argumento científico aceptado de forma unánime que explique por qué ciertas especies de árboles dejan de crecer justo cuando sus ramas van a chocar con las de otro árbol. Se trata de un fenómeno natural que se llama científicamente timidez de los árboles. Esta curiosidad cautivó a muchos usuarios de Twitter hace días.
"La timidez" es en botánica un fenómeno por el cual ciertos árboles mantienen entre ellos una distancia llamada "grieta de timidez". Hermoso pic.twitter.com/Ej8gBNGOUU
— Juan (@juanp2112) 16 de marzo de 2017
La primera foto se corresponde con un bosque de alcanfores de Borneo en Kuala Lumpur (Malasia). La segunda, con un pequeño bosque en una plaza de Buenos Aires (Argentina). En las dos fotografías se vislumbra la grieta de timidez, el pequeño espacio que separa a cada ejemplar y que forma dibujos apreciables a contraluz. La imágen que puedes ver a continuación es de un bosque cercano a la capital malasia, fuente de la mayor parte de este tipo de fotos en internet:
El término timidez de los árboles (crown shyness en inglés) fue acuñado en los años 50 por el botánico australiano Maxwell Ralph Jacobs en su libro Hábitos de crecimiento del eucalipto. Sostiene que este fenómeno se produce debido a la abrasión que producen unas hojas contra otras cuando se rozan -debido al viento que mueve los árboles-.
Otro de los expertos que más ha estudiado la timidez de los árboles es el botánico francés Francis Hallé. En un artículo titulado Arquitectura de los árboles, considera que este fenómeno tiene una raíz genética: "La forma de la copa nunca es aleatoria; cada árbol tiene su programa específico de desarrollo, controlado por genes". Con ese criterio, Hallé distingue dos tipos de árboles, los unitarios y los reiterados. Los primeros actúan como parásitos y los segundos se adaptan al entorno. "La reiteración es un progreso, es una forma más moderna y más eficaz de crecer, que se ha generalizado a la mayoría de nuestros árboles", añade.
El propio Hallé reconoce que la timidez de los árboles "está al límite de nuestro conocimiento", una idea en la que coincide el profesor de Ecología (especializado en bosques) de la Universidad de Barcelona, Carles Gracia. "De momento, no hay ningún experimento que explique a qué se deben esas líneas de separación", indica a Verne por teléfono.
Sin embargo, sí menciona la teoría que considera más factible: "Algunos expertos creen que la explicación puede estar en los compuestos orgánicos volátiles. Se trata de una serie de sustancias que los árboles emiten a través de las hojas y que sirven para coordinar ciertos procesos con otros ejemplares. No es que hablen, es que se coordinan para, por ejemplo, que las semillas nazcan a la vez en todos los árboles".
"No está demostrado que esos mismos compuestos sean los que originan estos espacios entre los árboles, pero tiene mucho sentido ecológico. Producir hojas es lo que más energía les cuesta. Hacer que crezcan para nada es un desperdicio. Es más óptimo algo así: si tu rama va por aquí, que la mía vaya por allí", añade Gracia. El profesor de Ecología no tiene constancia de que los paisajes con árboles tímidos se produzcan de forma natural en España: "Se suelen dar en los bosques tropicales, mucho más frondosos que los españoles".
Este fenómeno es el germen de la exposición La timidez de las copas de los árboles de la comisaria madrileña Beatriz Alonso en la Fundación Regional de Arte Contemporáneo de Lorraine en Metz (Francia). "Me parece un fenómeno interesantísimo. Parto de la siguiente interpretación: los árboles se comunican entre sí. En la naturaleza no siempre prevalece la ley del más fuerte. A veces funciona mejor colaborar, como hacen estos árboles. En la exposición planteo que es algo de lo que podemos aprender", dice a Verne por teléfono.
Las figuras escondidas en la naturaleza
Para algunos de los expertos, este fenómeno natural es otro ejemplo de la geometría de la naturaleza. Las formas que se encuentran en bosques, mares y desiertos obedecen a patrones matemáticos. En estas galerías fotográficas de National Geographic hay algunos ejemplos representativos, como los copos de nieve, los arrecifes de coral o las flores. Las formas de los árboles se parecen a los fractales que se pueden encontrar en otros entornos naturales y que fueron descritos por el matemático franco estadounidense Benoit Mandelbrot.
"En contraposición de la geometría creada por el hombre, en la que predominan las líneas rectas y curvas uniformes, las formas de la naturaleza son irregulares y difíciles de medir", explicaba en 2015 a EL PAÍS el fotógrafo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Héctor Garrido. Mostró esas formas fractales en todo su esplendor en las fotografías de Doñana que aparecen al comienzo de La isla mínima. Puedes verlas en este artículo en Verne.
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