Prudence, una marca de condones que pertenece a la organización no gubernamental DKT México, lanzó al mercado la primera copa menstrual desechable, siendo así la primera copa no reutilizable que se comercializa en el país. El anuncio en Facebook ha sido compartido más de 10.000 veces en las primeras 36 horas.
La mayor parte de los más de 4.000 comentarios que ha recibido esta publicación han sido negativos. “El objetivo de la copa es no generar más desperdicios”. “¿Por qué desechables? Queremos productos amigables con el medio ambiente”, son algunos de los comentarios más populares de esta publicación.
Al respecto, Alan Vera, director de Mercadotecnia y Jessy Chávez, gerente de la unidad de negocio clinical de DKT México, dijeron a Verne que el producto que presentan sigue siendo una alternativa mucho más ecológica que las toallas y tampones convencionales. “Es más ecológica porque se requieren dos copas por día”, refiere Chávez, vía telefónica.
“Es un polímero, pero contiene materiales aprobados alrededor del mundo con estrictos estándares de calidad y seguridad”, señala. Varias organizaciones calculan que los productos de higiene menstrual general alrededor de 65 kilogramos de desechos anuales por persona, mientras que una copa menstrual reutilizable puede tener una vida de entre 3 y 10 años.
Miguel Rivas, coordinador de la campaña de océanos de Greenpeace México dice a Verne que una copa menstrual desechable contraviene la esencia principal de este producto, que es contaminar menos. "Tenemos una falsa idea de lo desechable, porque si bien un usuario lo puede tirar, para el planeta no es desechable", comenta vía telefónica. Para esta organización ambiental, la copa menstrual reutilizable contribuye a no generar desperdicios, que aunque puedan ser menores a las que generan las toallas o tampones, siguen teniendo periodos de biodegradación de cientos y hasta miles de años.
Según la página de una firma estadounidense dedicada a fabricar copas menstruales desechables, el uso de una de estas copas sustituye a cinco tampones y hasta seis compresas menstruales, con un periodo de degradación en el ambiente de aproximadamente siete años. Según Rivas, la desechabilidad de este producto es relativa. "Si son varios materiales el tiempo que tome en degradarse puede variar. Habría que revisar bajo qué condiciones se hacen los estudios", precisa.
Aunque no todo parecen ser fallas. La comunicadora y feminista Ana G. González publicó un hilo en Twitter donde señala que si bien genera desechos, puede ser un dispositivo de bienvenida para que las mujeres se acerquen a la copa menstrual y también para las mujeres en situación de calle.
Los directivos de DKT detallan que este es el primer producto de su especie autorizado por la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). Hace algunos años, varias copas menstruales se empezaron a comercializar en el país, hasta que en 2011 la autoridad sanitaria emitió una alerta a las mujeres donde detallaba que se trataba de un dispositivo médico de Clase II, insumos que generalmente se introducen al organismo. A principios de año, la marca Diva Cup obtuvo el registro para distribuir y comercializar una copa menstrual de silicón de grado médico reutilizable y hasta ahora era el único producto que contaba con el visto bueno del regulador sanitario.
La copa menstrual de Prudence solo se vende en una cadena de farmacias y una caja con cuatro piezas tiene un costo de 155 pesos (unos siete euros), mientras que una copa de silicón se vende en 649 pesos (unos 30 euros). Este aspecto también generó muchas críticas, pues en un periodo se pueden usar de entre dos a tres cajas. “Lo acabamos de lanzar, pero si hay interés esperamos poder bajar los costos, los cuales se reinvierten en nuestros programas de educación sexual”, precisa Vera.