Ha pasado medio siglo desde que miles de estudiantes en México, inspirados por los movimientos sociales de otros países en Europa y América Latina, se oponían al régimen de Gobierno y pugnaban por un país democrático. “No queremos olimpiadas, queremos revolución”, gritaban los miles de estudiantes de la UNAM, el IPN y otras instituciones de educación superior, a unas semanas de que se inauguraran los Juegos Olímpicos en la capital.
Las protestas iniciaron en julio de 1968 y pronto fueron ganando adeptos, para culminar en protestas tan numerosas como la Manifestación del Silencio, donde participaron más de 300.000 personas en una marcha sin precedentes desde la Revolución Mexicana. El Movimiento Estudiantil mexicano duró 146 días y culminó en una trágica matanza en la Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco, al norte de la Ciudad de México), la noche del 2 de octubre de 1968.
Aunque han pasado 50 años, los estudiantes mexicanos tienen presente este suceso en la memoria. Un sondeo realizado por Verne entre estudiantes de preparatoria y universidades de todo México muestra que el Movimiento Estudiantil y en particular, la matanza de Tlatelolco son muy significativas para los jóvenes.
Aunque a la mayoría le es familiar el tema desde que son niños, ninguno estudió este suceso histórico durante la educación básica. Este suceso fue omitido de los libros de texto hasta 2008, cuando la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos incluyó cuatro páginas sobre las protestas en el libro de Historia de quinto grado de primaria. Aunque casi ninguno reconoce el nombre de algún líder estudiantil, algunos saben de Raúl Álvarez Garín, quien falleció en 2014.
Libros como La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska o películas como Rojo amanecer fueron el primer acercamiento de estos jóvenes a las manifestaciones y a la final masacre de la Plaza de las Tres Culturas.
Guillermo Solórzano, 21 años, Universidad de Guadalajara
Es un referente en la historia de México. Los jóvenes de entonces no se quedaron callados y lucharon por un futuro aún cuando hubiera consecuencias por alzar su voz. Para mí, es un capítulo oscuro pero que forzosamente tenemos que recordar para no volver a repetir un capítulo así o como lo sucedido hace cuatro años en Ayotzinapa.
Diana Jiménez, 15 años, bachillerato
En la primaria me hablaron mucho del Movimiento Estudiantil, hasta hicimos una obra de teatro al respecto. Siempre he pensado en el 2 de octubre como un acontecimiento muy injusto para todos los estudiantes presentes y para los que fallecieron. Ese momento tiene un significado muy triste y muy feo para mí.
Mariel Chavira, 27 años, Universidad Autónoma de Chihuahua
Cuando era niña, una vez vi a gente manifestándose con pancartas. Entonces mis papás me explicaron que se trataba de una conmemoración al 2 de octubre del 68. No recuerdo haber leído nada en algún libro de texto. Creo que aportó la idea de que los estudiantes podemos unirnos y hacer que se nos tome en cuenta. Para mí es un precedente de que debemos luchar por nuestros ideales y derechos.
Alan Aguirre, 24 años, Facultad de Química de la UNAM
La primera vez que supe de la matanza de Tlatelolco fue con la película Rojo amanecer, creo que tenía unos nueve años. Creo que nos mostró dos cosas importantes: que los movimientos estudiantiles no son bien recibidos por el grueso de la población, y el poder inimaginable que tenía el Gobierno en esos momentos. Es el episodio más triste y lamentable de la historia contemporánea del país. Como estudiante de la UNAM es algo desgarrador y que siempre hay que llevar en mente.
Martín Aguilar, 22 años, Universidad de Guadalajara
Este movimiento aportó mucho a la caída de los límites que tenía la ciudadanía hacia el Gobierno y la idea de que era "intocable". La marcha del 13 de agosto en que se logra llegar al Zócalo fue la primera gran batalla, ese momento fue cuando el lugar que estaba reservado para la adoración del presidente se convirtió en el lugar para las protestas. Como estudiante el 2 de octubre es el recuerdo de que se debe seguir en lucha para la construcción de un México mejor, de que se puede vencer a las instituciones y cambiarlas.
Lidia Ortega, 23 años, Universidad Autónoma de Nuevo León
Creo que no ha aportado nada trascendental. Claro que fue una tragedia que aún duele y llena de rabia, pero en eso se ha quedado: en rabia. Basta con ver en los años posteriores cómo se continúa con las protestas, la desaparición forzada (Ayotzinapa), el asesinato sin resolver de dos jóvenes del Tec de Monterrey, lo que ocurrió hace unas semanas en la UNAM y muchas otras más. No dejemos que la impunidad reine ni mucho menos, dejemos que la gente valerosa como aquellos jóvenes del 68 queden en el olvido.
Abraham Majluf, 21 años, Instituto Tecnológico Autónomo de México
En lo personal, no me identifico de forma intensa con el movimiento, probablemente por la lejanía generacional. No obstante considero que, si bien no es algo que mi generación pueda entender de forma tan amplia como si lo puede hacer la gente que lo vivió, el movimiento del 68 marcó la tendencia y forma de comportamiento que las instituciones académicas de todo el país deberían adoptar frente a medidas oficiales, funcionando como un contrapeso y voz crítica en el sistema.
Karen Muñoz, 22 años, Universidad Tecnológica de Chihuahua
Vivimos en un país donde estudiar es un acto de rebeldía. Los héroes caídos en Tlatelolco nos recuerdan cada día que el ruido del Gobierno se calla cuando levantamos la voz. La democracia dejará de ser una utopía en el momento en que los estudiantes seamos conscientes de que no somos el futuro de este país, somos el presente, somos los jóvenes muertos en la Independencia, los de la Revolución, los del 68 y los de Ayotzinapa, somos todos y cada uno de los que creyeron que tendríamos patria.
Julio Moreno, 24 años, Universidad de Guadalajara
Creo que este movimiento muestra que la sociedad se puede organizar para exigir lo que nos corresponde. El 2 de octubre nos recuerda que no se debe dejar de luchar contra las injusticias que provocan una minoría en el poder. México ni ningún otro país se forja bajo lo que dicen personas de traje que dictan normas, leyes y castigos, sino que se forma de su gente.
Hiromi Yamanoha García, 17 años, bachillerato
A partir de este movimiento, una serie de eventos culturales, políticos y económicos cambiaron a México y creo que nació una sociedad más humana. Los jóvenes pudieron expresarse con mayor facilidad y sus derechos empezaron a ser respetados y oídos después del 2 de octubre. Gracias a los jóvenes en ese tiempo y su valentía por el cambio es que ahora nosotros tenemos mayor libertad de expresión.
Erick Armas, 23 años, Instituto Tecnológico de Durango
El movimiento de 1968 marcó un antes y un después en la educación. La sociedad estudiantil de otras facultades también se dio cuenta de que si se meten con estudiantes no importa la facultad sino el gremio. Al ser del interior del país, puedo darme cuenta de que no tenemos el mismo espíritu exigente e incendiario de nuestros compañeros en la capital. Pero siempre tengo presente cuando ocurren injusticias o malas decisiones en nuestras facultades que es necesario mostrarle a los docentes y cuerpos educativos que está en sus manos nuestro futuro y por tanto, podemos exigirles que hagan algo bueno con él.