Clínica Baviera ha cancelado la campaña publicitaria protagonizada por Dani Mateo, eliminando también la imagen del humorista de su web y de sus redes sociales. La causa: un sketch de El intermedio en el que el cómico simulaba sonarse la nariz con la bandera de España.
Según el comunicado que ha compartido en Twitter este viernes, la clínica oftalmológica asegura defender la libertad de expresión y abogar “por el respeto a los símbolos que representan ese espacio de convivencia”, y añade que no puede “defender expresiones como las realizadas por Dani Mateo”. El cómico colabora desde 2011 con El intermedio, programa conocido por su alta dosis de humor político.
La respuesta de Clínica Baviera viene después de que el miércoles por la noche este programa presentado por El Gran Wyoming emitiera un clip en el que Mateo leía el único texto que “realmente crea consenso en España”, según el sketch: el prospecto del Frenadol. El humorista simulaba un estornudo y procedía a llevarse la bandera a las narices, retirándose alarmadísimo al darse cuenta de lo que estaba haciendo: “¡Hostia, perdón! ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?”.
Las críticas en Twitter llevaron a que La Sexta retirara la escena de su web, aunque sigue circulando en varios tuits.
Dani Mateo fue trending topic durante el jueves, cuando llegó a contestarle incluso la Guardia Civil. En su tuit, el instituto armado aseguraba que no respetar la bandera “no es humor, es ofender gratuitamente a los que la sienten con orgullo”.
Mateo respondió a la polémica asegurando que “no quería ofender” y que el sketch quería demostrar que “cuando los ánimos están muy caldeados, las banderas se vuelven más importantes que las personas y eso es peligroso. Por eso me desmoronaba al comprobar que me había sonado en ella”.
Pero los ánimos ya estaban caldeadísimos, porque la disculpa no fue suficiente: las críticas siguieron, muchas de ellas citando a Clínica Baviera y a los anunciantes del programa, además de retando al humorista a sonarse con otras banderas, como la estelada o la republicana. También hubo, como es habitual en estos casos, mensajes de apoyo a Mateo.
Lo cierto es que el programa y el propio Mateo también han hecho humor con las esteladas (sin llegar a sonarse). Como en este otro sketch de 2017 en el que proponía unificar todas las esteladas en un vestido de Desigual y en el que calificaba el himno catalán de “bajonazo”: “¿Esto quién lo compuso, el abuelo de Álex Ubago?”.
En respuesta a la polémica, Mateo anunciaba el mismo viernes que dejaba Twitter “un rato”, pero sin llegar a cerrar su cuenta.
El sábado, el cómico se ha vuelto a pronunciar en la misma red social, refiriéndose a la decisión de Clínica Baviera, a "insultos" y a "amenazas" que ha recibido como "el final del sketch".
El nivel justo de transgresión
El debate sobre los límites del humor es recurrente. Como hemos visto, esta vez incluso ha entrado la Guardia Civil, con un tuit a su vez criticado por quienes consideran que decir qué es y qué no es humor no forma parte de su trabajo.
Como ya hemos comentado en más de una ocasión, el humor a menudo juega con generar incomodidad. Es decir, intenta ser transgresor, pero sin llegar a hacernos sentir inseguros, como escriben Peter McGraw y Joel Warner en The Humor Code. Por eso los cómicos en ocasiones se pasan o se quedan cortos: es difícil acertar con la dosis justa.
Estos niveles no son iguales para todos: lo que a mí me puede parecer una ofensa a otra persona quizás le resulte anodino. Pero que un chiste genere incomodidad o disgusto no quiere decir necesariamente que “esté mal” o que sea “inmoral”. A menudo solo quiere decir que no todos tenemos el mismo sentido del humor. Por ejemplo, es muy probable que a una persona de ideología conservadora no le parezca gracioso lo que escriben los guionistas de El intermedio, ya que toca más cerca valores que considera propios.
Esto no quiere decir que la frase “solo era un chiste” sirva siempre de excusa. El humor es tan criticable como cualquier otra forma de expresión artística. Aunque la crítica al humor a menudo sea bastante más airada.
Quizás porque a menudo se toma el humor como algo personal. Eso a pesar de que un cómico no busca burlarse de algo cuando lo usa como material para sus chistes (al menos, no siempre). Cuando hace bien su trabajo, un humorista puede, por ejemplo, mostrar incongruencias o hacernos ver de otra forma una realidad que dábamos por supuesta. Es decir, como apunta el filósofo Simon Critchley en Sobre el humor, la comedia nos “suscita un cambio de perspectiva”. Si nos dejamos, claro.