Uno de los documentos más importantes de la historia de los juegos de mesa es un posavasos. En 1988, en un bar cercano a la Feria Internacional de Juegos de Mesa de Nuremberg, 13 diseñadores de juegos firmaron una declaración en un posavasos: que nunca volverían a dar un juego a una editorial si el nombre del autor no aparecía en la caja. Era una forma de reivindicar que, al igual que ocurre con los libros o las películas, los juegos tienen autor. Y, al igual que ocurre en los juegos y en las películas, también se producen plagios y copias. Hemos jugado a muchas de ellas en nuestra infancia sin saberlo.
Seguramente recuerdes una situación similar a esta en tu juventud: visitabas a un amigo y te pasabas la tarde jugando una partida eterna del Monopoly. Que, curiosamente, se parecía mucho a El Palé que tenías en casa. Que, a su vez, se parecía mucho al Superpoly al que habías jugado con tus primos. Si te preguntas cuál de estos es el original, la respuesta es... Ninguno. Todos son copias de The Landlord's Game, un juego creado por la estadounidense Lizzie Magie en 1903. El resto son versiones que, durante años, han publicado diferentes editoriales. Monopoly, editado actualmente, es la más antigua que continúa a la venta y la primera en llegar a España. El Palé era de CEFA, mientras que Superpoly –que se sigue editando– es de Falomir.
La copia de juegos de mesa fue un clásico de muchas empresas jugueteras españolas desde los 70 a los 90. "Quienes crearon juegos entonces jamás encontaron reconocimiento y su trabajo sólo era otra función comercial más para sus empresas", cuenta Jesús Torres, presidente de la asociación por la divulgación de los juegos de mesa Jugamos Todos, en la página de la asociación. "Prácticas comerciales extendidas y poco éticas de diversas empresas, copiando juegos y produciendo productos de escasa calidad [...] tampoco contribuyeron a encontrar el camino de una buena competencia creativa entre distintas editoras".
Estos juegos plagiados –algunos solo en las mecánicas, otros incluso en el apartado visual– eran tan comunes que muchos españoles siguen sin saber que tuvieron en sus manos una copia de otros juegos. Estos son algunos de los que, tal vez, pasaron por tus manos:
Cuál es cuál y Qué cara tienes, copias de Quién es quién
Tactego, copia de Estratego
Misterio, copia de Cluedo
Intelect (Falomir), Intelect (Cefa) e Intelectus Junior, copias de Scrabble
Gran Hotel, copia de Hotel
Conquest, copia de Risk
El testamento del barón Tisel, copia de La herencia de Tía Ágata
Herocults, de Heroquest
Cambios de estética y copias "remix"
Pepe Pineda, diseñador de juegos en Cefa durante más de una década entre los 80 y 90, explicó a Verne que creaba entre 12 y 14 juegos al año. Además, se ocupaba del diseño de catálogos, logotipos e incluso anuncios de televisión. Él mismo reconoce que, para muchos juegos, se basaba en "lo que había hecho la competencia o lo que se hacía en otros países". En muchas ocasiones, para crear juegos diferentes, copiaban mecánicas de juegos extranjeros y, junto a Isidre Monés (compañero de Pineda dedicado a ilustrar los juegos) les daban una ambientación diferente. Es el caso de Drácula, un Stratego de temática vampírica, o La ruta del tesoro, un Monopoly de Piratas.
Pineda y Monés, sin embargo, también crearon sus propios juegos originales, como el exitoso Imperio Cobra y sus continuaciones. Falomir, otra empresa española, se lo copió. Las copias que realizó durante el pasado esta empresa se conocen, en la jerga de los fans de los juegos de mesa, como flagios (con F, de "Falomir"). En un artículo de Jugamos Todos dedicado a ellos, Jesús Torres recuerda decenas de casos, algunos tan hilarantes como el Spacego, una fusión del Stratego (del que también tenían otro flagio, Tactego) y Space Crusade.
Aunque algunos de los juegos creados en estos años siguen a la venta (Cefa ha reeditado La ruta del tesoro este mismo año), actualmente es complicado encontrar plagios entre las novedades de juegos de mesa en España. Sin embargo, este tipo de comportamientos siguen ocurriendo. Uno de los casos más sonados ha sido el de Bang!, un popular juego de cartas ambientado en el oeste... Cuya copia ilegal china, con temática samurai, se ha convertido en uno de los juegos de mesa más populares del país.
Jesús Torres también señala que muchos de los casos de plagio que se producen actualmente están vinculados campañas de crowdfunding, un método de financiación muy utilizado en la edición de juegos de mesa. Uno de los casos más conocidos de los últimos años es también español: el de HQ25, una copia de Heroquest que recaudó más de 600.000 euros por crowdfunding y que, cinco años después de que finalizara la fase de financiación, los jugadores todavía no han recibido en sus casas.