El acto de elegir un disfraz no es tan inocente ni aleatorio como podría parecer. Ya sea en Carnaval, en Halloween o sin una razón justificada, el disfraz puede decir aún más de quien lo escoge que el estilo habitual con el que se vista a diario.
Es por eso que el “Dime de qué te disfrazas y te diré quién eres” esconde detrás explicaciones psicológicas que empiezan por ayudarnos a entender por qué nos gusta tanto disfrazarnos también en la edad adulta.
De hecho, hoy en día los adultos son el principal motivo de gasto en disfraces, al menos en EE UU. En España, no debemos andar muy lejos si hacemos caso de los datos de aceptación y reconocimiento del disfraz del momento en Carnaval.
Según Amstel Index, la herramienta que mide el reconocimiento en redes sociales y lo expresa en una escala de 0 a 100, los Carnavales 2019 han tenido un 73% de comentarios positivos en las conversaciones de redes sociales, frente a un 27% de críticas.
Los comentarios de reconocimiento tienen una parte muy importante de festejo adulto –desfiles, comparsas, fiestas privadas–, eran de admiración (30%) o elogio (25%) hacia los disfraces o la organización de estos eventos. Y como apunta Amstel Index una de las mayores razones del enojo (18% de los comentarios) hacia los Carnavales venían de la mala calidad de los disfraces o de los acontecimientos (11%).
Disfraces geográficos
El apego al Carnaval y, por tanto, al disfraz viene de tradiciones antiguas en localidades en las que es una gran festividad para las que se preparan todo el año. En este sentido, los datos recogidos por Amstel Index en la conversación online responden a una realidad esperada.
Andalucía es la comunidad donde más se ha hablado de los Carnavales: un 25% del total de menciones registradas en España, generando un 73% de reconocimiento. Por supuesto, Cádiz y sus chirigotas fueron una de las mayores tendencias en la conversación en redes sociales.
En segundo lugar, está Madrid que ha estado presente en el 15% de la conversación nacional, con un elevado 74% de menciones de reconocimiento. Aunque en este caso, según Amstel Index, las fiestas privadas, de bares y discotecas, dominaron la charla en Twitter por encima de los desfiles públicos (un 6%).
Canarias, una de las comunidades más mediáticas en estas fechas, ha ocupado la tercera posición de menciones sobre el Carnaval en redes sociales y es donde mejor se posiciona, como ha recogido Amstel Index: con un 78% de reconocimiento. Siendo las Reinas del Carnaval las protagonistas de esta charla virtual, con un 14% más de presencia que los disfraces y un 81% de comentarios positivos.
Los disfraces favoritos de 2019
Pasacalles en Madrid / Álvaro García
Google Trends ya lo avanzaba: las series y películas más vistas de estos últimos meses iban a ser también la inspiración más frecuente en los disfraces del Carnaval 2019. Y Amstel Index lo ha confirmado en su escucha de las redes sociales: los contenidos audiovisuales han estado presentes en el 19% de los trajes de disfraces. Con algunos títulos claramente ganadores, como la serie de éxito mundial protagonizada por Úrsula Corberó La casa de papel o el drama carcelario, Vis a Vis.
Amstel Index también se ha dado cuenta de que los concursos son una de las principales motivaciones que llevan a la gente a disfrazarse y mostrarlo en las redes sociales. Concursos de ayuntamientos o discotecas y otros más populares y de alcance nacional, como el que organizó un famoso videojuego. El premio era muy suculento para los participantes, los tres mejores ganaban 15 mil euros, eso ha propiciado que fuera uno de los disfraces más frecuentes en las redes.
¿Por qué nos disfrazamos?
Los disfraces de personajes televisivos, cine o videojuegos son tan habituales por sencillas razones, dice la psicología. Por un lado, la cultura popular es un tema que rápidamente nos une y fiestas como los Carnavales conllevan ese sentimiento de comunidad. Por otro, la mayoría de nuestros héroes y heroínas actuales salen de esta cultura popular, películas, series, también del deporte o la música, y vestirnos como ellos y ellas es una de las tendencias más frecuentes y más psicológicamente evidentes.
“Los disfraces son artefactos de comunicación. Dicen algo de nosotros a los demás y esperas que despierten una respuesta en ellos. Nadie (normal) se pone un disfraz para quedarse sentado en casa. Los disfraces son un vehículo de conexión social”, dice Kit Yarrow, profesora de psicología en Golden Gate University. Aunque también pueden ser una “forma de explorar quién no eres”, añade.
Así se entenderían disfraces atrevidos o disfraces de terror. “Los disfraces de miedo permiten a la gente expresar su lado oscuro de forma segura y creativa sin culpa”, comenta Sally Foster, psicóloga de la universidad de Miracosta. Por ponerte una máscara de la película Scream no quiere decir que te quieras convertir en asesino en serie. Quizá la razón, dice la doctora Carole Liberman, es que te disfraces de aquello que más miedo o fobia despierta en ti y esa es tu manera de combatirlo.
El disfraz también puede ser una forma de empoderamiento si elegimos gente a la que admiramos y por un día o un rato nos transformamos en ella. Puede ser simplemente una manera de ser otra persona y pasarlo bien, un juego de interpretaciones. O puede que esa persona sea quien nos gustaría ser “si no tuviéramos las limitaciones del día a día”, dice Manuel Nevado, vicepresidente de Psicólogos sin fronteras.
¿Y qué ocurre con aquellos que nunca se disfrazan? Son los que, según recoge Amstel Index, más han criticado los Carnavales en las redes sociales. Critican los disfraces de otros, llamándolos ridículos o patéticos. Y critican también a aquellos que han compartido en exceso sus trajes en estas fiestas. La psicología dice que, probablemente, tienen un sentido del ridículo demasiado alto o es una forma de rebelarse contra otra tradición social.
Al fin y al cabo, siempre va a ser más beneficioso y saludable reconocer lo positivo de las cosas en vez de centrarnos en lo negativo.