Pocas palabras empiezan en castellano por X (apenas 45) pero es una de las letras más usadas como símbolo. Normalmente, además, se trata de símbolos con un aura misteriosa. La X marca el tesoro en los mapas de piratas, nombra los expedientes sobre vida extraterrestre y representa la incógnita en las matemáticas. De hecho, la razón de por qué usamos la letra X en álgebra sigue siendo una cuestión no resuelta, una incógnita dentro de otra incógnita.
El diccionario de la Real Academia Española recoge también otra acepción misteriosa de la letra equis: "Signo que, en un escrito, sustituye el nombre propio de una persona, bien porque se ignore o porque se quiera ocultar". Pero, además, el diccionario recuerda otra acepción clásica de la vigésimoquinta letra del alfabeto: "Dicho del cine o de una película: De contenido pornográfico".
Hay diferentes teorías sobre la procedencia de esta asociación entre la equis y lo pornográfico. Una hipótesis bastante razonable es el parecido en inglés del nombre de la letra (eks) con la palabra "sexo" (seks). También hay interpretaciones más poéticas que indican que la X, por su forma particular, es como si algo estuviera tachado y, por tanto, prohibido.
Lo que sí está claro es que el primer país que usó la X para clasificar las películas con contenido explícito fue el Reino Unido en 1951 (una norma que siguió vigente hasta 1982). Entonces se utilizaba para indicar que su exhibición estaba permitida para mayores de 16 años.
Algunos años más tarde, en 1968, la clasificación X llegó a Estados Unidos (en este caso, perduró hasta septiembre de 1990). Aunque la X no significaba necesariamente que el contenido fuera pornográfico (Cowboy de medianoche, ganadora del Oscar a la mejor película en 1969, fue calificada X), sino que el contenido de la película era para adultos (podía incluir sexo y también violencia o lenguaje explícito).
Con el paso del tiempo, la industria pornográfica se ocupó de establecer, de manera no oficial, algunas subcategorías dentro de esta categoría. "La triple XXX significa sexo hardcore, la XX es para el sexo simulado y una calificación X es para las películas relativamente tranquilas", definía William Rotsler, director y productor de películas del género, en su libro de 1993 Contemporary erotic cinema.
Mientras en 1972 se estrenaba en Estados Unidos la película X más exitosa, Garganta profunda, en España, como es de imaginar, la situación era muy diferente. En esa época estaba prohibida "la exhibición de cualquier material pornográfico", según marcaba la Ley de peligrosidad y rehabilitación social. Las cosas cambiaron pronto, ya que en 1977 se autorizó la exhibición de películas "cuyo tema principal o exclusivo sea el sexo o la violencia", siempre y cuando fueran emitidas en "salas especiales".
La calificación X, por su parte, no llegó a España hasta 1982, justo el mismo año en que dejaba de usarse en el Reino Unido. Y la clasificación vigente en la actualidad, del año 2010, aún la mantiene para aquellas películas que se considera que deben exhibirse fuera del circuito comercial. Es la única calificación con consecuencias imperativas (las otras son recomendaciones de edad).
Román Gubern, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista en estudios sobre cultura de la imagen, escribe sobre el estigma asociado a las producciones pornográficas en su libro La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas: "La señalización de tales guetos y de sus productos se ha llevado a cabo con la letra X, signo del anonimato que ilustra la consideración despectiva de las instituciones oficiales hacia el género, pero que ilustra también el anonimato conseguido por los seudónimos de muchos profesionales del género. De todos modos, la X infamante es perfectamente coherente con la penalización fiscal y publicitaria que padece este género en muchos países".
La X controvertida
Este estigma del que habla Gubern lo sufrió en primera persona Pedro Almodóvar. Su película ¡Átame! recibió esa calificación en Estados Unidos (en España fue calificada como no recomendada para menores de 18 años) y, aunque no significaba que fuera obsceno o pornográfico, solo que era para adultos, le cayó encima el peso de la letra.
Fue en abril de 1990 y una "simple" letra podía limitar la carrera comercial en aquel país. "La diferencia entre una X y una R, la segunda categoría más severa, podía ser de millones de dólares", se lee en este artículo de El País. Almodóvar denunció a la MPAA (Motion Picture Association of America) por esta clasificación y, si bien no ganó ante los tribunales, sí fue el detonante para que se incluyera una nueva clasificación (NC-17) que sustituyó a la X en las películas con contenido sexual pero no pornográfico.
Algo similar sucedió con la película Saw VI que en 2009 que fue calificada X en España, lo que relegaba su proyección a salas especializadas en esa categoría (en aquel año sobrevivían ocho en nuestro país). Aunque la clasificación X la asociamos al sexo, la normativa la incluye también para "películas que clara y manifiestamente supongan una apología de la violencia", como era el caso de la sexta entrega de la saga de terror. Finalmente, Saw VI se estrenó en las salas comerciales españolas un año más tarde, sin la X, gracias a un montaje específico que eliminó las escenas más violentas.
La asociación entre la X y lo pornográfico ha cobrado una nueva dimensión en internet. Desde el año 2011 existe el dominio .xxx para páginas web de contenido pornográfico. Su lanzamiento también trajo polémica, ya que se pensó que generaría (aún) más contenido de este tipo. Pero, por otro lado, se defendía que sería una forma de tener mejor clasificadas estas páginas. No ha resultado ni una cosa ni la otra, sino una tercera consecuencia: muchas empresas ajenas al sector de contenidos para adultos adquirieron el dominio .xxx para evitar que su nombre se relacionara con esta simbólica letra y los asuntos que representa.