El verano es un tiempo pasado

Ilustración: Malte Müller (Getty)

Los recuerdos infantiles de verano huelen a pueblo. Saben -y manchan- como los bocadillos de filete empanado envueltos con papel de aluminio. La playa y la piscina - incluso la playa con el agua más transparente - no son más que accesorios de las historias que volveremos a contar en una cena, años después. “Recuerdo tu cara de terror cuando te metiste en aquel agua helada” o “Me acuerdo de las tardes que pasábamos en la piscina municipal, leyendo revistas adolescentes o jugando a las cartas aunque lloviera”. Algunas recordamos un helado artesanal que tenía unos trozos de chocolate especialmente grandes, pero solo por estar bien acompañadas.

Jamás recomendaría dormir en pareja en un colchón de 90 en agosto en Madrid, pero todo el mundo debería tener el recuerdo de una noche así. Podría vivir sin el recuerdo de la angustia que entra cuando sabes que perderás ese avión. Sé que ha llegado ese momento en el que una de las cosas que más recordaré del último verano será la sensación de no tener que hacer nada en un apartamento con piscina comunitaria en la costa catalana. El recuerdo de no hacer.

Lo único que le pedimos a las seis autoras a las que invitamos a escribir La Matrioska de las últimas semanas fue que hablaran del verano. No había límites de extensión ni de formato, ni les exigimos una temática en concreto. La mayoría escribió su texto antes de sus vacaciones. Pero aún así, en estas seis entregas hemos leído más recuerdos que proyectos; más nostalgia que futuro. El verano se ha convertido en un tiempo pasado, incluso aunque estemos a 30 de junio. Estamos enganchados a la nostalgia. 

Si estás leyendo esta newsletter, probablemente hayas recibido las últimas entregas, escritas por nuestras autoras invitadas. Todas las ilustraciones son de Malte Müller, animadas por Anabel Bueno. No se nos ocurre mejor manera de alargar el sentimiento veraniego que releer estos textos, ahora que el moreno ya no brilla y que anochece a las 20.19, según la aplicación de mi teléfono.

La muerte del verano-niño y el final del amor, por Anna Pacheco
"Cuando empiezas a trabajar, al verano ya no se le llama verano, se le llama vacaciones, una palabra que solo cobra sentido en el marco de un convenio laboral. Ahora ya no disfrutas de los veranos, solo disfrutas de los días libres por cada mes trabajado. Es un cambio sustancial. Cómo vas a enamorarte igual. Ahora hacemos lo que podemos".

El verano y las ventanas abiertas, por Ana Gómez Pérez-Nievas
"De pequeña fui experta en formar parte de la vida de los otros a través de las ventanas de la casa de mi abuela. Vi crecer a los vecinos, sin llegar a observarlos jamás en persona. He escrutado historias ajenas como si me fuera la vida en ello, con la misma laboriosidad que he buscado defectos míos en el espejo durante la adolescencia: “Algo encontraré”.

Mujeres que pasan calor, por Aroa Moreno Durán
"Del relato universal, el cuerpo femenino solo forma parte cuando es normativo. Cuando se ajusta al canon. El canon quiere decir delgado. Y joven. Y limpio y libre de marcas. Acepta mejor que seas feo que gordo. Mejor que seas gordo que gorda. Miles de cuerpos son olvidados. No me gusta pasear por la playa si unos ojos como los míos se van a clavar en mi cuerpo".

Doce años y todavía sin novio: correspondencia entre dos niñas que están dejando de serlo, por María Yuste
"Esa espera le daba un poco de emoción a unos días en los que había poco más que hacer que dormir una hora de siesta, esperar a que bajara el sol para poder salir a dar vueltas a la manzana con la bici o masticar de más un bocadillo con el pan como chicle por la humedad. Y eso que, en el verano de 2000, en realidad nos estaban pasando muchas cosas".

Desdoblamiento y lycra mojada, por Elisa Victoria
"Hay un momento justo y perfecto para separar la tela del cuerpo y solo la práctica te indica cuál es. Llevas un rato fuera del agua y la piel está seca pero el bañador no. Es importante ese contraste para que la magia funcione. Debajo está todo nuevo, terso y fresco y si lo tocas las manos parecen muy calientes y el pellejo muy frío, como si fueras dos personas a la vez".

Septiembre y la destrucción de las imágenes, por Rosa Berbel
"Las vacaciones son cada vez menos canción pop y cada vez más ficción climática. Siento que no me apenan los veranos vividos, en un sentido individual o imaginario, o la pérdida de la euforia infantil ante el final de curso, sino la negación de los veranos futuros; me aterra la conciencia de que el verano sea pronto, y cada vez más cerca, un lugar irrespirable.

Con el fin del verano, regresamos a La Matrioska quincenal, con temas que se escapan de la actualidad y recomendaciones de lectura. Y nos encantaría que nos respondierais a unas preguntas. Son cuatro solo:

¿Qué os gustaría encontrar en La Matrioska este curso?

  1. Historias interesantes aunque no sean de mujeres y feminismo
  2. Más análisis y reflexiones
  3. Más recomendaciones de artículos, series, libros... relacionados con el feminismo
  4. ¡Me gusta como es!

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