Papá Noel ya está preparando los regalos que distribuirá por las casas de todo el mundo en Nochebuena. Los renos descansan y toman fuerzas antes de cumplir con su función y llevar la ilusión a todas partes. Pero hay un lugar que teme perderse la llegada del hombre de rojo: Soria. La España vaciada puede convertirse en el gran obstáculo para Santa Claus, que se enfrenta a la falta de cobertura y conectividad del medio rural. El triste consuelo es que hay muchos pueblos en los que tampoco quedan muchos niños a los que decepcionar si no aparece con sus obsequios. En eso se parece Soria a su Laponia natal: en la densidad demográfica. El colectivo Jóvenes de Castilla y León ha reivindicado este problema en un vídeo que muestra Papá Noel totalmente perdido por un pueblo, sin gente y sin red. Una constante que el resto de población sufre los 365 días del año.
En el vídeo, publicado este 22 de diciembre, puede verse cómo Papá Noel alza el móvil en busca del milagro: una raya de cobertura para descargar las peticiones de los niños. Los paseos por un típico pueblo de casas viejas y de piedra, sin apenas actividad, se acompañan por datos demoledores que muestran la sangría poblacional del territorio. Como que entre 2008 y 2018, Castilla y León perdió a más de 150.000 personas, el equivalente a la ciudad de Salamanca. O números como los de Quiñonería: un pequeño pueblo soriano con la menor tasa de población por kilómetro cuadrado de España: apenas 0,208 habitantes. Al final del vídeo, un mensaje claro: "Stop despoblación".
La idea de este vídeo, explica a Verne el vallisoletano Diego Martín, uno de los integrantes de Jóvenes de Castilla y León, era lanzar un mensaje "con humor" para felicitar la Navidad. "No queremos parecer lloricas, sino darle también una dimensión internacional a ese problema", relata. Entonces recordaron la comparación entre la España vaciada y Laponia en términos de escasez poblacional y ataron cabos: ¿Quién es el habitante más reconocido de la recóndita Finlandia, más aún en estas épocas? Exacto, Papá Noel. Entre el frío del invierno castellano y el factor demográfico, nadie mejor que él como símbolo de ambas regiones. Y, de paso, hilarlo con el problema de la conectividad para descargar la carta de los niños.
Martín celebra el trabajo en equipo para, en apenas dos semanas y con "presupuesto cero", según explica, lanzar esta campaña. Los "granitos de arena" de los miembros de Jóvenes de Castilla y León, que lleva algo más de un año promoviendo campañas y actividades para evidenciar la realidad de este territorio, hicieron el resto. David Barajas, un médico que trabaja en León, tenía un amigo con el disfraz demandado y sobre él recayó la siguiente etapa, la producción. Barajas cuenta, entre risas, que hay una pequeña trampa: no está grabado en La Quiñonería sino en Castrillo de los Polvazares (León). Su compañero de hospital Gerard Sancho se animó a ponerse el atuendo rojo y a interpretar al confuso Papá Noel. El actor es catalán de segunda generación después de que sus abuelos emigraran desde Soria a Cataluña hace varias décadas, así que sabe bien cuál es la causa por la que batallan estos Jóvenes de Castilla y León.
El vídeo ha superado las 20.000 visualizaciones en menos de 24 horas en la cuenta de Twitter de este colectivo, que utiliza también Instagram o Facebook para difundir sus reclamaciones. Muchos castellanoleoneses, no obstante, tienen dificultades para acceder a las redes sociales porque carecen de cobertura. María José Pérez, una de las fundadoras del movimiento, subraya que basta con mirar el INE o las previsiones demográficas para sufrir un escalofrío. Uno de los datos más inquietantes es que su comunidad liderará la pérdida de población en España, con un bajón del 10%, en los próximos 15 años.
Puestos a aprovechar la visita de Papá Noel, este grupo de jóvenes castellanoleoneses se llena de encargos, que han transmitido a Verne. Sara de Francisco ruega empleo: "Poder vivir en nuestra tierra con un trabajo digno". Silvia del Río, de Ávila, lo tiene claro: "Desde el colectivo le pediría que se comiencen a llevar a cabo medidas pensando en los jóvenes, que eso que deseamos pues se convierta en realidad". El soriano Sergio Balaguer se acuerda de quienes ya no están: "Que nadie tenga que morir como mi abuelo, a 500 kilómetros de su tierra y llorando por no poderla volver a ver, porque para tratarse el cáncer tendría que haber hecho el trayecto Soria-Valladolid tres veces por semana".