Cuando eres matemático, todos piensan que dividir la cuenta del restaurante es cosa tuya pero, en realidad durante la carrera yo solo veía letras, no soy especialmente dotado haciendo cálculos y, afortunadamente, ya hay máquinas que hacen eso. Sin embargo, sí que hay algunas cosas que los matemáticos hacemos de manera distinta. Bueno, aunque quiero dejar claro que lo hacemos todo de manera perfectamente normal. Aprovechando que el 15 de noviembre se celebran las fiestas de Alberto Magno al que, por ser alquimista, se suele considerar el "santo patrón" de químicos, de los matemáticos y en general de las carreras de ciencias puras (y a la espera de que alguien santifique a Gauss) recopilamos 9 de esas cosas que hacemos de otra manera.
1. Para un matemático, un anillo con forma de cinta de Moebius, o una pulsera de bisutería con la identidad de Euler puede tener más valor que una piedra preciosa. No olvidemos que los teoremas, y no los diamantes, son para siempre.
2. Celebramos con especial ilusión nuestro 33º cumpleaños, porque sabemos que es el primer número que es capicúa en binario y en decimal.
3. Un matemático nunca se aburre en un atasco, siempre hay juegos que hacer con las matrículas o números interesantes (todos lo son, el primero que no lo fuera sería digno de mención) con los que pasar el rato. Como esta matrícula: 1729 es el primer número que admite dos descomposiciones distintas como suma de cubos, como todo matemático sabe.
4. Disfrutamos con los patrones. Un suelo enlosado con baldosas cuadradas o triángulares es para nosotros una teselación regular, el descubrimiento de un nuevo pentágono que es capaz de cubrir el plano nos produce regocijo (y eso que es el decimoquinto que lo hace). Observar que el suelo del vestíbulo del Museo Thyssen tiene una teselación semirregular o la forma en la que los camareros han colocado las copas en un cóctel es foto obligatoria. O preguntarse por la forma del último balón de la liga es una discusión muy razonable y edificante.
5. Las palabras tienen más significados cuando eres matemático. Por ejemplo un "toro" que, además del animal de lidia, es el nombre que recibe la curva tridimensional que resulta de hacer girar una circunferencia alrededor de un eje que no la corta. Como un donut de chocolate pero solo el chocolate, sin donut...
Esto da pie a no pocos chistes malos que no os voy a contar, aunque sirva el siguiente como representante (de su clase de equivalencia).
6. Disfrutamos de los juegos de palabras y los chistes de lenguaje, por lo que no tenemos más remedio que adorar a Les Luthiers y practicar, aunque sea a nivel usuario, el ludolingüismo.
7. "Un día vi una vaca vestida de uniforme" es mucho más que un poema dadaísta.
8. Nos gustan los problemas. Un buen reto nos provoca disfrute. Tal vez por ello haya habido personas como Paul Erdoss que recorrían las facultades de matemáticas de medio mundo buscando problemas y teoremas sin demostrar, como el que recientemente Terence Tao ha probado.
9. No compramos lotería. Sabemos que es un impuesto voluntario que pagan los que no saben de matemáticas. Salvo que sea la de Navidad. En ese caso lo hacemos como prima de seguro por la cara que se nos quedaría si ganasen el resto de compañeros y nosotros no (como les pasa a los no matemáticos). Muy probablemente nos encargaremos de organizar las participaciones. En todo caso, sabemos que la probabilidad de que nos toque el gordo es muy pequeña, pequeñísima.