La noche del sábado 2 de abril al domingo 3 de abril, los mexicanos deberán adelantar sus relojes una hora. Las excepciones son Sonora y Quintana Roo porque no participan en el programa, y la franja de la frontera norte, que cambió su horario el 13 de marzo. El cambio de horario u horario de verano, fue implementado por primera vez en México en 2001, para aprovechar la luz solar y así ahorrar energía eléctrica. El problema es que nuestro reloj biológico no es tan fácil de cambiar como un reloj mecánico.
1. ¿Por qué no dormimos bien los primeros días del cambio de horario?
Nuestro cerebro, el hipotálamo para ser exactos, cuenta con un sistema que distribuye nuestras funciones y estado anímico en un periodo aproximado de 24 horas. Esta distribución está directamente conectada con nuestra percepción de la luz solar o falta de ella. “Así el sistema sabe producir ciertas hormonas que nos mantienen activos en el día y nos provocan sueño en la noche, entre otras funciones”, explica Manuel Ángeles Castellanos, jefe del laboratorio de cronobiología clínica y experimental de la Facultad de Medicina en la UNAM.
Cuando hay un cambio de horario, el sistema, que conocemos como reloj biológico, se desajusta, ya que está acostumbrado a ciertas horas de luz y oscuridad. Durante este periodo de confusión para nuestro cerebro podemos padecer insomnio o cansancio. “Un caso extremo de esto es el jet lag, donde ocurren cambios de siete u ocho horas, que son más drásticos y por eso son más notorios en nuestro estado anímico y de salud”, dice Ángeles.
2. ¿Cuánto tiempo tardamos en adecuarnos al nuevo horario?
Dos o tres días es más que suficiente pues solo es una hora de diferencia. “Además, por la latitud de México, los cambios ambientales no son drásticos como en el norte del continente, donde hay muchas más horas de luz u oscuridad en ciertas temporadas”, dice el investigador de la UNAM.
3. ¿Hay personas que pueden adaptarse mejor que otras?
Todos contamos con ciertos cronotipos, es decir, diferencias de comportamiento en el día y la noche. Existen dos extremos que se definen coloquialmente como tipo alondra y tipo búho. El primero se refiere a la gente que es más activa y productiva en horarios matutinos. En la segunda categoría están los que tienden a trasnochar.“Los cronotipos son hereditarios o innatos, venimos programados así, aunque la mayoría somos intermedios y nuestro cronotipo es casi imperceptible”, explica.
Sin embargo, los que tienen un perfil búho, tienen más dificultad para adaptarse al horario de verano. “En lugar de dormir a las doce de la noche, dormirán a la una de la mañana y por lo tanto, menos horas. Como los tipo alondra siempre van a la cama más temprano, no les cuesta tanto madrugar una hora antes”, comenta Ángeles. “Finalmente, todos debemos adecuarnos a los horarios laborales y sociales, independientemente de nuestro cronotipo”.
Desde el inicio de la primavera tenemos días con más luz solar. “Las personas encargadas de elegir las fechas del cambio de horario deberían considerar cambiar la fecha a las vacaciones de Semana Santa”, comenta Ángeles. “De esta manera la gente, en especial los niños, tendría más tiempo de adaptarse al horario y no un día antes de regresar al trabajo o a la escuela, seguro amanecerán somnolientos”.
4. ¿Somos más productivos en horario de verano?
Una de las ventajas que el Gobierno mexicano atribuye al horario de verano es que, al contar con periodos más largos de luz solar, la gente puede realizar más actividades recreativas o de convivencia social o familiar. Ángeles asegura que no hay evidencia de esto. "Es verdad que la luz genera ciertos estímulos que nos hacen sentirnos con más energía, pero no nos ayuda a aprovechar más el día", comenta. "Por otro lado, los horarios laborales y sociales son los mismos, la gente trabaja las mismas horas y regresa a su casa a la misma hora que en el horario de invierno”.
5. ¿Cómo afecta a nuestra salud?
Ángeles asegura que, en este caso, "los efectos a la salud son mínimos porque el cambio no es tan drástico". El médico explica que "en lugares como Alaska, donde hay periodos largos de oscuridad, se manifiestan muchos casos de depresión crónica y hasta suicidio por los efectos extremos al sistema. En nuestro caso, el cambio es mínimo y nos podemos adaptar a él fácilmente”.
Es más común que existan efectos a la salud a causa del estrés que provoca el cambio de horario que el desajuste del reloj biológico, apunta el especialista en ritmos biológicos. “La preocupación de quedarse dormido o llegar tarde al trabajo o a la escuela provoca estrés que puede tener consecuencias a la salud. Por eso se sugiere que el cambio de horario suceda en periodo vacacional”, comenta Ángeles.
6. ¿Qué podemos hacer para adaptarnos mejor y más rápido al cambio de horario?
Una de las principales recomendaciones es desayunar siempre y a la misma hora. “La alimentación en la mañana ayuda a adaptarnos más rápido a los cambios de horario, porque nos da energía, glucosa, elementos que nos ayudan a que nuestro sistema reaccione más rápido. Es importante que sea a la hora a la que estamos acostumbrados a desayunar para que el sistema vaya reajustándose al nuevo horario”, explica el académico.
Ir a la cama a la hora acostumbrada también ayuda a aclimatarse al nuevo horario. “No necesariamente hay que dormir, pero sí ir a la cama y sin computadoras o televisiones.
Ángeles agrega: “Los primeros días no será fácil dormir, daremos muchas vueltas, pero cuanto más oscura esté una habitación, nuestro sistema empieza a enviar señales de es de noche, ya duérmete y poco a poco conciliamos el sueño”.