Esta semana, la Asamblea Constituyente aprobó la inclusión del matrimonio civil de parejas LGBT en la Constitución de la Ciudad de México. El artículo 16 de esta ley en construcción, reconoce a las familias formadas por personas gays con o sin hijos, bajo las figuras de matrimonio civil, concubinato u otra forma de unión. Este artículo también garantiza la protección a la comunidad LGBT contra cualquier acto de discriminación. También la considera uno de los grupos de atención prioritaria, aquellos que requieren mayor protección contra la violencia, el maltrato o cualquier violación de sus derechos fundamentales.
Esta decisión ha sido muy celebrada en redes sociales, pero el derecho al matrimonio civil igualitario ha sido garantizado en el Código Civil de la Ciudad desde 2009. Además, un fallo de la Suprema Corte de Justicia establece que es ilegal la creación de cualquier ley que impida el matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta decisión hace el matrimonio igualitario posible en todo el país.
¿Entonces por qué la comunidad LGBT celebra la decisión de la Asamblea Constituyente?
“Aunque en la práctica no crea ninguna diferencia, una vez establecido en la Constitución es prácticamente imposible echarlo para atrás”, dice Ricardo Baruch, activista e investigador sobre temas de diversidad sexual, a Verne vía telefónica. “Cuando en la Constitución se habla además de la lucha contra la discriminación a la comunidad LGBT, entonces esta se reconoce al máximo nivel, al menos en la Ciudad de México, así que está casi escrito en piedra”.
El artículo 16 también crea una especie de blindaje para el matrimonio igualitario, especialmente ante movimientos como el Frente Nacional por la Familia, que busca revertirlo, opina Antonio Medina, Secretario Nacional de Diversidad Sexual del PRD. “Si algo nos ha enseñado la historia es que estos grupos pueden llegar al poder", dice en entrevista telefónica. "Sería muy difícil para ellos echar para atrás lo que está en el Código Civil si ya está en la Constitución. Es una forma de afianzar un avance”.
Aunque Medina lo considera un avance legislativo, él asegura que esto tiene un significado mucho mayor. “Tiene un peso cultural y social”, apunta. "Desde que se aprobó la ley de sociedades en convivencia (que legalizó las uniones de parejas homosexuales) hace 15 años, los habitantes de la Ciudad de México comenzaron a entender y asimilar el tema de la diversidad sexual, de las parejas, del amor entre personas del mismo sexo”. El funcionario añade: “El planteamiento de la ley deja en claro que somos parte de la realidad social. Somos células vivas en el ámbito laboral, educativo, pagamos impuestos, estamos en todas partes”.
Esta ley, opina Medina, no solo es un avance para la comunidad LGBT, sino también para sus hijos. “Mi esposo y yo estamos muy contentos de que Mateo (su hijo de cinco años) sea de una ciudad donde están garantizados con derechos. Las familias homoparentales vivimos con mucha incertidumbre en este sentido y creo que la Constitución es un gran avance”.
Una vez que su Constitución se apruebe en su totalidad este año, la Ciudad de México se convertiría en la primera entidad en establecer el matrimonio igualitario como un derecho constitucional. Actualmente, solo en 11 de 32 Estados se puede ejercer este derecho sin necesidad de interponer amparos: Campeche, Coahuila, Quintana Roo, Chihuahua, Sonora, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Morelos, Colima y Ciudad de México. Por el fallo de la Suprema Corte, ninguna entidad puede negarlo, pero las parejas deben realizar un trámite jurídico para casarse.
Para Baruch, la Constitución capitalina podría sentar un precedente para otros Estados del país. “Los constituyentes de la Ciudad están dando un fuerte mensaje político para el resto del país respecto a los derechos alcanzados en esta Ciudad, con lo que ya no se juega”.
Esta decisión tiene una importancia más allá de la figura del matrimonio, opina Medina. “A fin de cuentas, si las parejas gay quieren casarse, se casan”, comenta. “Aunque tener que hacerlo a través de un amparo no es lo correcto, quien realmente lo quiere, lo logra. Quienes han querido construir una familia, la construyen, con o sin leyes. Lo importante es ese peso cultural que ratifica ese derecho”.