“Mi familia también es familia”: cinco respuestas a los que marchan contra el matrimonio igualitario

No todos los núcleos familiares están compuestos por padre, madre e hijo. Estas historias demuestran que pertenecer a una estructura familiar diferente no te hace ni mejor ni peor persona

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Carmen Murillo y su mamá.
Carmen Murillo y su mamá.

"Todos tenemos mamá y papá. Por nuestros hijos, el matrimonio y la familia”. Este texto se lee en una de las postales que el Frente Nacional por la Familia ha difundido durante las últimas semanas. Esta coalición de organizaciones de afiliación religiosa convocó a una marcha contra el matrimonio igualitario el 10 de septiembre en varios Estados de México. Con los hashtags #Frentenacionalxlafamilia y #MarchaPorLaFamilia, este y otros materiales son compartidos en redes sociales para invitar a los usuarios a defender lo que el Frente llama la familia tradicional, es decir, la conformada por un hombre, una mujer y sus hijos.

Miles de usuarios de Twitter y Facebook han publicado videos, citas y también ilustraciones para manifestar su rechazo a la campaña. De los materiales, los más compartidos son los que enlistan diversos tipos de familia.

En México, como en todo el mundo, la familia ha cambiado. La estructura familiar que se conoce como tradicional ya no es la única. En las últimas décadas hemos visto el surgimiento de familias de parejas jóvenes sin hijos, familias homoparentales y familias uniparentales.

El Frente Nacional por la Familia asegura que el objetivo de su campaña es defender a los menores de edad, pues desde su punto de vista, no están creciendo en una verdadera familia. Pero ¿qué opinan de esto quienes han crecido en este tipo de núcleos familiares? Aquí te presentamos las respuestas de cinco de ellos.

"Tener hijos no determina a una familia": Erika Estrada Gómez, Maestra de yoga, 34 años

Luis Mario y yo hemos vivido juntos durante siete años y tenemos casados cuatro. Desde el inicio estuvimos de acuerdo: no queríamos tener hijos. Siempre ha sido fuerte esta convicción de que no lo necesitamos, no necesitamos a un hijo para reafirmar nuestro amor. No voy a mentir, en algún momento la biología me hizo dudar, pero fue un momento muy fugaz. Ese instinto llegó, pero la convicción de por qué no lo hacemos fue más fuerte.

Fotografía de Ericka Estrada.

Creemos que tener hijos no determina a una familia. Nosotros como pareja ya de por sí somos una familia y tenemos mascotas a las cuales consideramos parte de ella. Cuando estamos juntos los seis nos visualizamos como una familia. Cuando nos pensamos, nos pensamos con los gatos y con los perros. Es nuestro núcleo y sabemos que dependen de nosotros y tenemos que ver por ellos. Mario y yo estamos al pendiente el uno del otro y eso es lo que hacen las familias: cuidarse unos a otros. También los animales a su nivel nos cuidan, nos procuran y eso es lo que hace el vínculo de la familia.

Siempre va a haber personas que te pregunten cuándo vas a tener hijos y que te hablen de la maravillosa experiencia de criarlos, pero nosotros estamos tranquilos. Estamos tan seguros de las razones que nos llevan a tomar esa decisión. No es necesario traer más gente al planeta en este momento. No se trata de tener hijos por tenernos sin saber por qué, hay que tener conciencia.

La base de la humanidad es el respeto y la diversidad. Hay tanta diversidad como seres humanos en el planeta. Cerrarse y creer que solo lo que uno piensa está bien, no nos ayuda en la evolución. Hay que abrazarnos, generar comunidad, no rechazarnos. Lo único que logramos cuando decimos que algo está bien o mal es generar violencia. Es necesario entrar en un nuevo ciclo de sensibilización y entender que todos somos distintos, que todos tenemos las posibilidades de disfrutar y de generar buenos seres humanos, sin importar el cuerpo o el sexo. Va más allá eso, es una cuestión de humanidad.

"Gracias a mi padre nunca sentí que no tuviera una familia por la pérdida de mi madre": Astrid Georgina V, Comunicóloga, 31 años

Cuando era adolescente mi mamá murió. Mi papá tuvo que hacer un gran esfuerzo por continuar la crianza de mis hermanos y mía, mientras continuaba trabajando y se adaptaba a la realidad de ser padre soltero. Tendemos a olvidar que hay muchos padres solteros que toman la responsabilidad de ejercer su derecho a la familia, aunque sea más difícil y menos convencional por la falta de la madre. Como hija de padre soltero puedo afirmar que gracias a su esfuerzo nunca sentí que no tuviera una familia debido a la pérdida de mi madre. Sí, la dinámica de la familia cambió, pero no dejó de existir por el fallecimiento de un miembro.

Por mi experiencia personal me pesa escuchar el argumento que una familia únicamente consiste de un padre, una madre y los hijos. Me hace pensar, ¿estos grupos creen que mi familia dejó de existir cuando mi madre murió? ¿Cuál sería la palabra correcta para describir la situación de mi padre y sus hijos?

Astrid Georgina V.

Este movimiento es una lucha que busca que estas opiniones grupales sean aceptadas como evidencia para influenciar estructuras públicas que nos afectan a todos. La intolerancia de estos grupos, la falta de apertura al diálogo con quien tenga diferentes ideologías y la falta de análisis del problema en general termina afectando a uno de los grupos más vulnerables de nuestra población: las niñas y niños que viven sin familia.

El movimiento a favor de la familia no está interesado en resolver los problemas sociales que deben de ser resueltos. Por ejemplo, ¿qué piensa hacer este grupo para mejorar las condiciones de los 30 mil niños y niñas en orfanatos? ¿Acaso estos niños y niñas no tienen derecho a la familia? La condición de la mayoría de los orfanatos en este país es deplorable pero no veremos a estos grupos marchando y trabajando para resolver ese problema.

Ningún grupo tiene derecho a apropiarse de un concepto humano y limitar su uso de acuerdo a sus creencias. La responsabilidad que le damos al gobierno solo es crear mecanismos para que los ciudadanos se agrupen de la manera que elijan dentro de una estructura legal para ejercer sus derechos. El gobierno no está para tomar decisiones morales por los ciudadanos. Por esta misma razón un gran pensador dijo “al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".

"Viví en un ambiente estable y saludable, sin importar el hecho de que mis dos padres eran mujeres": Zack Koutsky, Director legislativo y político de un sindicato de trabajadores de alimentos en Estados Unidos, 32 años

Mis madres han estado juntas por más de 44 años, mucho antes de que yo naciera. Les tomó mucho tiempo tenerme. Fue complicado para mi madre biológica quedar embarazada. Fue a principios de los ochenta que lo lograron con ayuda de la inseminación artificial. No dejó de ser complicado, pues los doctores no querían realizar el procedimiento por no tratarse de una familia tradicional. Eventualmente encontraron a un doctor que se ofreció a hacerlo. Fue difícil pero al final me tuvieron.

Zack Koucsky y sus mamás.

Nací en 1984 en los suburbios de Chicago. Mis dos madres son maestras y siempre he tenido un estilo de vida bastante estable. Mis madres no se divorciaron y nunca se han separado. En mi casa nunca hubo abuso entre ellas, tampoco hubo problemas de drogas o alcohol. No hubo problemas de depresión. Viví en un ambiente estable y saludable, sin importar el hecho de que me hayan criado dos mujeres.

No sé qué pueda ser estar más seguro que bajo el refugio de dos lesbianas en sus cuarentas. Y esa fue mi vida, así crecí. Mi familia fue mucho más estable que el poco más de 50% de las parejas de este país que experimentan divorcios. ¿Cuántas más experimentan abuso físico o emocional al interior de sus familias? ¿Cuántas tienen problemas de drogas? ¿Cuántos sufren depresión? Todo eso se ve reflejado en los hijos y yo no experimenté nada de eso. Mi familia podría ser calificada como un estereotipo excepto por el hecho de que eran lesbianas. Las dos pertenecían a una clase media, eran profesionales, fueron maestras de escuelas públicas por 30 años, se involucraban con su comunidad, compraron una casa, pagaron sus impuestos, eran votantes activas y le dieron a su hijo todas las oportunidades del mundo que pudieron.

Así que yo les diría a esas personas que esa idea de que un lugar saludable solo puede venir de una familia conformada por un hombre y una mujer es equivocada. Yo creo que soy una buena persona y que la experiencia que tuve es la que cualquier familia espera para los suyos. No voy a decir que fue fácil, no lo fue. Fue una lucha y como cualquier padre de familia lo enfrentaron, pero lo superaron porque se querían y me dieron amor y protección. ¿De qué tienen miedo? Esto para mí es lo más pro familia que hay en el mundo: Que una pareja estable forme una familia. Eso debería ser celebrado.

Qué se necesita para crear una familia: Amor, respeto y apoyo. Son cosas que siempre decimos que vamos a hacer pero es difícil hacerlo todos los días. Con suerte vas a encontrar a un compañero para hacerlo y qué importa si es hombre o es mujer. Mis madres lo hicieron por mí y siguen haciéndolo con mi hijo. Son abuelas grandiosas y espero poder darles más nietos.

"Lo que yo tuve fue bueno y me hizo una buena persona": Jesús Rascón Maciel, Gerente comercial en una empresa de diseño Mexicano y director de una empresa propia, 31 años

Mi mamá falleció cuando tenía cuatro años y a partir de esa edad yo crecí con mis abuelos maternos y ellos de alguna manera nos adoptaron a mí y a mi hermana. Vivía entre semana con mis abuelos y los fines de semana los pasaba con mi papá. En esa dinámica estuve desde los cuatro años hasta los 10. Después mi papá se volvió a casar y me fui a vivir a Veracruz con él y su esposa nueva. Solo estuve ahí hasta los 14 años.

De ahí en adelante viví al 100% con mis abuelos. Durante cuatro años seguí viendo a mi papá esporádicamente y a los 18 años cortamos comunicación con él. Simplemente nos sentíamos más cómodos con nuestros abuelos por distintas situaciones. Mi padre ya tenía otro hijo y en ese momento a todos nos pareció lo mejor. Para mis abuelos éramos como hijos, nos sentíamos más cómodos y contentos y más en una dinámica de familia.

Jesús Rascón Maciel y su familia.

Mis abuelos fueron la única familia que conocí. Lo que yo tuve fue bueno y me hizo una buena persona. Si me preguntan si funciona, claro que funciona. Algo que hay que entender es que tú no controlas las circunstancias que te presenta la vida. Tarde o temprano que tienes que salir adelante y eso no es malo. Es diferente.

La gente que piensa que la familia de mamá, papá hijo es la única familia que existe está equivocada. Es desacreditar e invalidar a los que crecimos en una estructura familiar diferente a esta sin saber todas las circunstancias que hay detrás. Si alguien crece en una familia que tiene padres homosexuales será exactamente lo mismo. Las figuras de padres están cambiando y eso lo tenemos que entender como sociedad. Hay personas a las que les va a tocar tener papá-papá, mamá-mamá, abuelo-abuela o una tía. Es así, no querer verlo de esa manera es inaceptable y no permitir que dos personas del mismo género puedan tener hijos me parece dar un paso atrás en lugar de ir hacia adelante. La familia evoluciona, eso ha sido siempre.

De tu familia aprendes muchas cosas. A ser responsable, trabajador y a respetar. A veces no lo tienes en casa, pero eso no quiere decir que tú vayas a ser de determinada manera. Lo que sí es cierto es que el camino es mucho más fácil cuando ya tienes un camino recorrido. Esto sea cual sea la estructura de la familia.

"Mi familia también es familia": Carmen Murillo, Periodista, 28 años

Recuerdo que en primero de primaria falté por primera vez a la escuela. Yo tenía prohibido faltar. Aún con gripe, fiebre, diarrea o dolor de garganta era inaceptable no cumplir con las obligaciones, sin importar que sólo tuviera seis años.

Sin embargo, esa vez falté a la escuela... Era día del padre.

—Mamá, yo no tengo papá y todas las niñas de la escuela sí. No quiero ir al colegio.

—Sí tienes papá. Sólo que no está. Puedes faltar, pero la próxima vez tendrás que ir, yo quiero mi regalo, porque tú lo hiciste.

Mi mamá nunca mintió sobre mi padre. Tampoco habló mal de él. Ni una sola vez.

“Yo quería ser mamá y cuando supe que Dios me iba a dar a esa bebé recargada en la nubecita, mucho más”, me contaba cuando le preguntaba de dónde venían los bebés.

Carmen, con quien comparto el nombre, manejó su maternidad en soltería como una separación civilizada, meses antes de que naciera. Al séptimo mes del embarazo, ella tuvo claro que tendría que asumir toda la responsabilidad de criar un bebé.

Sin embargo, mi mamá nunca dijo que era padre y madre a la vez, a diferencia de muchas madres solteras, a quienes nunca juzgaría por decir que lo son, porque de alguna forma así es. Mi madre, en cambio, siempre dijo: “Yo soy tu mamá y siempre voy a hacer todo para que tú seas feliz”.

Y así lo hizo.

Carmen y su mamá.

Hoy sé que se privó de muchas cosas para dármelo todo, incluso cuando yo le reproché no tener todas las barbies de moda, una computadora o no ir por mí a la escuela. Jamás gastaba un peso más de lo necesario para que alcanzara para pagar el colegio o que tuviera los cumpleaños que siempre me celebró, incluso cuando debía sacrificar su propio bienestar. Aun así llenó nuestra casa de libros, de música y de domingos de teatro a medio día.

En segundo de primaria no falté al día del padre, ni ninguno de los años siguientes. Las manualidades del día del padre y todas esas cosas, se las dedicaba a mi mamá, incluyendo un pisapapeles de un búho que mi mamá aún conserva en la vitrina de nuestra casa, junto con muchas fotos de nosotras, de Olivia, nuestra perrita que ya murió, y de toda la gente que nos quiere y que, de alguna manera, es nuestra familia también.

Escribo esto y es inevitable que se me llenen los ojos de lágrimas. No puedo decir que tener una figura paterna quizá habría hecho más fáciles algunas cosas.

Sin embargo, mi mamá siempre estuvo ahí, siendo simplemente eso: mi mamá.

Con los años la ausencia dejó de doler. Tal vez aprendí a vivir con ella o simplemente mi mamá construyó una familia.

Mis cumpleaños, los días del niño y las navidades siempre estuvieron llenas de amor, de felicidad y de los regalos que modestamente mi mamá podía comprar con el fruto de su trabajo.

Fui a la escuela, terminé la universidad y hoy soy una mujer independiente que paga una renta de un departamento y es dueña de su propia vida.

Por eso sé que una familia es más que mamá, papá, hijos y perro. Una familia es amor, sin importar cuántos miembros existan y cómo sean.

Vengo de una familia católica con tres tías monjas. Sí, sufrí rechazos y muchas veces vinieron de esas personas que eran parte de mi familia. Lo cierto es que a pesar de eso, siempre tuve el amor de la mujer a quien le debo todo lo que soy: mi mamá.

Por eso, creo que la familia es más allá de lo que muchos creen que “tiene que ser”. Familia es la gente que te ama, que está ahí todos los días y en todo momento, que te enseña, que te alienta a ser mejor persona todos los días y que te muestra también cuando estás errando el camino.

Mi papá decidió no estar. No le guardo rencor. Sus razones, válidas o no, fueron sus razones.

El punto es que gracias a mi mamá descubrí que el valor de una familia no lo determinan sus integrantes, sino el amor, la comprensión, el perdón.

Tal vez por eso para mí es natural que las familias sean diversas.

Hoy comparto el departamento con un roomie que es gay. Él y yo somos una familia. Nos cuidamos, nos regañamos, nos enojamos y también nos perdonamos. No tenemos un vínculo sanguíneo, pero gracias a mi mamá sé que eso no hace falta para formar un hogar lleno de amor y comprensión.

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