Aunque no lo parezca, Venir de intercambio a León fue lo peor que me pudo pasar es una declaración de amor.
La autora de este texto (que puedes leer más abajo) es la mexicana de 23 años Dámaris Dávalos. Llegó a la Universidad de León en agosto de 2014 para continuar sus estudios de Mercadotecnia y pasó siete meses en la ciudad.
"El primer día que llegamos al piso, la casera nos había llenado la alacena de comida para que estuviéramos cómodas los primeros días. Me pareció un detalle muy especial y sin duda una bienvenida calurosa, que poco se acercaba a lo que me comentaban en control de pasaporte: 'No sé por qué elegiste León para estudiar si hace frío a morir y la gente también es muy fría' ", cuenta a Verne por teléfono y por correo electrónico.
"Hoy sé que la señorita de control se equivocaba, seguro ella no había vivido en León. Muchísimas personas tocaron mi vida en el tiempo que estuve en León (...)... incluso la señora que atendía la pollería al lado de mi casa, buscaba cómo sacarme sonrisas cada vez que iba a las compras", continúa.
Dávalos condensó todo su amor por León en el discurso que pronunció en la ceremonia de despedida de alumnos extranjeros en febrero de 2015, organizada por el departamento de Relaciones Internacionales. Sus palabras gustaron tanto que la Universidad publicó el discurso en su página web, donde acumula más de 330.000 visitas. Varios medios locales se han hecho eco en los últimos días, después de que la Universidad de León lo haya rescatado en su página de Facebook.
No duda cuando le pedimos que escoja su rincón favorito de la ciudad: "El barrio Húmedo". Es la zona fetiche para los universitarios de León, "donde probé por primera vez la morcilla". "Mis amigos españoles se empeñaron en que la comiera. Me costó por la apariencia que tiene, pero le acabas cogiendo el gusto", dice Dávalos, que ya conocía la cecina. "Eso sí, en León está mucho más buena que en cualquier otro sitio", añade.
La mexicana reivindica las tapas leonesas hasta el infinito, tanto que las pone por delante de las de Granada. "Las probé allí y me parece que las de León están más buenas", dice, consciente de "la cantidad de andaluces ofendidos por lo que estoy diciendo; me dieron la opción de estudiar en el sur, pero me llamaba más la atención el norte". Con menos frecuencia, Dávalos acudía al barrio Romántico, "donde va la gente más mayor". "En León, a diferencia de México, los ancianos tienen mucha vida social. Eso me encantó", añade.
"Los leoneses son personas duras y siempre intentan parecer fuertes, pero, aunque a veces lo nieguen, tienen un gran corazón. Estuve en otras ciudades de España y ninguna otra me marcó tanto como León", comenta la mexicana, que vivía en la calle Oviedo junto a otras dos compatriotas: "Terminaron tan enamoradas de León como yo". Todas ellas vieron la nieve por primera vez en esta ciudad. "Hace mucho frío, más del que imaginaba. Yo no paraba de temblar y las viejecitas de León como si nada", dice entre risas.
Dávalos ahora vive en San Juan de los Lagos, una de las ciudades del estado mexicano de Jalisco. "No he vuelto a León y no hay otra cosa que quiera más que caminar por aquellas calles donde fui tan feliz. Espero volver pronto, porque de corazón soy de León", dice la mexicana, que acaba de publicar un post en su blog personal en el que rememora su amor por León. El título lo deja claro: La vida se divide en un antes y después de vivir en León.
En esa publicación, Dávalos detalla aún más qué encendió su amor por León: "Maravíllense con la algarabía de la calle Ancha, saboreen cada tapa, intégrense en las actividades culturales y sociales que hay en su ciudad, tan rica en museos. Vayan al mercadillo en la Plaza Mayor, tómense una foto en esas letras que con orgullo dicen 'León' frente a la Catedral. Enamórense de su cultura, de la historia, de la gente, del frío, de todo… Asómbrense con la maravillosa arquitectura que tiene", añade.
"Una vez, encontré una calle llamada Felicidad. Eso es León para mí, felicidad", comenta la mexicana, cuya devoción por la ciudad le está siendo reconocida en su país natal: "Hay asociaciones de leoneses en México que se han puesto en contacto conmigo para conocerme".
"Venir de intercambio a León fue lo peor que me pudo pasar"
Venir de intercambio a León fue lo peor que me pudo pasar. Sí, escucharon bien: lo peor que me pudo pasar. En un momento les voy a explicar por qué.
Yo nunca entendí la frase “voy a partir”. Hasta hoy, porque cuando una persona parte, no solamente se va, si no que también deja partes de ella en cada lugar.
Todos venimos de diferentes partes del mundo, algunos desde más lejos, otros de más cerca, pero lo verdaderamente importante es que a la vida no le importó las diferentes culturas, los distintos idiomas, no le importó nada y nos hizo coincidir aquí y ahora para que el intercambio no fueran varios meses de nuestra vida, si no que fuera una vida en varios meses.
Estoy segura que todos dejamos nuestras casas con miedos y con muchas preguntas. Vivir en un país distinto no es algo sencillo, pero nosotros fuimos valientes, dejamos a nuestra familia, nuestra casa, nuestros amigos y nuestra zona de confort por venir aquí, a León, a vivir un sueño. Hicimos lo correcto porque si estuviéramos hechos para estar en un solo lugar, tendríamos raíces en lugar de pies.
Cuando llegué a España, lo primero que me dijeron en el control de pasaporte cuando les dije que venía a León fue "hace mucho frío". Pero lo que no me dijo la señorita fue que iba a encontrarme con un montón de personas que iban a ser cada una el sol de León, haciendo que esta experiencia fuera lo más cálida posible.
Algunos de los que están aquí se enamoraron, otros hicieron amigos para toda la vida, algunos otros hemos vivido lo que nunca imaginamos, perdimos miedos, crecimos, lloramos, reímos, soñamos, probamos mil cosas por primera vez...
Estoy segura que si hacemos un viaje al futuro, vamos a recordar esto como la mejor época de nuestras vidas. Así, como uno de ustedes decía, le mostraré las fotografías a mis hijos y no podrán creer lo loco que estaba su padre.
Cuando volvamos a casa tienen que saber que ya no estaremos completos nunca más, porque partes de nuestro corazón siempre estarán en diferentes partes del mundo. Ese es el precio que tenemos que pagar por el honor de querer y de haber conocido personas de diferentes países. Al final, como una de ustedes dijo, "los recuerdos pesan más que las maletas". Gracias a todos y a cada uno de ustedes por ser parte de esto, de vivir y disfrutar a su manera esta experiencia.
Que suerte tenemos de tener algo tan grande que nos hace tan difícil decir adiós.
Hoy nos separamos. Algunos toman el camino de la izquierda, otros el de la derecha, pero nunca se olviden que el mundo es redondo y nos podemos volver a encontrar. Lo decía Mario Benedetti: "No te rindas que la vida es eso / continuar el viaje / perseguir tus sueños, destrabar el tiempo / correr los escombros y destapar el cielo".
Y en un inicio decía que venir a León fue lo peor que me pudo pasar. Esto es porque no sé cómo van a ser mis días sin los amigos que hice, sin mi roomie. No sé cómo será mi vida sin tapas. Creo que las extrañaré tanto como extrañé el picante. Siempre voy a comparar los bares a los que vaya con el Húmedo. Nada se parecerá a la libertad con la que se vive aquí, esos viajes que nos recuerdan que aún tenemos la habilidad de sorprendernos. Siempre voy a extrañar convivir con personas de todo el mundo. Voy a extrañar tener tantos italianos en mi vida. Voy a echar de menos todo. Mi vida después de León no será la misma.
Dicen que uno vuelve siempre donde fue feliz. Nos vemos pronto León, pues yo soy de León. Todos somos de León.