Esta es la primera de una serie de newsletters de humor que te llegarán al correo el tercer domingo de cada mes. Va sobre humor pero no tiene ni un solo chiste. Bueno, alguno sí que cae, que no podido resistirme. ¿Por qué de humor? Pues porque nos parecía gracioso.
Ampliemos esta respuesta aunque esto suponga interrumpir mi bien merecida pausa de seis horas para el cortadito de la mañana. Un contenido humorístico puede ser una herramienta de análisis y crítica. No a pesar de ser gracioso, sino precisamente por serlo. Aquí van siete claves de por qué un buen chiste es mucho más que jiji jaja:
1. El humor es algo muy serio. A menudo, el humor se menosprecia y se quiere restringir a ámbitos ligeros. De ahí que a menudo se oigan cosas como “no hagas broma con este tema”, “esto no es para chistecitos” y demás. Que algo sea gracioso no significa que sea superficial.
Cuando mejor funciona este tipo de humor es cuando juega con los límites. No siempre acierta, claro. A veces se pasa de frenada y deja de ser gracioso para resultar ofensivo. Pero cuando funciona, ofende a quien se debe ofender. “Si haces humor sobre el Holocausto o ETA, la burla no ha de estar dirigida a la víctima, sino al etarra, al nazi o al del GAL -recordaba Borja Cobeaga en un artículo sobre el humor que publicamos en Verne-. El problema no es el tema, es el enfoque”.
El ejemplo que pusimos en ese artículo era el de los artículos que publicó The Onion tras el 11S. Este diario satírico estadounidense no bromeó sobre los aviones impactando en las torres o acerca de los ciudadanos que murieron ese día, sino que presentaron a los terroristas como idiotas, con titulares como "Los terroristas se sorprenden al encontrarse en el infierno" y "Dios, furibundo, aclara el mandamiento de ‘no matarás’".
2. El humor es un juego mental. Por ejemplo, veamos esta noticia de El Mundo Today: “Felipe VI pregunta a Mariano Rajoy si al final formó Gobierno”. Está escrita con un lenguaje periodístico, por lo que tenemos que interpretar la diferencia entre lo que se nos está diciendo y lo que realmente se nos quiere decir. En humor hay dobles sentidos, hipérboles, referencias veladas (porque si se explicitan, no tiene gracia) y mucha ironía. Requiere de una comprensión lectora mínima.
Como este tuit que es gracioso por lo que no dice. Bueno, también por lo que dice. Por las dos cosas. Si no, bastaría con dejarlo en blanco. Lo que quiero decir es que, aunque no haya tanto que explicar, si lo explicáramos todo, perdería la gracia.
3. El humor puede reducir al absurdo una situación, mostrando lo que todos veíamos y nadie se atrevía a decir: que esa situación es ridícula. Recordemos la noticia de El Mundo Today de la que hablábamos. A pesar de los más de 300 días que pasamos sin gobierno y por culpa del tono gris, casi beige, de Mariano Rajoy, parece casi razonable pensar que podríamos haber olvidado que ya tenemos gobierno.
Así también pone de manifiesto lo vacíos que son algunos gestos. Un ejemplo lo encontramos en los memes de Donald Trump mostrando una orden ejecutiva recién firmada. Lo que en apariencia es una muestra de poder se convierte gracias al ingenio de unos cuantos en objeto de burla. Trump se convierte así en un tipo caprichoso que no tiene ni idea de lo que está haciendo.
4. El humor nos ayuda a conocernos mejor. La mejor sátira es la que se dirige a nosotros mismos. Lo hace por ejemplo Woody Allen cuando se ríe de la intelectualidad neoyorquina en muchos de sus cuentos y artículos. Como en este de 2010, publicado en el New Yorker, en el que una vaca narra cómo quiere asesinar al propio Allen, invitado a una fiesta en una casa de campo, después de oírle quejarse continuamente y de intentar hacerse el interesante con los demás invitados, insistiendo, por ejemplo, en que la frase “no solo de pan vive el hombre” era de Shakespeare.
Allen es consciente de que el grupo al que pertenece y al que pertenecen sus lectores (básicamente, pijos neoyorquinos que leen el New Yorker) puede ser tan irritante como para despertar los instintos asesinos de una por lo general mansa vaca.
5. El humor crea comunidad. Todos los chistes son chistes más o menos privados. Si algo nos hace gracia es porque compartimos unos códigos. Pensemos en los memes y chistes recurrentes de Twitter, por ejemplo. Si uno no forma parte del grupo, no entiende las claves que hacen que un tuit sea gracioso. Como este, por ejemplo:
Para entenderlo hace falta estar al corriente de las polémicas sobre la paella (la más reciente, con Jamie Oliver) y de cómo este tema solivianta a los valencianos y provoca, a partes iguales, la ira y la burla de los tuiteros. También ayuda conocer (y haber participado) en las airadas discusiones en esta red social sobre si la tortilla ha de ser con o sin cebolla. Este último debate es absurdo, por supuesto: sin cebolla.
6. El riesgo es que las comunidades también pueden excluir. Los chistes machistas, racistas o sobre otras nacionalidades son una burla al otro que se hace desde dentro. Ese “dentro” suele ser el de los hombres blancos heterosexuales de cada país. No hay chistes a costa de heterosexuales por el mero hecho de serlo. Si no me crees, intenta pensar en un chiste que comience con "un heterosexual va al médico..." o "un blanco entra en un bar...".
Aun así, en este caso el humor también puede ser útil, ya que pone de manifiesto un conflicto o una carencia. La risa es una forma de enfrentarse “al estrés y a la ansiedad asociada con vivir en una sociedad plural”, como escribe el neurocientífico Scott Weems en su libro ¡Ja! La ciencia de cuándo nos reímos y por qué. Lo contábamos en un artículo sobre los chistes de Lepe.
7. De hecho, el humor también tiene un componente conservador. No solo cuando perpetúa estereotipos, como hemos apuntado, sino también cuando se dirige a los más poderosos. La sátira puede hacer que nos informemos más sobre ciertos temas, pero puede llevar a que actuemos menos para cambiar las cosas, como explica el psicólogo Peter McGraw, coautor de The Humor Code. Como el asunto es gracioso, cometemos el error (ya mencionado) de no tomárnoslo en serio.
Por otro lado, el humor necesita (en parte) de que las cosas vayan al menos regular y depende (insisto, en parte) de que siga existiendo ese poder del que se ríe. ¿De quién nos burlaríamos si nuestro presidente fuera Justin Trudeau y no Mariano Rajoy?
La parte positiva es que mucha de la gente que se dedica al humor es consciente de sus limitaciones y esto se usa como herramienta humorística de autocrítica, como se puede leer en este artículo publicado en McSweeneys: “Esta es la sátira política que finalmente para a Trump”.
"-En fin, ‘señor presidente’, quizás has podido engañar a todo el mundo, pero olvidaste una cosa.
-... El poder del humor. ¿Cómo he podido estar tan ciego?"
Somos conscientes de que no vamos a cambiar el mundo (ni a acabar con Trump) con esta carta que enviaremos el tercer domingo de cada mes. Pero sí podemos recoger algunos ejemplos de humor que hayamos visto a lo largo de la semana y que sirvan para conocernos mejor a nosotros mismos y para saber algo más del mundo que nos rodea.
También habrá cosas graciosas, sin más. De estas de reír. Esta carta no ha sido muy graciosa porque ya se sabe que no hay nada más aburrido que hablar sobre el humor. Pero había que hacerla. Y sí, he dicho que sin cebolla.
Si este es el tercer domingo de mes, esta es la newsletter de humor de Verne. Me explico: después de nuestra carta número 100, hemos decidido reorganizar los mensajes que enviamos al correo electrónico cada domingo y hacerlos temáticos. Cada semana los dedicaremos a un asunto diferente.
Queremos seguir descubriéndote lo mejor de internet, los artículos que te has perdido, las páginas que te darán grandes momentos de felicidad, pero agrupados por temas. Dentro de nuestras cartas temáticas habrá una fija al mes de feminismo. También las habrá centradas en personajes interesantes, solo con imágenes que da gustito ver, de temas LGTBI, etc. La idea es ofrecer una perspectiva diferente para cerrar la semana, mostrando otra forma de reflejar y entender la realidad (o de enfrentarse a ella).
Selección y redacción del contenido: Jaime Rubio Hancock @jaimerubio