Aunque no haya estadísticas al respecto, quizá uno de los países donde menos se conoce la de historia Liu Xiaobo, fallecido este jueves tras un diagnóstico tardío de cáncer de hígado, es China. Para la inmensa mayoría de los más de 1.300 millones de habitantes, el Nobel de la Paz del año 2010 era un desconocido. Esta circunstancia hay que atribuírsela al sofisticado aparto de censura en el país, capaz de controlar los medios de comunicación y también las redes sociales con una efectividad que asusta. Los que han querido homenajearlo públicamente han tenido que echar mano del ingenio para hacerlo, y no siempre lo han logrado.
La búsqueda “Liu Xiaobo” en Weibo, la red social china similar a Twitter, no arroja resultado alguno más allá del mensaje habitual de algo que ha sido censurado: “De acuerdo con las leyes, reglamentos y políticas pertinentes, no se muestran los resultados de la búsqueda”. Ya días antes, cuando se informó de su grave estado de salud, era imposible encontrar algo sobre él en las redes sociales.
Otros mensajes menos obvios tras su muerte, como los que contenían la palabra “RIP” (Rest in Peace, Descanse en paz) o que incorporaban el emoticono que representa una vela, duraron unos minutos, pero acabaron igualmente borrados. Los usuarios que los habían publicado recibieron un mensaje automático de esta plataforma para informarles de que su mensaje había sido eliminado. También está bloqueado “1955-2017”, año de nacimiento y muerte del Nobel.
El algoritmo de WeChat, el servicio de mensajería instantánea por excelencia en China, con más de 800 millones de usuarios, también ha sufrido su particular "actualización" desde la muerte de Liu Xiaobo. Cualquier mensaje que incorpore su nombre directamente no llega al destinatario, sin importar el resto de contenido. Este es un ejemplo de un intercambio de mensajes en el que se incluye el nombre del Nobel. A la izquierda, el texto enviado. A la derecha, el texto recibido. El mensaje que hace referencia a Liu Xiaobo se envía, pero nunca llega.
Ante estas circunstancias, muchos internautas tuvieron que ponerse más poéticos para homenajear al hombre que reclamó abiertamente la democracia para China y se convirtió en un enemigo de Pekín. Muchos hicieron hincapié en la potente tormenta eléctrica que cayó en Pekín poco después de conocer la muerte de Liu. "Los cielos también se conmueven", decía uno. No a todos les funcionó relacionar la muerte con la meteorología: un popular escritor, Zhu Wei, publicó el mensaje "Está lloviendo fuera. ¿Será de tristeza?". Minutos después fue borrado.
Los que sobrevivieron fueron aquellos que no hacían referencia directa al Nobel, aunque una mirada atenta podía leer entre líneas ("Está bien, en el paraíso no hay Partido Comunista"), las frases sacadas de otros ("La educación de cualquier país autoritario tiene por objetivo reducir la mente de la gente - Montesquieu"), los que colgaron imágenes de él o los que dejaron canciones de finales de los ochenta del siglo pasado, algunas himnos de las protestas prodemocráticas estudiantiles en la plaza de Tiananmen de 1989.
Ya sin el acecho del brazo censor chino, los seguidores de Liu Xiaobo y otros activistas usaron Twitter para lamentar la muerte de Liu (aunque esta red social está censurada en China, es posible acceder si uno se hace con un servicio de pago VPN, que permite sortear las páginas bloqueadas). Allí fueron ampliamente compartidas las ilustraciones del dibujante y caricaturista político Badiucao, residente en Melbourne, que se han convertido en un emblema del triste final bajo custodia del único Nobel de la Paz que ha tenido China.
Aun así, las imágenes de Badiucao tienen mucho de metafóricas. La silla vacía recuerda que a Xiaobo no le permitieron acudir a la ceremonia en la que se le galardonó con el premio Nobel, aunque se respetó el asiento que debía haber ocupado. La otra ilustración es una versión de una foto de Liu Xiaobo y su mujer, Liu Xia, que se distribuyó a través de la cuenta de Twitter del activista Ye Du.