Un año después, así es la vida de Martín, tras pasar 12 horas en un derrumbe el 19S

El constructor aún sigue en rehabilitación luego de sobrevivir al colapso del edificio en la calle Álvaro Obregón 286

Hace un año, Martín Zenaido Méndez Medina vivió un episodio que marcó su vida para siempre. El 19 de septiembre de 2017 se encontraba trabajando como cerrajero en el edificio ubicado en Álvaro Obregón 286, en la colonia Condesa, cuando el sismo magnitud 7,1 cimbró la Ciudad de México y el centro del país.

“Fue una necedad de mi parte”, recuerda Méndez en entrevista con Verne, unos días antes del primer aniversario del terremoto. “Soy un agraciado de Dios, un sobreviviente”, reflexiona. No le gusta hablar mucho del tema, pero cuando se le cuestiona, indica que no fue casualidad que se hallara en el edificio en el momento justo de la catástrofe. “Trabajaba en una empresa colocando tablaroca, me iba bien, pero ese día insistí en trabajar en la cerrajería”, indica.

En 15 segundos, la edificación de seis pisos se derrumbó sobre más de 70 personas que estaban trabajando. “Caí al piso de espaldas y que dos señoras cayeron luego sobre mí. Intenté pararme, pero ya no pude. Aunque en ese momento no lo sabía: tenía una pierna fracturada”, recuerda.

Uno de los rasgos que más llamaron la atención de la historia de Méndez fue la selfie que se tomó entre los escombros, horas antes de ser rescatado. “Me saqué una fotografía porque quería que vieran cómo quedé”, rememora. “Hay otra foto, con un reflejo, donde muchas personas me han dicho que ven un ángel, que alguien estaba conmigo. Creo que era mi hijo (quien murió en 2004)”, dice mientras muestra sus fotografías desde su teléfono.

Las dos imágenes que tomó Martín Méndez antes de ser rescatado.

Como consecuencia del derrumbe, Méndez padeció una fractura múltiple de rótula. Aunque los gastos de recuperación los absorbió una fundación, el obrero señala que la recuperación ha sido difícil. “Primero fue una operación en la Cruz Roja, pero después tuvieron que volver a operarme porque uno de los aparatos que me pusieron se rompió dentro. Me dolió muchísimo”, detalla.

Martín pasó casi cuatro meses al cuidado de una de sus hijas mayores en Querétaro, a unos 250 kilómetros de la capital, donde recibió fisioterapia y cuidados. No podía regresar a su domicilio en Iztapalapa -uno de los municipios más poblados de México- ya que vive en un cuarto piso y resultaba imposible subirlos solo y con la rodilla quebrada. “Ahí estuve en lo que pude recuperarme”.

Pero no solo fueron meses de rehabilitación, sino de desempleo. Méndez señala que pasó varios meses pidiendo ayuda, pues su ocupación depende casi por completo de su desempeño físico. No fue hasta marzo que pudo ser ubicado en la dirección territorial de Santa Catarina, en Iztapalapa. “Hago algunas labores de herrería, no quería quedarme con el resto de los discapacitados que solo están de mandaderos”, dice.  

Ha pasado un año del terremoto y apenas un mes de su segunda intervención quirúrgica. Martín aún tiene que usar una muleta para trasladarse y es enérgico al decir que ya no le interesa trabajar como cerrajero. “Estoy agradecido de ser un sobreviviente”, dice. “Los mexicanos podemos demostrar la unión cuando pasan situaciones así, pero esperemos que ya nunca vuelva a pasarnos”, finaliza antes de regresar a su jornada de trabajo.