Una mujer de rojo se cruza con una pareja. El novio se gira para contemplarla y su novia se da cuenta, mirándole con enfado. Esta fotografía del barcelonés Antonio Guillem se convirtió en un meme en verano de 2017 y se ha usado en toda clase de contextos humorísticos, llegando a una oferta de trabajo que publicó Bahnhof, una empresa sueca, en su cuenta de Facebook.
En mal momento: Reklamombudsmannen, el observatorio sueco de la publicidad, redactó un informe en el que calificaba este anuncio de sexista, al presentar a las mujeres como “objetos intercambiables” y al mostrar una imagen estereotipada del comportamiento masculino.
Este dictamen se recibió con sorpresa, llegando a copar titulares en la prensa de todo el mundo. La empresa se defendió argumentando que “cualquiera que siga internet y la cultura de los memes sabe cómo se usa e interpreta este meme”.
Memes, manual de instrucciones
Muchos memes se basan en modificar y recontextualizar las imágenes que les sirven de base. Un poco de texto puede servir para dar un significado nuevo y diferente a una foto o dibujo, aunque en ocasiones se recurra a montajes más o menos sofisticados, como explica José Manuel Ruiz Martínez, profesor de lingüística en la Universidad de Granada y autor del estudio Una aproximación retórica a los memes de internet.
Es decir, en los memes se da un “desplazamiento semántico”: la misma imagen puede expresar cosas muy diferentes. Esto pasa también con este meme, llamado "el novio distraído". Se ha usado para hablar de gatos, de libros y de comida, por citar solo algunos ejemplos. Y de política: una de las primeras muestras que recoge Know Your Meme, enciclopedia online de memes, convertía esta escena de pareja en un comentario humorístico sobre las tendencias políticas de la juventud. Bastaban cuatro palabras: “la juventud” (el novio), “capitalismo” (la novia) y “comunismo” (la mujer de rojo).
Otra clave del funcionamiento de los memes es que se imitan y modifican. No basta con que haya una imagen graciosa muy compartida para hablar de meme: tiene que haber mucha gente compartiendo sus propias modificaciones. De hecho, a veces se usa la palabra meme para hablar de cada una de estas variantes, cuando el meme se refiere a la constelación de todas las imágenes relacionadas entre sí.
Cómo se interpreta un meme
Los memes funcionan a modo de “lengua franca para la participación” en internet, según escribe Ryan M. Milner en The World Made Meme. Resulta muy fácil expresar una idea usando una de estas imágenes, pero es necesario que todo el mundo sepa qué significa.
Podría parecer que esto explica que el observatorio sueco califique al novio distraído de sexista: el meme salió de su entorno habitual (los chistes de Twitter y otras redes sociales), para pasar a una oferta de trabajo, por lo que se encontró con un público que no estaría entrenado y que no habría entendido el subtexto de una imagen en apariencia estereotipada.
Eso sí, Ruiz Martínez recuerda que “los memes se están extendiendo tanto que cada vez más gente los entiende sin problemas, y domina su retórica”. Además, este en concreto no es de los más difíciles de entender, precisamente. La foto muestra una actitud muy reconocible de forma tan clara que resulta casi caricaturesca. Es tan identificable que incluso se han encontrado ejemplos de encuadres similares en el arte y en el cine. Hay una escena parecida en el cuadro Garrick entre la tragedia y la comedia, del pintor británico Joshua Reynolds (1729-1792). También en la película Día de paga (1922), de Charlie Chaplin.
De hecho, gran parte del éxito de este meme se puede explicar por lo fácil que resulta de entender y de modificar. Hay que recordar que la popularidad de los memes suele durar apenas días, mientras que de este aún seguimos hablando (y viendo ejemplos nuevos) un año más tarde.
Las consecuencias de los memes
Es cierto que los memes dan un significado nuevo a las imágenes modificadas y por eso el novio distraído se ha usado en contextos que no tienen relación directa con las relaciones de pareja. Pero la imagen sigue siendo la que es.
Los memes son como “chistes encima de un chiste”, explica Delia Rodríguez, periodista y autora del libro Memecracia: los virales que nos gobiernan. “Hay muchas capas y podemos olvidar lo obvio”. Lo obvio, en este caso, es una imagen que muestra estereotipos que se podrían considerar sexistas, aunque a Ruiz Martínez, por ejemplo, no le parece que sea el caso.
De hecho, la mayor parte de los memes necesitan mantener al menos cierta relación con los referentes originales. Por ejemplo, los montajes con Mariano Rajoy corriendo o los tuits antiguos de Pedro Sánchez (“vaya paliza me están dando”) no son graciosos si no conocemos a estos políticos.
Es decir, puede pasar que, quizás con ayuda del observatorio sueco de la publicidad, nos demos cuenta de que “hay chistes que ya no nos hacen gracia”, como dice Rodríguez. La periodista opina que “pasamos por un momento de transición ideológica” y por eso hay actitudes y productos culturales que antes no nos cuestionábamos y que ahora nos parecen machistas (o racistas, o clasistas...). Los chistes de internet no escaparán a esta revisión: “Ocurrirá con más memes”, advierte. "Dentro de 10 años también nos sorprenderá habernos reído de según qué cosas".
La periodista recuerda además que “los memes pueden ser muy crueles”. Cogemos una imagen, la modificamos, nos reímos de ella… Pero pocas veces pensamos más allá del tuit. Pone el ejemplo del Ecce homo de Borja, (mal) restaurado en 2012 por Cecilia Giménez, que entonces tenía 81 años. El verano pasado, Giménez concedió una entrevista al Heraldo de Aragón: “Sentí que estaba siendo ridiculizada en el mundo entero”, aseguró.
Es decir, los memes pueden reciclar imágenes y darles otros significados, sobre todo humorísticos, pero también expresan ideas y son parte de nuestra sociedad y de nuestra cultura. No son neutros. "Nada lo es", recuerda Rodríguez.
¿Quién es el autor de un meme?
La foto que ha servido de base para el meme del novio distraído es obra del barcelonés Antonio Guillem, quien la publicó en un banco de imágenes en noviembre de 2015. A menudo se puede rastrear el origen del meme hasta llegar a la primera persona que modificó la imagen original. En este caso, la enciclopedia de memes KnowYourMeme apunta que la primera variante conocida se publicó en una página de Facebook turca.
Estos memes a menudo nos llegan sin atribución de autoría, a través de WhatsApp o en páginas de Facebook que comparten los montajes sin citar. Pero lo cierto es que la mayoría tiene un autor rastreable. En esto también son parecidos a los chistes: a veces los contamos sin ni siquiera conocer al autor, pero cada vez resulta más fácil saber qué humorista (profesional o aficionado) lo contó por primera vez.