Cuando visitan Nueva York, los turistas de cada país suelen mostrar inclinaciones distintas. Por ejemplo, a los franceses les encantan los tours de arte callejero en Brooklyn. Los angloparlantes se sienten especialmente atraídos por las degustaciones gastronómicas. Mientras, los españoles sienten cierta fijación por los conocidos como "tours de contrastes", recorridos en autobús por barrios más allá de Manhattan. No es una ley estricta, pero un vistazo a los principales blogs de viajes, la conversación con guías turísticos y mi propia experiencia como guía confirman estos intereses.
Efectivamente, cuando empecé a ofrecer tours alternativos en español a pie, me sorprendió que una de las peticiones más populares de los turistas españoles fuera hacer un tour de contrastes para ir al Bronx. Quienes se apuntan a este tipo de visitas quieren ser testigos de cómo, frente a la opulencia de Manhattan, en Nueva York existen otras zonas peligrosísimas donde, supuestamente, conviene no adentrarse.
Mi familia y yo somos del Bronx desde que mi abuela se instaló aquí hace un siglo. Por estar alejado del centro, nuestro distrito es poco más que una nota a pie de página en las principales guías turísticas. Si acaso, los visitantes se asoman para visitar el zoológico o los partidos de los Yankees. Y, aunque es el distrito más pobre de Nueva York, los bronxites estamos orgullosos de nuestro distrito y somos gente trabajadora con una vida bastante normal y sin persecuciones policíacas a diario.
No culpo a los viajeros españoles por no saber sobre el Bronx, sería como esperar que un americano supiera sobre Vallecas. Y el concepto del Bronx como "barrio malo" tiene una larga historia. Empezó en 1977 cuando el presidente Jimmy Carter visitó una sección del sur del Bronx que había perdido dos tercios de su población y la mayoría de los edificios estaban abandonados o quemados.
Otros barrios en Manhattan y Brooklyn vivían la misma situación, con datos igualmente preocupantes, al igual que otras ciudades estadounidenses. Sin embargo, esta visita presidencial catapultó el Bronx a la prensa internacional, convirtiéndolo en un símbolo de problemas urbanos. Cuatro años después, en 1981, se estrenó la película Distrito Apache que, como apunta el historiador del Bronx Lloyd Ultan, puso "el último clavo en el ataúd".
En esa película, Paul Newman es un policía de la comisaría 41 en el sur del Bronx, la más peligrosa del país. El nombre de la película hace referencia al western de John Wayne de 1948 Fort Apache. En la versión neoyorquina, la comisaría 41 era un fuerte en territorio hostil, con puertorriqueños y afroamericanos en el papel de indios salvajes.
Jimmy Carter, en su visita al Bronx, señaló los problemas de planificación urbana discriminatoria como la causa de su destrucción. Distrito Apache, en cambio, explicó los problemas como algo innato a los residentes locales. Por esta razón, hubo manifestaciones en contra de la película criticando que los residentes del Bronx fueran retratados como criminales, drogadictos, prostitutas o locos. Incluso el entonces alcalde de Nueva York, Ed Koch, tildó el guion de racista.
Curiosamente, la película tuvo más éxito en España que aquí [en Estados Unidos]. El New York Times habla de la película solo por el daño que hizo. No está disponible en streaming y en la biblioteca pública de Nueva York solo hay dos copias. En comparación, en la red de bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid hay 145 copias. Otras películas también contribuyeron a popularizar una imagen negativa del distrito, como La hoguera de las vanidades (1990) y Duro de matar (1995).
Cuando pregunto a los viajeros españoles de dónde viene su idea del Bronx, normalmente contestan que "de las películas". Pero muchas veces no mencionan Distrito Apache sino películas sobre barrios marginales rodadas en otras partes de Nueva York, otras ciudades estadounidenses o ciudades ficticias (lo siento, Harry el Sucio y Los chicos del barrio son californianos).
Sea como sea, el Bronx es el barrio chungo por antonomasia para los españoles. En foros de viajeros debaten sobre si es seguro visitar el Bronx, pero no dudan en quedarse en un Airbnb en Bedford-Stuyvesant, un barrio que se está poniendo de moda en el distrito de Brooklyn cuya tasa de asesinato duplica la que tiene hoy en día la comisaria de Distrito Apache.
Al principio me incomodaba llevar a turistas al Bronx sabiendo que el motivo de la visita era el morbo de encontrar violencia y hampa. Sin embargo, también me molestaba no llevarlos porque hay razones importantes para visitarlo. El Bronx es una colección de barrios distintos y diversos, como corresponde a una zona con 1,5 millones de habitantes, igual en población y superficie que Barcelona. Y la zona sur, en concreto, es una zona dinámica donde nació la cultura urbana moderna.
En realidad, el Bronx nunca fue un "distrito apache", pero ahora sí que no tiene nada que ver. Los solares abandonados o quemados que se ven en Distrito Apache están llenos de edificios nuevos. Se han construido más de 85.000 viviendas nuevas desde 1990. Gracias a las oleadas de inmigración latina, la población del Bronx ha crecido más del 25% desde los ochenta. La tasa de crimen ha bajado un 75% desde entonces. Que el Bronx tenga una tasa de pobreza más alta que el resto de distritos no está necesariamente asociado con una alta tasa de violencia o criminalidad. Hoy los vecinos hablan más sobre gentrificación que sobre bandas.
Aunque Distrito Apache sembró esta idea en el imaginario colectivo, si sigue viva en la mente de los turistas es gracias a los tours de contrastes. Los guías, por ejemplo, señalan zapatillas colgadas de cables y, para dar sensación de peligro, repiten la leyenda urbana de que marcan el territorio de bandas de narcotraficantes. Pero esta es una historia que ya ha sido desmontada.
Además, los tours se aprovechan de estereotipos raciales. Mucha gente lo termina pensando que la población del Bronx es principalmente afroamericana, pese a contar con una mayoría latina. Por supuesto, el highlight de la visita es la comisaría de Distrito Apache. Quizás ahora sea más conocida por los tours que por la película.
Este es un círculo vicioso muy común en el turismo: los turistas encuentran lo que buscan porque los guías les proporcionan lo que quieren encontrar, aun cuando ello implique una cierta distorsión de la realidad. Al mismo tiempo, algunos blogs de viajes pueden cobrar comisiones de algunos tours como afiliados, lo que hace que sigan atrayendo turistas y vendiendo el Bronx como un arrabal imprescindible. Paradójicamente, en este caso, son los turistas que van en busca de autenticidad quienes resultan víctimas de este teatro.
La pena es que el Bronx tiene una historia muy interesante que contar. A principios del siglo XX, con la construcción del metro, el Bronx pasó de ser una zona rural a convertirse de pronto en el hogar de olas de inmigrantes. Su población se multiplicó por 15. Para muchas familias de refugiados judíos, como la mía, el Bronx fue un oasis. Aquí lograron vivir en libertad, enviar a sus hijos a la universidad y gozar de oportunidades. De esta sociedad salieron iconos como Calvin Klein y Stanley Kubrick.
Vídeo de YouTube, grabado por un vecino del Bronx, en el que se ve a un grupo de españoles visitando la comisaría
En los años setenta, la generación de mis padres fue testigo de la desintegración social causada por las políticas de la época. Desde entonces, existen miles de historias pequeñas y grandes de líderes de comunidad que han luchado para sacar el Bronx adelante. Pero para entender esta montaña rusa de historia urbana, hay que bajarse del autobús y dejar de vender el Bronx como una película.
Para mí, la historia más fascinante de todas es la que ocurre fuera de las cámaras de Distrito Apache, la de los jóvenes puertorriqueños y afroamericanos en los años setenta y ochenta. Habiendo sido relegados a los márgenes de la sociedad, estos chavales crearon el grafiti para reclamar el espacio público, inventaron el rap y la figura del dj para contar sus historias e introdujeron el breakdance y una nueva estética para revindicar su identidad. Así nació la cultura hip hop.
Distrito Apache no tiene excusa para haber ignorado esta historia. El año de la película, 1981, fue cuando esta cultura local logró un alcance mundial. Ese mismo año, la primera canción de música rap se retransmitió en la radio nacional, Keith Haring y Jean-Michel Basquiat elevaron el grafiti de las calles a las galerías del Soho y los breakdancers del Bronx bailaron en el Lincoln Center, el centro de artes escénicas más importante de Nueva York. Casi 40 años después, el hip hop es una constante en la música, la moda y la estética urbana.
Escribo este artículo con el deseo de que los viajeros españoles dejen de ver el Bronx como algo ajeno y exótico. Me gustaría que vieran el Bronx como un lugar importante con el que se pueden sentir identificados. Cuando vuelvan a España y escuchen a Rosalía, vean a una influencer posar con un grafiti o su hijo les pida unas zapatillas Air Jordan de 300 euros, quiero que caigan en la cuenta de que este "barrio chungo" tiene un impacto en sus vidas. Al final, no solo espero que entiendan mejor de donde soy yo sino también de donde son ellos. Y esto es lo bonito de viajar.
Andrew Silverstein es cofundador de Streetwise New York Tours.
Mis recomendaciones:
Obas sobre las raíces del Hip Hop:
- Style Wars (1983)
- The Get Down (2016)
- Hip-Hop Evolution (2016)
Obras más realistas sobre conflictos callejeros:
- The Wanderers (1979)
- Una Historia del Bronx (1993)
Obras sobre gente haciendo vida normal en el Bronx
- Marty (1955)
- Despertares (1990)