Todos los amantes de los mapas saben que el de Mercator es un muy buen mapa. A pesar de las críticas habituales: su proyección distorsiona los tamaños de las regiones a medida que se alejan del Ecuador. Esto significa que, por ejemplo, Groenlandia parece enorme, pero en realidad es más pequeña que Argentina. Y, al revés, África es mucho más grande de lo que parece: dentro del continente cabrían Estados Unidos, China, India y gran parte de Europa.
El objetivo de Mercator, cartógrafo del siglo XVI, no era que Europa pareciera más grande y poderosa, sino, simplemente, mantener los rumbos marinos en líneas rectas. Era un mapa para navegar, en el que se mantenían los ángulos rectos entre paralelos y meridianos.
El problema con el que se encontró Mercator es el mismo por el que han pasado todos los cartógrafos: es imposible proyectar una esfera en una superficie de dos dimensiones sin que haya algún tipo de distorsión en las distancias o en las superficies de los países representados. La proyección de Mercator tenía sus indudables ventajas y por eso se sigue usando para “navegar” en los mapas digitales de Bing, OpenStreetMap y Google Maps, que el año pasado comenzó a mostrar un globo en sus planos a gran escala.
Todas las opciones tienen sus inconvenientes, ya sea porque se distorsionan las superficies, las distancias o, buscando el punto medio, ambas.
Incluso la de Arno Peters, de 1973. Su mapa pretendía superar los errores de proporciones del Mercator y poner en evidencia que nuestra forma de ver el mundo tiene consecuencias políticas. Fue el más vendido durante las dos décadas siguientes y entidades como las Naciones Unidas y Oxfam lo adoptaron como oficial. Pero esta proyección también tiene distorsiones y errores de cálculo: por ejemplo, Nigeria y Chad aparecen el doble de grandes. Y encima, Peters tampoco dijo que se había basado en el trabajo de James Gall, cartógrafo del siglo XIX.
Robinson, en 1963, combinó elementos de los mapas de Mercator y Gall-Peters, además de intentar simular cierta curvatura, aunque esto lleva a distorsión en las zonas altas y en los extremos.
La de Robinson fue la proyección estándar que usó la revista National Geographic hasta 1998, cuando adoptó la de Winkel Tripel. Este plano es de 1921 y es uno de los que ofrece menos distorsiones.
En 2016 se publicó Authagraph, mapamundi creado por Hajime Narukawa tras 15 años de trabajo. Lo presentaba como una propuesta que mantiene las proporciones entre las áreas de forma “sustancial”. Pero también tiene sus carencias. La principal es la orientación: no está alineado con los puntos cardinales y no sabemos dónde está el norte.
Una colección para conocer el mundo
EL PAÍS reúne en la colección Grandes mapas de la historia a partir del domingo 13 de octubre. La segunda entrega, La cosmovisión cristiana en la Edad Media (11,95 euros) estará disponible este domingo 20 en quioscos y en la web de Colecciones. También te pueden interesar títulos como Criaturas fantásticas, El nacimiento de los atlas y La cartografía contemporánea.