Aumento de labios y pómulos, rasgos más afinados… Con un simple filtro de Instagram, cualquiera puede ver cómo sería su imagen tras unos retoques quirúrgicos. El uso de los efectos y los filtros de esta red social puede ser por puro divertimento, como el del perro que ha engañado a muchos padres, pero también puede traer consecuencias negativas. La plataforma que gestiona la aprobación de estos filtros -Spark AR- ha anunciado que empezará a retirar aquellos que simulan operaciones estéticas como parte de sus políticas de bienestar.
“Estamos revaluando nuestras políticas en relación con el bienestar, queremos que los efectos sean una experiencia positiva”, ha explicado Spark AR en un post de Facebook. Por este motivo, anuncian que se retrasará la aprobación y se eliminarán aquellos filtros relacionados con la cirugía estética o que puedan estar relacionados con el trastorno de la imagen. No han comunicado aún la fecha en la que se producirán estos cambios. “No podemos decir el momento exacto del lanzamiento de la nueva política, pero compartiremos las actualizaciones tan pronto como sea posible”, contaban en una publicación del 18 de octubre.
Para Sergio García, psicólogo clínico que trata temas de autoestima en el gabinete Vallmen, “todo lo que recibimos de nuestro entorno nos conforma y nos podemos llegar a sentir muy vulnerables ante esta imagen perfecta”. Estos filtros pueden “crear unas referencias de belleza inalcanzables que pueden terminar generando otros tipos de trastornos ansiosos o depresivos”, afirma la psicóloga Marta Frau.
Según sostiene Frau, los adolescentes son los usuarios más vulnerables ya que “tener estos cánones de belleza no es nada positivo en una etapa madurativa en la que puede cambiar tanto tu percepción”. La Royal Society of Public Health y la Universidad de Cambridge realizaron un estudio entre jóvenes británicos en el que se asoció el uso de redes sociales a problemas de salud mental. "Instagram logra fácilmente que las niñas y mujeres se sientan como si sus cuerpos no fueran lo suficientemente buenos mientras la gente agrega filtros y edita sus imágenes para que parezcan perfectas", llegó a declarar uno de los estudiados.
El irlandés Daniel Mooney, creador de Fix Me (cuya traducción literal es “Arréglame”), ha explicado a la BBC que el propósito de su efecto era precisamente el contrario: “Se suponía que era una crítica a la cirugía plástica, mostrando lo poco atractivo que puede ser el proceso con los hematomas”. Además, Mooney ha defendido que “mientras algunas de las cuentas más seguidas en Instagram sigan siendo las de personas retocadas estéticamente, la eliminación de estos filtros realmente no cambiará mucho”. Este filtro ya ha sido retirado de la plataforma, según ha informado a través de Instagram el propio Mooney.
El presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética y Plástica, Jesús Benito Ruiz, contaba el pasado mes de diciembre a Cinco Días que “lo que está potenciando la cirugía son las redes sociales. La gente comparte más su físico y sus experiencias con la estética, y así el sector llega a más personas, a la vez que se empieza a ver como algo normal”.
Para tratar de mantenerse al margen del ideal de belleza perfecto que a veces promulgan las redes, la psicóloga Oceanía Martín de la clínica Cepsim aconseja no verlo como una verdad absoluta. “Internet tiene una parte muy real pero también tiene una parte muy manipulable. Esta parte es de la que hay que intentar alejarse. Se puede usar, se puede disfrutar de ella, pero siempre teniendo en cuenta que nuestro mundo no está ni en Internet ni a base de filtros”, sostiene.