Mara Gómez (La Plata, 1997) responde al teléfono a las 23.00 horas de Argentina con la voz cansada. Lleva los últimos dos días atendiendo preguntas de periodistas de medio mundo. Su incorporación al equipo Club Atlético Villa San Carlos, en Buenos Aires, ha sacudido a su país y al mundo del fútbol como un tsunami. Mara Gómez es la primera jugadora transexual que podría ser parte de un equipo femenino de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA).
En plena pretemporada, la futbolista ya ha empezado a entrenar con sus compañeras como suplente, sin embargo, tal y como ha indicado el club en un comunicado, todavía no tiene un contrato formal con la agrupación.
Hace cinco años, Mara Gómez eligió este nuevo nombre de acuerdo con su identidad de género. Desde 2012 en el país sudamericano hay una ley que garantiza el derecho a la identidad de las personas trans por encima de cualquier norma o reglamentación. La jugadora se aferra a esta legislación con la esperanza de que a su sueño de ser reconocida legalmente como mujer se sume el de marcar goles en un equipo de primera división. “Si la AFA me deja competir significaría la inclusión de las personas trans no solo en lo deportivo, sino en cualquier ámbito”, dice.
La joven deportista tiene experiencia como futbolista desde que empezó a patear el balón a los 15 años. “La discriminación y la exclusión la sufrí y la padecí desde la adolescencia”, cuenta a Verne en entrevista telefónica. “Desde que decidí cambiarme de género llegaron los insultos en lo laboral y también en lo futbolístico”, explica la goleadora. Durante su última etapa fue capitana del Club Malvinas, bicampeón de la Liga Amateur Platense.
Desde que su cara está en todos los periódicos y portales de noticias en Argentina, Gómez no ha parado de recibir comentarios a favor y en contra. Dice que sus compañeras la apoyan y animan a seguir peleando por sus sus sueños. Mientras, también recibe el azote de lo más retrógrado de la prensa deportiva que critican su cuerpo y la diferencia física que puede existir con el resto de jugadoras.
“La sociedad se está basando en una información que dio la ciencia hace muchos años que postula que las mujeres están por debajo de los hombres en cuestiones fisiológicas y anatómicas. Sin embargo, actualmente hay jugadoras con más velocidad y fuerza que un hombre”, dice ante las críticas. Y agrega: “Tiene que ver con una visión patriarcal que inferioriza a la mujer respecto al hombre en lo biológico”. “El fútbol no solo se trata de hormonas. Mirá a Messi, mide 1,60 y lo siguen cuatro tipos para sacarle la pelota y no lo consiguen”, explica Gómez quien sostiene que para ser una buena futbolista pesa más el entrenamiento, el trabajo y la superación que lo físico.
No es la primera vez que sucede un caso similar al de Gómez. En 2017 la Confederación Argentina de Hockey comenzó a incluir a mujeres trans en los torneos femeninos tras el caso de Jessica Millamán, pero hablar de fútbol en Argentina son palabras mayores, casi tanto como hablar de religión. “El fútbol en Argentina es muy importante. Es un mundo discriminatorio donde el machismo existe y tiene mucho poder”, cuenta la joven.
Todavía el deporte femenino está semiprofesionalizado y los beneficios que tienen las futbolistas no se equiparan a los de sus pares masculinos. Mara Gómez considera que la liga femenina está teniendo un gran crecimiento y que su lucha abrirá camino para las generaciones que vengan detrás. “Ojalá que en el futuro tanto los chicos como las chicas hagan lo que les gusta sin sufrir discriminación y exclusión”, explica.
Como buena delantera, Gómez está acostumbrada a golear al equipo rival. Este partido, quizá el más importante de su carrera, no se jugará en la cancha sino en los despachos de la Federación Argentina. Si consigue luz verde para competir, el gol de Mara Gómez contra la discriminación romperá importantes barreras en el mundo del deporte.