El embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, tiene 147.000 seguidores en Twitter y responde a muchos de los mensajes que le envía la gente en perfecto español. Documenta con fotografías todo lo que hace dentro y fuera de su cargo diplomático: un día, un selfie con la comitiva para la firma del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá; horas después, reacciona con un gif de Donald Trump a un comentario; comparte su acta de nacimiento, fotos con su familia y en sus últimos post, se queja del precio de los aguacates en Washington.
En un video de sus primeros meses en el cargo, se comía unos tacos en el centro de la Ciudad de México: "¡Una gringa para el gringo!", bromeaba. Más allá del guion, el magnetismo de Landau es palpable y despierta curiosidad en seguidores y detractores.
Si alguien pensaba que en comunicación política todo estaba escrito, la nueva forma en la que las redes sociales empujan al poder a otras maneras de hablar con los ciudadanos está en constante cambio.
Mientras algunos políticos decidieron usar sus redes sociales como toma a tierra, otros aún se resisten a interactuar con sus seguidores. Según varios expertos consultados por Verne, la clave de la comunicación política de este nuevo siglo será “borrar cada vez más la distancia con los ciberciudadanos y bajarse del pedestal”, explica José Manuel Urquijo, estratega en comunicación política e imagen pública.
“Los procesos de comunicación están cambiando y los políticos tienen que cambiar sus formas de interactuar con la gente”, dice Urquijo. A esta nueva forma de hacer comunicación política los expertos la denominan comunicación 3.0. Ya no solo basta con estar en redes y dar retuit, ahora hay que responder a la gente “generar conversación”, agrega el experto.
Al igual que el embajador de Estados Unidos, otros diplomáticos se han sumado a esta nueva forma de darse a conocer en México. Y parece que el experimento funciona mejor que la comunicación institucional. El pasado 6 de enero, el representante de Japón, Yasushi Takase, compartió con sus seguidores la tradición de comer rosca de Reyes. El tuit obtuvo más de 27.000 ‘Me gusta’. “Pocos políticos se atreven a tener este tipo de comunicación, humana, de color, fresca y cálida”, explica Rubén Darío Vázquez, experto en Comunicación Digital.
Corin Robertson, embajadora del Reino Unido en México, también se sumó a la tradición y recibió varios comentarios con recetas para preparar tamales el 2 de febrero.
Según Rubén Darío Vázquez, la clase política le tiene cierto recelo a las redes sociales porque “no se pueden controlar como se hacía con los medios tradicionales”, explica. Igual que llueven los aplausos, las decisiones poco acertadas generan una cascada de comentarios negativos. Como cuando Landau escribió un tuit estando en la frontera entre México y Estados Unidos en medio de la fuerte crisis migratoria y de seguridad en la región.
Más allá de ese primer miedo, “el político que consigue ganar empatía en redes sociales, se construye una imagen favorable que ayuda a su credibilidad”, precisa Vázquez y pone de ejemplo a Barack Obama durante su reelección en 2012.
El riesgo es grande para el que no se adapte a la nueva era digital. “Desde los últimos diez años con la explosión de las redes sociales, los políticos que no aceptan ser escudriñados, corren el riesgo de no ser aceptados, no ser votados”, dice Lorena Ruiz, estratega digital especializada en política. Algo con lo que coincide José Manuel Urquijo, quien cree que es la asignatura pendiente de los políticos en México. “Hay resistencia a las redes entre la mayoría”, comenta.
¿Y por qué en Twitter?
Lorena Ruiz cree que pese a ser una selva llena de trolls donde hay mucho odio y agresividad, Twitter es la red social donde está la información y la conversación sobre los temas que mueven a la sociedad. “Dejar una cara amable en Twitter genera capital político”, señala Ruiz, como lo es el hecho de que un alto diplomático extranjero valore una tradición gastronómica o cultural.
Sarah J. Jackson, autora del libro #Hashtag Activism: Networks of Race and Gender Justice, señala en The New York Times que la red social “alimenta la crítica cultural, las demandas políticas y amplió el conjunto de voces que se deben escuchar, incluidas las de los políticos”.
"Los mexicanos estamos muy pendientes de Twitter, tenemos un índice de penetración de redes sociales muy alto", dice Vázquez. Algo que contribuye al éxito de un nuevo personaje político. "Cuando estás en comunicación tienes que trabajar con la persona y creo que el equipo de Landau reconoció algunas características en él para crear un personaje que cayera bien en Internet. Nos recuerda al viejito gringo que se retira en San Miguel de Allende. Un personaje que ya conocemos culturalmente y no nos cae mal", reconoce Lorena Ruiz.