Entre las avenidas Virginia y New Hampshire, a solo nueve cuadras de la Casa Blanca, se levanta en Washington el monumento al expresidente mexicano Benito Juárez (1806 - 1872) que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha visitado durante su primer viaje oficial al extranjero, después de acudir al memorial de Abraham Lincoln.
López Obrador ha expresado en numerosas ocasiones su admiración por Juárez a quien considera uno de sus referentes en el gobierno de la cuarta transformación. “El mejor presidente que ha habido en la historia de nuestro país. Todavía gobierna su ejemplo”, ha llegado a decir del prócer.
La escultura de bronce del expresidente mexicano fue obsequiada por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz a Estados Unidos en 1968 como respuesta de la entrega de otra estatua de Abraham Lincoln (1809 - 1865) que el gobierno de Lindon B. Jonhson regaló en 1966 y que actualmente se encuentra en la colonia de Polanco. Ambos presidentes, Juárez y Lincoln, fueron contemporáneos aunque nunca se conocieron. “Todas las naciones alaban con razón a sus propios hombres famosos. Pero solo un pueblo verdaderamente grandioso hace una pausa para rendir homenaje a los grandes de otras tierras. Eso es lo que México está haciendo hoy”, cuenta John Kelly, periodista de The Washington Post, que dijo el presidente Johnson en su visita a Ciudad de México.
La efigie de Benito Juárez en Washington es una réplica de la original de 1891 realizada por el escultor Enrique Alciati, uno de los artistas de finales del siglo XIX más reconocidos en México. Del taller de Alciati también salió la Victoria alada de la Columna de la Independencia (1910), conocida como ‘El Ángel de la Independencia’, y del resto de la estatuaria en mármol y bronce. Alciati también es autor de muchas de las esculturas a los lados del Paseo de la Reforma. “Es un escultor italiano que viene por su propio pie a México desde Marsella y su trabajo le labra la fama que acaba teniendo”, dice el investigador Luis Ignacio Sainz. “También realiza el busto de Josefa Ortiz de Domínguez que está la plaza de Santo Domingo y las esculturas del frontis del palacio postal del Centro Histórico”, explica el especialista.
En la escultura de Benito Juárez, Alciati lo representa hierático y erguido, con la pierna izquierda levemente hacia adelante, la mano derecha señalando al horizonte, vestido con una capa y apoyado sobre las Leyes de Reforma por las que se separó la Iglesia del Estado en México. “Aunque Juárez es civil, la representación es bastante marcial. El brazo está indicando el futuro de la nación y los éxitos que vienen”, agrega Luis Ignacio Sainz. “Es la mezcla entre el político y el estadista triunfante después de la restauración de la República. La capa viene a reiterar que es un juez, no sólo que es un estadista. Es un hombre sujeto a la ley apoyado sobre la Reforma”, agrega el experto.
El monumento a Juárez, de casi seis metros de alto por dos de ancho, forma parte de un conjunto dedicado a los libertadores de América entre los que se encuentran Simón Bolívar, José de San Martín, José Gervasio Artigas y Bernardo de Gálvez. En el caso de Benito Juárez se encuentra frente al complejo Watergate, conocido por ser el lugar donde se encontraba la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata donde se produjo el robo de documentos que acabó salpicando a la administración de Richard Nixon y provocando la dimisión del presidente estadounidense.
Cuando se colocó la estatua en 1968 también se depositó tierra de Guelatao, el lugar donde nació Juárez en Oaxaca. En la base de piedra puede leerse en inglés y en español una de las frases más representativas del prócer, repetida en muchas ocasiones por López Obrador: “Respect for the rights of others is peace / El respeto al derecho ajeno es la paz”.