Dos sílabas burlonas que han vuelto del más allá de las expresiones rucas para demostrar que en el lenguaje, lo vintage también está de vuelta: fifí.
¿Qué?
“No se dice qué, se dice: Mande”, aclararían las generaciones pasadas. La palabra fifí, aunque no es nueva, había caído en desuso sustituida por algún que otro brillante anglicismo, como nice, hasta que llegó el presidente Andrés Manuel López Obrador y devolvió a la completa modernidad estas dos sílabas que encierran mucho contenido y mucha historia.
Según la Real Academia de la Lengua (RAE), fifí es “aquella persona presumida que se ocupa de seguir las modas”. El presidente de México tras usarla de manera recurrente, devolvió la palabra a las redes sociales con una connotación negativa y sarcástica que utiliza para referirse a los medios de comunicación, escritores e intelectuales más conservadores y críticos con su proyecto político. Y se volvió trending topic, hashtag y meme en Whatsapp.
“Siempre ha existido una prensa conservadora, una prensa fifí. Yo no inventé lo de fifí”, dijo López Obrador. De hecho, el presidente llevaba algo de razón en eso que afirmó.
Buscando en la hemeroteca, el historiador y cronista de Ciudad Victoria en Tamaulipas, Francisco Ramos, encontró en la Biblioteca Marte R. Gómez de la ciudad del noreste de México, varios números de un periódico de 1920 que se llamaba El Fifí. Así es, la prensa fifí ya existía hace casi 100 años, mucho antes de que López Obrador la convirtiera en una de las palabras más buscadas en Google Trends de los últimos meses.
Un periódico para gente refinada
Sin embargo, el concepto de fifí de hace un siglo, era socialmente bien visto “como un sinónimo de persona refinada, con mayores posibilidades económicas. No era una palabra que polariza como ahora”, responde en entrevista telefónica a Verne Francisco Ramos, desde Tamaulipas. “Había hasta una marca de cigarros Fifíes. La fábrica estaba a 150 kilómetros de aquí, en Linares, Nuevo León”, comenta el historiador.
El Fifí era un bisemanario de formato tabloide y contenido político/ humorístico que contribuyó a retratar las idas y venidas de la sociedad de Ciudad Victoria, cuando la capital del Estado tenía unos 20.000 habitantes. “La vida de la ciudad no daba como para tener un periódico diario, la mayoría de las publicaciones eran semanarios o bisemanarios”, cuenta Francisco Ramos.
Además de asuntos políticos, El Fifí recogía en sus cuatro páginas la actividad cultural de la capital tamaulipeca. Noches de zarzuela española, ópera italiana y la actuación de talento nacional como el tenor mexicano José Merino que “con lisonjero éxito pecuniario y artístico”, conquistó al público del teatro Juárez ese diciembre de 1920. Aquel ejemplar se publicó con foto del cantante en portada incluida. También había espacio para los anuncios de los negocios locales: “No hay mejor vinatería/ Que surta una casa real/ Que la que tiene hoy en día/ Abelardo Villareal. Calle de Hidalgo, número 54”.
La sociedad de la época, muy conservadora, religiosa y estratificada, se dedicó principalmente a la agricultura y la ganadería. El latifundismo de las grandes haciendas mantuvo hasta bien entrado el siglo XX, a un grupo privilegiado de grandes propietarios y comerciantes que se dedicaron al henequén, el cultivo del maíz, frijol, caña y producción de mezcal.
El comienzo de la década de 1920 resultó ser una época convulsa en México. Pasada la Revolución (1910-1917) y tras el gobierno de Venustiano Carranza, llegó al poder el general Álvaro Obregón (1920-1924). En Ciudad Victoria nació uno de los principales aliados de Obregón, Emilio Portes Gil, quién acabó siendo presidente en 1928. Durante su mandato se favoreció la fundación del Partido Nacional Revolucionario (embrión del PRI).
Es muy probable que Portes Gil tuviera alguna vez El Fifí en sus manos. Si así fuera, debió de costarle 5 fierros (cinco centavos). “Les decían cinco fierros porque eran cinco monedas de cobre y fierro es como se le dice al metal”, explica Francisco Ramos. “En esa época una orden de huevos para desayunar valía 60 centavos, así que yo creo que El Fifí tenía un precio accesible para la época”, dice el historiador.
El bisemanario humorístico duró solo un año, algo muy común entre las publicaciones de la época. Nunca se conoció el nombre de su director y muchos de sus colaboradores eran anónimos. La labor de Vidal Efrén Covián, uno de los cronistas más experimentados de Tamaulipas y maestro de Francisco Ramos, permitió que El Fifí no se perdiera en el tiempo y preservó en su colección privada 15 números del tabloide.
Entre 1910 y 1940, hubo solo en Ciudad Victoria unos 30 o 40 periódicos. Muchos de ellos fueron financiados por grupos políticos que los utilizaban para difundir sus ideas durante un tiempo: El Gallito, El Independiente, El Eco Obrero, El Gladiador, La Nueva Raza, Acción Directa…
Francisco Ramos cree que la historia tiene algo de cíclica y que de alguna manera, el pasado “nos persigue”. Cada vez que López Obrador habla de la prensa fifí, Ramos recuerda que una vez, en Ciudad Victoria, hubo un periodiquito con ese mismo nombre. Como dijo una vez Edmundo O' Gorman, “el pasado es una realidad esencialmente idéntica a cualquier otra realidad”.
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