Él tiraba por los nombres vascos: Irune, Iratxe, Laia. Ella por algunos de resonancias más poéticas: Valeria, Martina. Era el sexto mes de embarazo y solo se ponían de acuerdo en una cosa: no querían que su hija tuviera un nombre demasiado común. Así que acudieron a los verdaderos profesionales: se pusieron en contacto con la empresa madrileña de naming Damenáme y desde allí les dieron una solución. La niña nació el pasado 27 de diciembre, como un gran regalo navideño. Se llama Eire Álvarez Ares, un nombre que suena a verso.
Su madre, Jair Ares (que ya tiene de por sí un curioso nombre, de origen árabe), tiene 25 años y es cocinera. Su padre, Mauricio Álvarez tiene 34 y trabaja en la siderurgia. Viven en Avilés, por eso el nombre tiene resonancias célticas: Eire es la verde Irlanda en gaélico y es lo que se encuentra uno de morros si se echa uno al mar Cantábrico que baña las costas avilesinas y enfila el norte. Un legado, el celta, que la isla comparte con Asturias. "El nombre nos encantó y además tardaron poquísimo en proponérnoslo", dice la madre, "enviamos una ecografía y algunas preferencias y nos lo enviaron en pocas horas". La familia está encantada, aunque a la abuela le cuesta un poco pronunciarlo, todavía.
Y gratis, porque todo este asunto surge de una promoción que Damenáme puso en marcha después del verano por Facebook y que regala nombres a los padres que lo deseen. Ya han inventado unos 400 para padres de toda España y parte de Latinoamérica, pero es la primera vez que unos padres lo hacen oficial estampándolo en el registro civil. "Estamos investigando si somos la primera empresa de naming en Europa y mundial que nombra a una persona", dice Raúl Ituero, publicista y creador de la empresa junto a su hermano Sergio.
¿QUIERES QUE PROPONGAMOS UN NOMBRE PARA TU BEBÉ?En Damenáme llevamos desde el año 2010 poniendo nombre a todo tipo de...
Posted by Damenáme Naming on viernes, 21 de agosto de 2015
Para crear el nombre, además del significado, tuvieron en cuenta el buen maridaje con los apellidos de tal forma que ahí sale la aliteración de aes y erres que lo hace tan rítmico: Eire Álvarez Ares. "La gente nos pide muchas cosas, por ejemplo que no se puedan sacar diminutivos o que no contengan una sílaba, como no", dice el nombrador, "hay gustos para todo".
Damenáme es un estudio que se dedica a poner nombres a productos y empresas, una disciplina de la que el poeta Fernando Beltrán, también asturiano, fue pionero en España con El nombre de las cosas. "Beltrán ha sido todo un referente para nosotros", explican. Hace muchos años a Beltrán le invitaron a un lugar llamado Parque Biológico de Madrid, un sitio hermoso e interesante, poblado de animales exóticos, al que, sin embargo, no iba nadie. El poeta lo bautizó como Faunia y empezaron a formarse colas. Los nombres importan. Desde entonces ha creado marcas como Amena, Aliada, Opencor o bautizado el centro cultural madrileño La Casa Encendida.
Entre las creaciones de Damenáme está Alavar, para unas lavanderías gestionadas por mujeres en riesgo de exclusión social que promueve la congregación de monjas Siervas de San José. Cheeswaka Roll para un sushi de la cadena Go! Sushing que lleva queso y alga wakame. Cosalinda, para una marca de ropa cubana. Teatrapa, para un grupo de teatro amateur. O Corte Diem para una empresa de cortadores de jamón extremeños a la que le gusta vivir a tope el momento presente.
Basta con mandarles un resumen del proyecto a bautizar y ellos se ponen a hacer malabares mentales con palabras y conceptos. Es una forma de poesía. Pero pongámonos prosaicos: ¿Cuánto cuesta un nombre? Pues depende: "No nos gusta cobrar lo mismo a una persona que está emprendiendo que a una empresa asentada, pero digamos que el mínimo serían unos 250 euros. El techo superior puede ser cualquiera", concluye Ituero. Ahora nombran críos.
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