Los cielos de buena parte de España amanecían el pasado miércoles nubosos y con un color inusual, que desembocaron en lluvias con barro a lo largo del día. El testimonio de esas precipitaciones permanece en muchos de los coches aparcados, que muestran los restos de suciedad que acompañaba a la lluvia.
La causa de este fenómeno no tan raro, que ha ocurrido en las últimas horas en zonas como Madrid, Andalucía, las islas Canarias y Baleares, es la llegada de polvo procedente del desierto africano.
"Para que algo así ocurra deben darse dos condiciones al mismo tiempo. Por un lado, la presencia de partículas de polvo sahariano en capas altas de la atmósfera que llegan a España a través de un flujo de viento del sur o sudoeste. Por otro, las lluvias, que en este caso han llegado por culpa del calor", explica a Verne la meteoróloga Luz Cepeda, encargada de la previsión del tiempo en El País Vídeos.
Esta situación suele prolongarse entre 36 y 60 horas, por lo que el polvo africano irá desapareciendo en toda España a lo largo del jueves, confirma Cepeda. La lluvia con barro, también conocida como lluvia de sangre por el tono rojizo de las partículas que contiene, es común en zonas geográficas cercanas a África. Es el caso de las islas Canarias, aunque también puede darse en la península ibérica, como acaba de ocurrir, cuando el flujo de viento es lo suficientemente intenso.
Este fenómeno no está necesariamente relacionado con el verano y puede darse en todas las estaciones del año, aunque casi nunca en invierno, confirma Luz Cepeda. De hecho, algo similar ocurrió en marzo del año pasado en varias ciudades españolas.
Un tercer factor que da lugar a la lluvia de barro se encuentra en el desierto africano. "Un prolongado periodo de sequía provoca una mayor presencia de polvo en suspensión, que es el que el viento arrastra hacia España", comenta la meteórologa.
Además de ensombrecer la luz solar, la presencia de este polvo en la atmósfera, llamado calima, puede provocar puntuales problemas respiratorios en muchos de los habitantes de zonas que suelen vivir esta situación.
Al contrario de lo que se suele pensar, esta lluvia de sangre no tiene que ver con la contaminación. "Cuando la contaminación afecta a la lluvia, ocurre en la situación contraria, en la que hay una ausencia de viento y la suciedad del suelo sube a la atmósfera. Solo se da en zonas puntuales, no en casi todo el país, y la presencia de suciedad no es tan evidente", dice Cepeda.
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