La experiencia Erasmus posee un aura de romanticismo que se siente desde la primera visita a la oficina de relaciones internacionales de la Universidad hasta muchos años más tarde, cuando rememoras anécdotas con tus viejos compañeros. Pero el recuerdo de este año va a ser muy diferente para los estudiantes a causa de la crisis sanitaria por la covid-19. Hemos preguntado a algunos de ellos sobre cómo han gestionado este choque tan grande entre sus expectativas y la realidad.
Andrea Daudén Lafoz, 20 años, estudiante en Sheffield, Reino Unido.
La zaragozana Andrea Daudén cursa Estudios Ingleses y pensó que la mejor opción para su Erasmus era un país anglosajón. "Siempre me había llamado la atención el Reino Unido y pensé que esta era la mejor oportunidad", afirma. Eligió la ciudad de Sheffield por sus parques y porque tenía el aspecto inglés tan popular en las películas. Cuando llegó a esa ciudad, Daudén creía que su mayor reto sería vivir sola, porque nunca había estado tanto tiempo sin sus padres. Pero la fecha de su llegada fue el pasado 8 de febrero, de modo que la cuarentena le impuso un reto mayor.
Ella decidió quedarse en la ciudad, aunque otros compañeros se marcharon a sus países cuando las cosas empezaron a ponerse feas. A los que se quedaron en Sheffield no les quedó más remedio que seguir cultivando su incipiente amistad a través de Zoom y otras herramientas digitales. Con el paso de las semanas, Andrea empezó a sentir que su experiencia Erasmus "se estaba chafando". Muchos de sus planes quedaron en el aire: viajar por el país con sus amigos, salir de fiesta, visitar museos pendientes y hacerse fotografías en las localizaciones de Harry Potter.
Pese a ello, en Inglaterra las restricciones no fueron tan severas como en España, y las autoridades permitían salir una hora al día para hacer deporte o pasear. "Eso hizo que el confinamiento no fuera tan difícil de llevar", afirma. Andrea se propuso sacar el máximo partido a su nueva ciudad y ha explorado la ciudad sola. "Pese a la situación, creo que si no se hubiese dado el caso, no habría conocido rincones tan bonitos como los que me he encontrado", afirma.
Andrea sabe que nunca podrá quitarse la sensación de que, en caso de no haberse producido una crisis sanitaria, su experiencia en el extranjero habría sido distinta. "Va a ser más difícil que vea otra vez a mis compañeros, y es muy triste porque ya se estaban convirtiendo en una especie de familia para mí", afirma la estudiante. Pero, aunque distinta de lo esperado, sigue valorando su experiencia de forma positiva. "Si pudiera venir en otro curso sabiendo lo ocurrido, seguramente elegiría venir de nuevo", concluye.
Nerea Gadea, 20 años, estudiante en Haderslev, Dinamarca
Nerea Gadea estudia tercer curso de magisterio de educación primaria en Valencia. Su Erasmus empezó el 1 de febrero en la ciudad de Haderslev. Escogió este lugar porque pensó que era una ciudad muy diferente de todos los sitios donde había estado en su vida. Y, con respecto a su carrera, pensó que en un país nórdico podía aprender métodos y técnicas de enseñanza muy innovadores respecto a los utilizados en España.
A diferencia de Andrea, Nerea tomó la decisión de volver a España, como estaban haciendo la mayoría de sus compañeros de Erasmus. El regreso, sin embargo, no fue precisamente sencillo: pasaron tres semanas hasta que pudo conseguir un vuelo de vuelta. Hasta entonces, pasó el tiempo paseando con sus cuatro compañeros de piso, ya que en Dinamarca tampoco hubo un confinamiento total: "Siempre pudimos salir a pasear y hacer deporte", cuenta Gadea. De hecho, las autoridades tampoco prohibieron que se juntaran grupos de hasta 10 personas, por lo que no dejaron de hacer cenas y de ver películas juntos en su piso.
Finalmente, el 5 de abril logró subirse en un avión para volver a España, aunque tuvo que pasar los quince primeros días metida en casa haciendo cuarentena. Después solo salía al supermercado y a sacar a su perro. "Fue muy duro porque no podía visitar a mis familiares y a mis amigos después de dos meses sin verlos", afirma Gadea.
Su experiencia Erasmus, que debía haberse prolongado hasta el 7 de junio, solo duró dos meses. Y el segundo de ellos con la universidad, las tiendas y los bares cerrados. Pero Gadea considera que, en esos dos meses, pudo divertirse, viajar y conocer mucha gente. Aunque reconoce haberse quedado con la espinita de no haberlo finalizado. Ahora sigue matriculada en la universidad en Dinamarca y continúa con sus clases online. Hace videollamadas con sus compañeros de Erasmus, y juntos han planeado un viaje a Dinamarca en el futuro para hacer todas las cosas que les faltaron.
Alejandro Díaz Molina, 23 años, estudiante en Zagreb, Croacia
A los 23 años, Alejandro Díaz decidió vivir fuera por primera vez. Escogió la capital de Croacia, Zagreb, para su Erasmus durante el primer cuatrimestre de este curso, entre septiembre y marzo. "Quería aprender a vivir de manera independiente, salir de la rutina y crecer como persona", dice Díaz. Concretamente, su estancia debería haberse alargado hasta el 31 de marzo. Pero la crisis sanitaria le obligó a un final anticipado.
Su universidad croata cerró sus puertas el 10 de marzo, y cinco días más tarde Díaz logró regresar a España. De esos días aún recuerda las primeras imágenes de los sanitarios que veía desde Zagreb en la prensa española. "No podía creer que esto estuviera pasando en mi país", dice Díaz. Este estudiante de Marketing malagueño tuvo que asistir a las últimas clases y realizar los exámenes a distancia desde España, cosa que le resultó particularmente complicada.
A diferencia de los casos anteriores, Alejandro sí que tuvo la oportunidad de disfrutar durante varios meses de su experiencia, lo que ha amortiguado las sensaciones negativas por su experiencia inacabada. "Pensaba que la gente exageraba un poco cuando hablaba de sus Erasmus, pero sin duda ha sido la mejor experiencia de mi vida y se la recomiendo a todo el mundo", asegura Díaz.
Tanto era así, que Alejandro ya había tomado la decisión de quedarse más tiempo en Zagreb. Según su testimonio, estaba investigando las opciones que ofrece el programa Erasmus para extender las estancias cuando estalló la pandemia. Así que no ha tenido más remedio que conformarse con mantener viva la llama del Erasmus recordando momentos, viendo fotos y hablando con todas por videollamada con las amistades que hizo.
Lewis Macleod, 21 años, estudiante en Santiago de Compostela, España
Lewis Macleod, estudiante escocés de Filología, ya había pasado una temporada en España, concretamente en Logroño, trabajando como auxiliar de conversación de inglés. Con el objetivo de seguir mejorando su español, decidió venir de Erasmus a Santiago de Compostela. No es un caso extraño, ya que España es el país que más estudiantes Erasmus recibe en Europa, según el informe anual de Erasmus+ en 2019. Pero el confinamiento empezó cuando tan solo llevaba dos meses en la ciudad gallega
España fue uno de los países con un confinamiento más estricto, de modo que le tocó encerrarse en su piso con sus dos compañeros, estudiando virtualmente, viendo series y tratando de aprender a tocar el ukelele. Desde luego, estos planes distaron mucho de los que se había imaginado antes de comenzar su viaje. "Me duele no haber podido volver a ver a los amigos que había hecho los dos meses anteriores", dice Macleod. En el aire también quedaron los planes de viajar, conocer más Galicia y compartir más tiempo con españoles para que le mostraran un poco más de la cultura ibérica.
Este escocés tomó la decisión de quedarse, esperando poder salvar algo de la experiencia Erasmus cuando se levantara el confinamiento total. Pero, con el paso de las semanas, la mayoría de sus amigos se fueron marchando y perdió la esperanza de que las cosas se normalizaran. Entonces quiso buscar un vuelo de vuelta a Escocia, pero tampoco fue sencillo. Después de algunas cancelaciones, el pasado 2 de junio logró llegar de nuevo a Escocia, poniendo fin a su Erasmus. "No logré vivir la experiencia hasta el punto que me hubiera gustado", afirma el filólogo.
Zeografia Simirioti, 23 años, estudiante en Ciudad Real, España.
Zografia Simirioti llegó a España el 3 de septiembre para pasar el primer cuatrimestre del curso 2020. Pero su experiencia le gustó tanto que, tal y como estaba intentando Alejandro Díaz en Zagreb, logró que los responsables académicos prolongaran su estancia en Ciudad Real hasta el mes de junio. "Pasé muchas horas hablando con las universidades y haciendo mis papeles, y lo último que esperaba era una pandemia. La crisis sanitaria empezó un mes después del inicio del segundo cuatrimestre y no tuvimos tiempo suficiente para conocernos con los nuevos Erasmus", afirma.
En marzo, cuando empezaron a cerrar las fronteras, se vio en una encrucijada: tenía que elegir dónde pasar el confinamiento. Al final, esta informática escogió proteger a su familia y quedarse en Ciudad Real, donde aún sigue. "En ese momento en Grecia solo había 100 casos", recuerda. "Lo más difícil ha sido pasar esta situación en un país desconocido, lejos de mi familia, preocupada porque si les pasa algo yo no podré estar a su lado", confiesa.
Haber vivido ambas situaciones le ha permitido comparar las dos experiencias. El confinamiento lo pasó con sus dos compañeras de piso. Dedicaron sus días a aprender idiomas, platos típicos y clases virtuales. "La cuarentena ha sido más interesante de lo que esperaba", admite. Pasaban los días pensando en todos los planes que harían cuando esto acabara. No pudo vivir la semana santa española, ni ir a las ferias de Andalucía, como tenía planeado. "Voy a volver el próximo año para poder experimentar todo lo que me faltó", dice Simirioti.
¿Y el año que viene?
L. F.
Ante la incertidumbre de miles de estudiantes que se quieren ir de Erasmus el próximo curso, la Comisión Europea acaba de confirmar que no habrá interrupción del programa Erasmus+. Sin embargo, aunque se confirma la continuidad del programa, es probable que a los estudiantes se les ofrezca la posibilidad de comenzar su participación en el programa Erasmus+ a través de actividades virtuales, para combinarse con una movilidad física en el extranjero en una fecha posterior si la situación lo permite.
“Las circunstancias creadas por la pandemia y las restricciones a la movilidad física que existen van a seguir afectando los viajes en los próximos meses, al menos durante los primeros meses del próximo curso por lo cual se está estudiando considerar elegible un período de movilidad virtual, mientras persista la causa de fuerza mayor”, afirma a Verne la Directora de Servicio Español para la Internacionalización de la Educación, Coral Martínez Íscar.
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