Las ladies y los gentlemans de la prepotencia en México

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Les llaman ladies y gentlemans. Son una clase privilegiada en México. Su poder es inmensurable. Golpean a policías, clausuran restaurantes y agreden a las personas que no son de su misma clase. En su mayoría son hijos de políticos, personajes del espectáculo, incluso hasta legisladores que se creen diferentes por su posición social. Desde 2011, su prepotencia ha salido a la luz gracias a varios vídeos en YouTube.

Azalia y Vanesa ni siquiera lo dudaron. Cuando un agente de Polanco -una de las zonas más exclusivas del Distrito Federal- las detuvo por un accidente de tráfico, estas dos chicas despotricaron en contra de él: “Pinche puto de mierda, chinga a tu madre pinche asalariado”, espetó una de ellas. Pero eso no les bastó. Para demostrar que estaban por encima de él lo golpearon y amenazaron. Con este abuso, que fue difundido por las redes sociales, se ganaron el apodo de las Ladies de Polanco.


Un par de horas y miles de retuits y de "me gusta" en Facebook sirvieron para convertir a Azalia y Vanesa en las estrellas de la impunidad en México.  El vídeo original tiene más de un millón de reproducciones pero existen copias en Youtube que tienen otras tantas visitas, entre ellas, la noticia que les dedicaron en el noticiero de López Dóriga, el más importante de la televisión mexicana. Habían nacido las ladies mexicanas.

Después vinieron más casos. Justo en estos días, Catalina Urquieta, integrante del PAN -derecha mexicana-, se ha ganado el apodo de #Ladysombrilllas. Durante un evento político en la ciudad de León, Guanajuato, (noroeste del país) golpeó con su paraguas a un joven que le impedía colocar un listón azul -color distintivo del partido. en un árbol de una pequeña plaza. Ante la negativa del joven, con discapacidad, para moverse del sitio, la militante optó por utilizar la fuerza. 

En 2013, Andrea Benítez buscaba con ansias una mesa en el restaurante de moda Máximo Bistrot, ubicado en la colonia Roma, un barrio de clase media-alta en el DF. No podía esperar su turno en la lista. Se sentía privilegiada. Su padre, Humberto Benítez, era el director de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), institución encargada de defender los derechos de los clientes. Después de desahogarse en Twitter -“pésimo servicio”-, Andrea, conocida como Lady Profeco, no tuvo más alternativa: llamó a unos funcionarios de la Profeco que clausuraron el negocio.

La secuencia de tuits en la que #LadyProfeco se quejaba del servicio.

Días después, tras el escándalo de #LadyProfeco que se alimentó en las redes sociales, Humberto Benítez fue destituido de su cargo. Andrea cerró su Twitter y tuvo que enfrentarse a la tan odiada lista de espera.  

En México no es necesario conocer a alguien con un puesto de alto rango en la administración para ganarse el mote de lady o gentleman, basta con sentirse superior. Recientemente Adriana Rodríguez, bautizada en las redes sociales como Lady Chiles, quería exhibir, con un vídeo, a la señora que le ayuda a la limpieza en su casa. La empleada se llevó a su casa comida del hogar de Rodríguez. El hurto fue menor: un chile en nogada -un platillo típico del país-. Rodríguez y su esposo pretendían evidenciar a la señora en las redes sociales, así que subieron el vídeo a Facebook, acompañado de este mensaje: “Entre más conozco a la gente, más quiero a mi perro”.

La jugada, sin embargo, se les volvió en contra. Rodríguez se ganó el desprecio de miles de personas. En minutos, la grabación inundó las redes sociales y, aunque cerró su perfil de Facebook, ya había copias suficientes en internet como para que a nadie se le olvidara.

“La prepotencia, soberbia, discriminación y abuso de poder se han hecho evidentes gracias a las redes sociales y en conjunto reflejan que cierto grupo de la sociedad cree que las normas no están para cumplirse”, afirma Helena Valera, directora del departamento de estudios sociales de la Universidad Iberoamérica. La máxima de las ladies y gentlemans, según Valera, es “yo tengo el poder de decidir qué reglas me aplican y qué otras no”.

Moisés Sacal era conocido entre sus amigos como “El Peón”. El alías de este empresario textil dio un giro en 2011 cuando de la noche a la mañana un vídeo lo catapultó a la fama como el Gentleman de las Lomas (una zona millonaria de la Ciudad de México). Sacal quería que el empleado de un aparcamiento cambiara la llanta averiada de su Porche. Al negarse, Sacal lo golpeó hasta el grado de romperle los dientes. “Conmigo no vas a poder”, “no sabes con quién te metes, “pinche indio”, fueron algunas de las frases que Sacal combinaba entre puñetazo y puñetazo.

La gente que reacciona de esta manera cree que está en la cima de una jerarquía, asegura Anja Eller, profesora de psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México que junto a cuatro investigadores elaboraron este año un análisis sobre el fenómeno. Estos personajes piensan que el maltrato de personas por debajo de su jerarquía es normal, justificable y hasta necesario para mantener el orden social, argumenta la experta. La riqueza es el factor que más divide a la sociedad mexicana, así lo consideran seis de cada diez personas en el país, según la última encuesta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, elaborada en 2010.

En este país, con 53 millones de personas en la pobreza, ser legislador es todo un honor. Al menos así lo creyó Luz María Beristain, senadora del PRD -izquierda mexicana-, que en 2013 exigió a la empleada de una aerolínea que la dejara abordar el avión aunque llegó tarde al aeropuerto. "Soy tu representante en la tribuna más alta del país. Soy la persona que consigue recursos para que estemos bien acá, por nueve minutos, no lo puedo creer", fue el mejor argumento de la Lady Senadora.

La mayoría de las ladies y gentlemans han sido obligados a pedir disculpas y han tenido que enfrentar un proceso legal, todo gracias a la denuncia que se hace al difundir un vídeo, dice Valera, de la Universidad Iberoamérica. La académica remacha: “Las redes pueden presionar para que este tipo de situaciones se ponga en el centro del escenario, pero la solución debe de ser un verdadero Estado de derecho en México”.

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