Este fin de semana nos roban una hora: a las dos de la madrugada del domingo serán las tres. Sí, hace seis meses tuvimos un fin de semana con una hora de más, pero eso fue hace seis meses. ¿Quién se acuerda ahora que estamos en pleno ataque de ira anticipando que pasaremos unos días confundidos, desorientados y sin poder conciliar el sueño?
Los orígenes
Para saber por qué hacemos esto tenemos que remontarnos al siglo XVIII. Tal y como se explica en National Geographic, Benjamin Franklin propuso que aprovecháramos que amanecía antes en verano para madrugar y ahorrar así aceite de lámparas. El astrónomo y entomólogo neozelandés George Vernon Hudson hizo una primera propuesta formal del cambio de hora oficial a finales del siglo XIX, al darse cuenta de que salir antes de la cama en primavera y verano le era útil para recoger insectos. El primer país en hacer caso a Hudson fue Alemania, que durante la Primera Guerra Mundial aprobó el cambio de hora para reducir el consumo de carbón. Esta iniciativa se estableció en Estados Unidos también durante la guerra y se generalizó en Europa y Norteamérica a partir de 1974, con la crisis del petróleo.
En resumen, vas a pasar una semana con jetlag porque un señor neozelandés quería luz para buscar escarabajos. Y además, en España este cambio de hora en concreto sobra.
¿Por qué no deberíamos cambiar la hora este sábado?
Por su posición geográfica, España debería tener la misma hora que Londres y Lisboa. La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) ha solicitado al gobierno no hacer el cambio de hora el próximo sábado, para así volver al huso del meridiano de Greenwich. "Es el horario que nos corresponde geográfica y solarmente", recuerda José Luis Casero, presidente de la asociación. Coincide Juan Antonio Madrid, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia y responsable de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño, que añade que "este es el momento. Si no, habrá que esperar otro año". El cambio sería sencillo: bastaría con no hacer nada.
España se adaptó a la hora de Europa Central el 2 de mayo de 1942, en una medida en principio provisional que también tomaron otros países durante la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, el Reino Unido lo hizo para poder coordinarse mejor con sus aliados. España, al contrario que Inglaterra, se mantuvo con el horario de Berlín al final del conflicto "sin ningún motivo", como explica Casero. Consecuencia: tenemos horario de verano en invierno y una hora extra en verano.
Casero propone volver al horario de Greenwich para ajustarnos a lo que sería natural: "A mí también me gusta mucho la luz -explica-, pero que en julio a las diez sea de día es una situación artificial". Tras el cambio de hora y en marzo, el sol se pondrá en Madrid sobre las nueve menos cuarto. En julio, a a las nueve y media. Si no cambiamos la hora, tendremos un horario similar al de Portugal, donde la semana que viene el sol se pondrá sobre las ocho y en julio, sobre las nueve menos diez. No parece un cambio dramático. Como recuerda Casero, en lo que se refiere a la luz, "en España tenemos una situación privilegiada".
El presidente de la ARHOE recuerda que la asociación presentó un informe en el Congreso en 2013 en el que recogía no sólo esta propuesta, sino también la racionalización y flexibilización de horarios. Pero a pesar de que "ningún grupo se opuso", la iniciativa no se ha llevado al pleno.
Eso sí, hay que decir que la asociación de momento sólo pide obviar este cambio de horario. A partir de noviembre, deberíamos seguir las mismas variaciones de otoño y primavera que el resto de la Unión Europea. "O nos salimos de Europa o generamos el debate en Europa", dice Casero. Aunque añade: "Que todo se andará". Madrid recuerda que es "más importante ajustarnos al Meridiano y luego debatir si resulta conveniente cambiar la hora cada seis meses".
¿Resulta conveniente cambiar la hora cada seis meses?
"Depende de si verdaderamente el ahorro energético merece la pena", contesta Juan Antonio Madrid, que añade que "con horarios tan extendidos como los españoles, es posible que lo que se gane por un lado se pierda por otro". Según el ministerio de Industria, cada hogar se ahorrará seis eurazos, que unidos al ahorro de las empresas suman un total de 300 millones de euros: un 5% del consumo en iluminación. Además, el hecho de tener una hora más de luz después del horario habitual de trabajo incrementa las actividades de ocio y el consumo.
Hay estudios que apuntan que estos cálculos hoy en día no son realistas. A lo mejor el cambio de hora era útil para un entomólogo neozelandés o para combatir en las trincheras hace cien años, pero actualmente el ahorro en iluminación queda compensado por el hecho de que usamos más la calefacción o el aire acondicionado, dependiendo del mes y según publicó el New York Times el año pasado.
Y por supuesto, nos cuesta más dormir los días posteriores a uno de estos cambios. Sobre todo en primavera, cuando toca despertarse sin luz, como recuerda Madrid. "El lunes siguiente al cambio nos falta sueño, ya que el cuerpo tendería a levantarse más tarde". Y esto tiene consecuencias. Este grado de somnolencia provoca un "incremento del riesgo de accidentes de tráfico" y también un aumento en la posibilidad de sufrir un infarto: "El riesgo de padecer un ataque el corazón siempre es mayor al amanecer. Y los despertares previos con despertador pueden provocar más infartos", añade Madrid.
¿Hay algún truco para pasar este mal trago?
Por mucho que nos quejemos (yo llevo tres semanas muy enfadado), este sábado tocará cambiar la hora. Además y según cuenta Madrid, "nuestro reloj interno tiene tendencia a atrasarse, por lo que adelantarlo es muy difícil". Es decir, este cambio nos va a costar más que el de noviembre.
Para adaptarnos más fácilmente, Madrid recomienda "adelantar todos nuestros horarios, incluidas las comidas. E intentar que nos dé mucha luz natural a primera hora de la mañana porque esto adelanta nuestros relojes internos". También hay que apagar "ordenadores, móviles y pantallas dos horas antes de dormir". Y por último, "confiar en nuestra biología. En dos o tres días vamos a estar mucho mejor", sobre todo si tenemos en cuenta que "va a coincidir con la Semana Santa", cosa que ayudará con la transición a quienes tengan vacaciones. Yo no.
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