Una estudiante de Derecho de la universidad Said Hamdine de Argel acudió el pasado 9 de mayo al examen final para graduarse como abogada pero no pudo hacerlo porque un guardia de seguridad decidió que llevaba la falda demasiado corta, según recogió el portal de noticias argelino TSA. La joven se sublevó y su indignación se contagió en las redes sociales. Un mosaico de rodillas expuestas, nada provocativo, a priori, se ha convertido en la expresión de la rebeldía en Argelia. Las imágenes se almacenan en un álbum de Facebook con un elocuente nombre: “Piernas enojadas”, ubicado en la página “Mi dignidad no está en la longitud de mi falda”.
À Alger, une étudiante expulsée de l'université «pour jupe trop courte» >> http://t.co/oG5raZhAyt via @Madamefigaro pic.twitter.com/eTBXtWyyGZ
— Le Figaro (@Le_Figaro) Mayo 21, 2015
Las imágenes compartidas en Twitter por medios, son de las pocas que aún no han sido censuradas o pirateadas, como esta de Le Figaro, en Francia.
Detrás de este espacio está una joven directora argelina, Sofia Djama, quien pensó que esta red social podía generar un espacio para que otras (y otros) ciudadanas se expresasen. Su propuesta era manifestarse de forma simbólica. “Deseaba que se convirtiese en un lugar de apoyo para la joven. Ella había dicho que pretendía denunciar los hechos y quería que viese que hombres y mujeres, creyentes y agnósticos estaban a su lado, que no estaba sola, eso normalmente da coraje”, explica Djama a Verne. Hasta ese momento, Djama había utilizado la cultura y, más concretamente, el cine para defender los derechos de las mujeres. “No sé si soy una feminista”, confiesa, “prefiero decir que soy muy sensible, por naturaleza, a todo lo que se refiere a las cuestiones de las mujeres”.
Voici mes jambes elles qui vous font si peur, les autres arrivent. Ma dignité n'est pas dans la longueur de ma jupe, pic.twitter.com/3c2s0poAIl
— Djama Sofia (@sofiadjama) Mayo 23, 2015
"Estas son las piernas que tanto miedo dan a algunos. Mi dignidad no está en la longitud de mi falda"
En menos de una semana, la página impulsada por Sofia Djama consiguió 15.000 seguidores y la acción despertó el interés de algunos medios de comunicación internacionales. El resultado más inmediato fue que el mural en el que se podían ver las pantorrillas desnudas de los usuarios apenas estuvo disponible unos días. La página de Facebook fue pirateada y secuestrada por unos desconocidos. “No soy una ciberactivista”, se lamenta la cineasta, “ni siquiera he sido capaz de proteger mi página”. A pesar del ciberataque, Djama no ha renunciado a continuar con la iniciativa: “He mandado denuncias a Facebook, les he enviado incluso capturas de pantalla que muestran que los piratas han compartido banderas del Daech (Estado Islámico), pero dicen que no pasa nada, parece que eso no les importa”, cuenta.
Esta página de Facebook no ha sido la única iniciativa en las redes, en Twitter varios periodistas y actores conocidos en Argelia han mostrado su rechazo a la decisión del guarda de seguridad, que posteriormente fue apoyada por el rector de la facultad. Su argumento era que el guardia había cumplido con su deber. “El reglamento no obliga a nadie a llevar el yihab o el chador. Pero exige una ropa decente tanto a los chicos como a las chicas”, explicaba el rector, Mohamed Tahar Hadjar a TSA.
En un momento dado, algunos comentaristas y usuarios de las redes sociales pusieron en relación lo ocurrido en Argelia con un episodio sucedido semanas antes en Francia. En el caso argelino, la joven estudiante de Derecho no había podido entrar a su examen por llevar la falda demasiado corta. En Francia, el problema para otra joven había sido precisamente llevar una falda que fue juzgada demasiado larga.
Con las dos variantes de longitud de las faldas, se hacía evidente que la reivindicación no tenía un carácter religioso, sino que se trataba de reclamar el derecho de las mujeres a tomar sus decisiones (ya fuese en Argelia o en Francia) y conectaba con la campaña #JePorteMaJupeCommeJeVeux (Yo llevo mi falda como quiero) que se lanzó en el caso galo. “No es una cuestión religiosa”, se indigna Djama, “ni cultural, es puramente una cuestión de libertad. Una violación de los derechos de las mujeres. Decidir sobre la ropa que se debe poner una mujer es un intento de tomar posesión de su cuerpo, de su espíritu. Es una muestra más de los atropellos que sufren las mujeres en todo el mundo”.
En France jupe trop longue, en Algérie jupe trop courte. Les mecs, foutez-nous la paix #JePorteMaJupeCommeJeVeux https://t.co/4jbeb0LTYk
— Huê Trinh Nguyên (@htnsalam) Mayo 25, 2015
"En Francia la falda muy larga, en Argelia muy corta"
Estas dos campañas enlazan de manera involuntaria con una tercera que se desarrolló en diciembre de 2014 en Nairobi y en las redes sociales. En aquella ocasión, varias mujeres habían sido agredidas en la calle porque sus ropas “no eran decorosas”. Junto a las protestas y las manifestaciones urbanas surgió #MyDressMyChoice (Mi vestido es mi elección), de nuevo, una reivindicación del derecho a la mujer de tomar sus propias decisiones.
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