#JeSuisCharlie (Yo soy Charlie) se convertía hace un año, tras los atentados en el semanario satírico Charlie Hebdo, en un hashtag de solidaridad usado en todo el mundo. Tal fue su repercusión que la fórmula #JeSuis se usa desde entonces en redes sociales para manifestar apoyo a víctimas de distintas tragedias, convertida en expresión de unidad y de apoyo, pero también criticada por su uso ante lo que ocurre en Occidente.
No era una estructura nueva: se había utilizado, por ejemplo, entre los activistas estudiantiles mexicanos del movimiento #yosoy132 y el propio Joachim Roncin, autor de la famosa imagen con la frase Je Suis Charlie, cita entre sus influencias a Espartaco ("Yo soy Espartaco"), a Kennedy (“Ich bin ein Berliner”) y al “We are all Americans” que se leyó y oyó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Todo comienza con un tuit
Apenas una hora después de los atentados de Charlie Hebdo, mientras medios de todo el mundo seguían en directo los detalles de la tragedia, el periodista y diseñador de la revista Stilyst Joachim Roncin lanzaba este tuit, con una tipografía similar a la de la cabecera de Charlie Hebdo.
Como recogimos en Verne, Roncin quería expresar que “era como si me hubiera afectado a mí, me siento personalmente aludido”. En los dos primeros días se emitieron más de cinco millones de mensajes en Twitter acompañados de #JeSuisCharlie y el eslogan se compartió, por citar unos ejemplos, en partidos de fútbol y de la NBA, en la gala de los Globos de Oro y en un episodio de los Simpson, con una imagen protagonizada por el bebé, Maggie, y que recordaba a La libertad guiando al pueblo, el cuadro de Eugène Delacroix.
A pesar de que Roncin se negó a registrar la imagen y aseguró que le disgustaría que alguien tratara de hacer dinero con ella, ya en los primeros días se vendieron camisetas, chapas y llaveros a través de Ebay.
"Yo no soy Charlie"
Durante la respuesta a los atentados ya se vivió la primera vez que el eslogan cambiaba: se usó #JeSuisAhmed como homenaje a Ahmed Merabet, el policía francés (y musulmán), que fue una de las víctimas de los atentados.
Además, la etiqueta tuvo una respuesta en contra con #JeNeSuisPasCharlie (yo no soy Charlie). Se trataba por lo general de mensajes en los que se manifestaba la oposición a los atentados, pero también a la revista satírica, a la que se calificaba de racista por considerar que equiparaba a musulmanes con terroristas o de irrespetuosa por dibujar a Mahoma.
¿Y los 'otros' Charlie Hebdo?
La repercusión de los hashtag por los muertos en atentados en París -tanto en los de enero como en los del pasado noviembre con #JeSuisParis- ha sido criticada por la ausencia de una respuesta similar en redes ante sucesos que ocurrían al mismo tiempo.
Los asesinatos en Charlie Hebdo y en el supermercado judío de París coincidieron en el tiempo con los de Boko Haram en Nigeria (y los de París en noviembre con atentados en el Líbano).
Una polémica similar también llegó a Facebook tras los atentados de París en noviembre. La red social activó su herramienta para que quienes estuvieran en la ciudad pudieran avisar a sus amigos de que se encontraban bien, un dispositivo que hasta entonces solo se había usado para catástrofes naturales. También puso en marcha una aplicación que permitía poner los colores de la bandera francesa sobre la foto del perfil. Fueron muchos quienes reprocharon a la empresa que no hubiera puesto en marcha las mismas opciones para el Líbano, que había sufrido atentados terroristas solo dos días antes.
Es decir, ni la repercusión mediática ni la de redes sociales ha sido la misma en los casos mencionados, como explicamos en este artículo sobre la llamada jerarquía de la muerte. La proximidad (física o emocional) y la calidad de la información que llegue desde la tragedia son factores decisivos en la atención de los medios y de los lectores.
De ahí que el lema de Roncin se usase no solo para solidarizarse con estos otros atentados y tragedias, sino también para criticar esta actitud: en abril de 2015 muchos tuiteaban con el hashtag #JeSuisKenia, después de que Al Shababa asesinara a 147 personas en una universidad de Garissa, y en diciembre del año pasado se hablaba de #JeSuisNigeria, ante una nueva matanza por parte de Boko Haram, que acabó con la vida de 80 personas.
También hubo quien criticó el llamado ‘activismo a golpe de click’, o las reivindicaciones usando este tipo de eslóganes en redes sociales. Su viralización responde a la activación de mecanismos emocionales ante situaciones intensas: la excitación del momento (recordemos que son sucesos que tienen un seguimiento al minuto en medios de comunicación) acrecienta la necesidad de compartir información y de identificarse con la repulsa, aunque sea con un gesto en redes sociales. Y eso, en plena indignación emocional, se convierte en un meme contagioso.
Compartir un mensaje como #JeSuisCharlie (en España fue muy popular su traducción "Yo Soy Charlie") puede hacer sentir al usuario que hace frente a la tragedia o le sirve, en su reputación online, para comunicar a sus círculos cercanos o a sus seguidores que tiene una opinión al respecto y que no es indiferente ante el suceso.
La evolución de Je Suis Charlie
A pesar de todas estas críticas, la frase ha demostrado ser un meme exitoso. La fórmula permite mostrar solidaridad de forma muy clara, al expresar la identificación con una causa o con un grupo de personas. Hoy en día, si escribimos “je suis…” en internet, todo el mundo entiende en seguida qué es lo que queremos decir. Como explicaba el propio Roncin a BBC Trending, el éxito del lema se debe precisamente a que “nos intentamos sentir como una comunidad. Es reconfortante estar todos juntos cuando ocurre algo horrible”.
Por ejemplo, con la crisis de los refugiados del pasado verano, muchos expresaron su solidaridad con los emigrantes con el hashtag #JeSuisRefugee. Incluso se usó #JeSuisGreece en referencia a la crisis económica griega. Y, como ya hemos apuntado, tras los atentados de París de noviembre, se popularizaron #JeSuisParis y, también #JeSuisEnTerrasse (estoy en una terraza), con el que se animaba a los parisinos a recuperar su vida normal y con el que se compartieron fotos en las terrazas de los bares y las cafeterías.
El esquema es tan popular que incluso se ha utilizado en tono irónico con noticias que no tienen, ni mucho menos, esta gravedad. Acaba de ocurrir con la destitución del entrenador del Real Madrid, Rafa Benítez, que despertó algún #JeSuisBenítez, y con el “no” de la CUP a Artur Mas, que llevó a algún sarcástico #JeSuisMas.
La fórmula funciona. Nos lleva a tomar partido y a expresar nuestra opinión, aunque sea para expresar matices e incluso opiniones contrarias. Como explicó hace poco Roncin en la edición francesa del Huffington Post, en última instancia es “una simple manera de decir ‘soy solidario’”. Y todas estas variantes responden al “ADN de un eslogan que defiende la libertad de expresión, la libertad de prensa, la democracia”.