La jerarquía de la muerte: por qué nos volcamos con Germanwings, pero nos olvidamos de Kenia

La facilidad para acceder a información y la proximidad son clave en la cobertura de los medios

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Estudiantes rescatadas en el campamento militar de Garissa, un día después del ataque perpetrado contra la Universidad de Garissa (Kenia)
Estudiantes rescatadas en el campamento militar de Garissa, un día después del ataque perpetrado contra la Universidad de Garissa (Kenia).

Después de que la milicia islamista somalí de Al Shabab asesinara a 147 personas en la Universidad de Garissa (Kenia), muchos se han preguntado en Twitter por qué un ataque de esta magnitud no ha llamado tanto la atención de los medios como, por ejemplo, el atentado de Charlie Hebdo o el siniestro del avión de Germanwings, en el que murieron 150 personas.

El periodista de El País Miguel Ángel Bastenier nos da, también en Twitter, alguna clave de por qué sucede esto.

Precisamente en Verne hablamos con Bastenier en enero cuando, tras el atentado al semanario Charlie Hebdo, muchos criticaron la menor atención que los medios dedicaban a la ofensiva de Boko Haram en el noreste de Nigeria. "Toda la información es local -nos explicó Bastenier- y si nos hacemos eco de noticias internacionales es por la proximidad y la vinculación que tenemos con esos países, además de por la calidad de la información que podamos obtener".

En ese artículo recordábamos la “jerarquía de la muerte”, un término que usan los medios anglosajones para describir cómo y por qué damos más cobertura a unas víctimas frente a otras, especialmente en información internacional. En esta jerarquía influyen varios factores, que podemos dividir en dos grupos: la proximidad y la calidad de la información.

1. La proximidad. Nos interesa más lo que ocurre en nuestro país y en países cercanos, además de si hay alguna víctima local. Por ejemplo, Jacoba Urist en The Atlantic recordaba cómo The New York Times publicó más de 2.500 obituarios para los asesinados en los atentados del 11-S, lo que también hizo El País con los fallecidos el 11-M.

Esa proximidad provoca una mayor empatía en periodistas y lectores, pero también puede favorecer la confrontación, como señalaba la periodista Leila Nachawati, cofundadora de Syria Untold: “Hay un posicionamiento del nosotros frente a ellos”, apuntaba.

2. La calidad de la información. Son muchos los medios que cuentan con corresponsales o enviados especiales en países europeos y americanos, incluidas las agencias, mientras que se cuentan con menos medios y recursos en países como Kenia, Nigeria o Siria, que a menudo son más peligrosos.

Bastenier apuntaba que un medio de vocación global tiene la obligación de obtener y publicar la mejor información que pueda, como de hecho se hace en el caso de Kenia, pero en muchas ocasiones sólo se tiene acceso a despachos de agencias, en el mejor de los casos. La proximidad y la facilidad de acceder a información llevan a que se hable más sobre el atentado en Francia o sobre el siniestro de Germanwings que sobre muchos otros conflictos y sucesos.

Esta peor información no sólo acaba significando que se le dé menos cobertura a un suceso, sino que además puede conducir a que “se deshumanice el conflicto” y por tanto resulte aún más difícil empatizar con las víctimas, como apuntaba Nachawati.

Además, hay que tener en cuenta que se presta menos atención a los conflictos en marcha, ya que son (trágicamente) previsibles. Como explicaba también Nachawati, vemos estos países como si estuvieran en un conflicto permanente, "visión que se perpetúa y en la que no hay intención de ahondar”, más allá de los intereses geoestratégicos de los países occidentales: no importa tanto qué ocurre en Nigeria o en Kenia, sino cómo afecta a Estados Unidos o a Rusia, por ejemplo. Como recordaba Owen Jones en The Guardian, nos olvidamos de las guerras complejas en países sin peso estratégico.

Para superar estas dificultades, Nachawati apuntaba la necesidad de “acercarse a la ciudadanía” e informar sobre asociaciones y campañas civiles. La forma de hacerlo es crear “redes de confianza, lo que ahora es más fácil que hace años”.

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